Antonio Banderas es, sin duda, una de las figuras más icónicas del cine español e internacional. Su trayectoria lo ha llevado a protagonizar películas como ‘La piel que habito’, ‘Desesperado’ y darle voz al entrañable ‘Gato con botas’, forjando una sólida carrera en Hollywood, donde ha compartido escenario con actores como Nicole Kidman , Catherine Zeta-Jones y Harrison Ford. Sin embargo, no todo en su camino ha sido color de rosa. En una reciente entrevista con ‘Esquire’, el actor se ha sincerado sobre cómo fueron sus inicios en Madrid, donde tuvo que enfrentarse a momentos de extrema precariedad. TE RECOMENDAMOS De la calle a la cima: las difíciles historias detrás del éxito de las estrellas de Hollywood Daniella Bejarano Kanye West, a Kim Kardashian «El hombre debería tener la primera y última palabra sobre sus hijos» A.B. BuendíaEl malagueño llegó a la capital con un claro objetivo: convertirse en actor. Pero la realidad con la que se encontró no era nada parecido a lo que soñó. «En Madrid yo pasé mucha hambre. Me compré un libro de cómo cocinar una papa, que era lo más barato, y aprendí a hacerlas de mil formas», recordó y añadió que en aquel tiempo, sus comidas se limitaban a ingredientes básicos y económicos. Además, el actor también compartió una anécdota sobre cómo descubrió que los ñoquis se hacían a base de papa: «Yo no sabía que los ñoquis se hacían con papa. Con una latita de tomate y los ñoquis yo era feliz», expresó. Sin embargo, años más tarde la vida le sonrió y fue el director Pedro Almodóvar quien le dio una oportunidad en el cine español. Gracias a su perseverancia y talento, Banderas llamó la atención del mercado internacional, llegando hasta Hollywood, un ambiente que supuso un desafío cultural y profesional para él. «Cuando entras en Hollywood, te das cuenta de que hay mucha gente allí que tiene una historia fácil por ser ‘hijos de’», comentó. Además, a pesar de su éxito en Estados Unidos, aseguró que nunca sintió la necesidad de establecerse permanentemente: «Me gusta ir a Hollywood, pero no tengo la necesidad de estar allí. Mi marca ya está hecha», sentenció. Por otro lado, Antonio reconoció el infarto que sufrió hace ocho años, marcó un antes y un después en su vida: «El infarto no me tumbó, pero me hizo un actor mucho más sensible» y añadió que esta experiencia cercana a la muerte le permitió valorar más su vida y su familia, motivo por el cuál decidió regresar a Málaga: «La tragedia personal me acercó a mis raíces y a lo que realmente importa», comentó.Es su amor por su ciudad natal el que lo ha llevado a invertir en proyectos culturales que buscan fortalecer la escena artística local: «El teatro es un arte que lleva blindado más de 3000 años. Y si leyéramos más a los clásicos, nos iría mejor como sociedad», reflexiona y concluye que, a sus 64 años, «mi mayor obra de arte es mi vida».

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