Traje negro cruzado, jersey cuello de cisne también negro. Como los botines de tacón. Y el bigote, que lo hacía más mayor, como el cabello engominado. Año 1958. Mario Vargas Llosa llega a Barcelona en barco . Camino de la Complutense, el escritor veinteañero se instala cuarenta y ocho horas en una pensión del Barrio Gótico. Recorre las Ramblas utilizando de ‘baedeker’ el ‘Homenaje a Cataluña’ de Orwell . Su cuento ‘Los jefes’ ha ganado el premio Leopoldo Alas que convoca la editorial médica Rocas. Su primer anfitrión barcelonés es Enrique Badosa. El voto de este poeta y periodista cultural, junto al odontólogo Esteban Padrós de Palacio, decidió las votaciones. El peruano no lo olvidará: Badosa «fue el primero de muchos otros escritores, barceloneses o avecindados en Barcelona con los que entablaría amistad». En la Ciudad Condal ve la luz aquel cuento que solo merecerá cinco críticas. En la más acerba, se le reprocha que utilice «manija»; el crítico le propone sustituirla por «falleba». Tampoco olvidará esa palabra.Al acabar estudios en Madrid, Vargas Llosa se va a París . Quiere publicar en España, pero la censura franquista le desanima. El hispanista Claude Couffon es más optimista: le aconseja enviar el manuscrito a Seix Barral. La editorial consagra al peruano con el premio Biblioteca Breve a ‘La ciudad y los perros’ . Carlos Barral le abre las puertas editoriales. Le invita a su casa de Calafell donde el escritor pasa el verano del 66 «trabajando duro» en ‘La casa verde’. Las estancias barcelonesas se van prolongando hasta que la agente Carmen Balcells se lo trae de Londres para que se instale en Barcelona. Residirá de 1970 a 1974: el lustro más prolífico en su cronología literaria. Noticia Relacionada estandar Si La Santísima Trinidad de Mario Vargas Llosa Karina Sainz Borgo Tres novelas marcan los hitos en la obra del Nobel peruano: ‘La ciudad y los perros’, ‘Conversación en la catedral’ y ‘La fiesta del chivo’En la Barcelona de los setenta, que es la del «boom» latinoamericano, Vargas Llosa pergeñó capítulos de ‘Conversación en la catedral’ . En los domicilios de Vía Augusta y la calle Osio de Sarrià tecleó ‘García Márquez: Historia de un deicidio’ (1971), ‘La orgía perpetua: Flaubert y Madame Bovary’, ‘Pantaleón y las visitadoras’ (ambas publicadas en 1975) y el inicio de ‘La tía Julia y el escribidor’. Al escribir ‘Pantaleón y las visitadoras’ Vargas Llosa no se podía concentrar en su piso del tercero y se instaló en un solitario sobreático, apunta Xavi Ayén en ‘Aquellos años del boom’Amistades barcelonesas: Gabriel Ferrater, Jaime Gil de Biedma, Manuel Vázquez Montalbán José María Castellet, Jorge Herralde, Jaume Vallcorba, Gabriel García Márquez, Salvador Clotas, Terenci y Ana María Moix, Juan Marsé, Félix de Azúa, Juan Goytisolo… Más actividad diurna que nocturna. Si Barral bebe ginebra, Vargas Llosa opta por un vaso de leche. Colita , a la que el peruano llama la «voyeuse» (la mirona), lo capta en el piso de Osio con un perrito en brazos. En Barcelona Vargas Llosa deja de fumar, ve nacer a su hija Morgana… Y en 1971 rompe con el comunismo tras el «caso Padilla». De Barcelona salió el manifiesto que firmó con Hans Magnus Enzensberger, José María Castellet, Carlos Barral, los hermanos Goytisolo (Juan y Luis), Jean Paul Sartre, Alberto Moravia y Susan Sontag. La ciudad de los libros se parece a París. La Barcelona en la que Martín de Riquer le descubre el ‘Tirant lo Blanc’. Vargas Llosa edita en español la novela de Joanot Martorell y la prologa con su ‘Carta de batalla de Tirant lo Blanc’.Noticia Relacionada opinion Si Mario Vargas Llosa, el último ‘boomcano’ Fernando Iwasaki «Muy pronto advertiremos cómo la lengua española ha perdido interlocución global con la desaparición de Mario Vargas Llosa»Nada que ver con la Barcelona de los ochenta, bajo la férula de Pujol: «Barcelona es hoy más moderna, pero culturalmente es más provinciana y menos universal, con un ensimismamiento debido al nacionalismo que concentra todas sus energías en lo local…», declara Vargas Llosa a Arcadi Espada en un diálogo de 1997. Siempre que vuelve a Barcelona el Nobel lee la cartilla al nacionalismo que la empequeñece. La deriva separatista le indigna: «¿Qué ha pasado para que Barcelona sea hoy un recinto dominado por esa visión estrecha, provinciana y profundamente inculta que es el nacionalismo?» se pregunta en una conferencia de 2015 en el Círculo Ecuestre. Manifestación ‘Basta ya. Recuperemos la sensatez’ organizada por Sociedad Civil Catalana contra la independencia de Cataluña Ignacio GilDos años después sus negros presagios alcanzan el culmen con el golpe separatista. El 8 de octubre de 2017, una semana después del referéndum ilegal, Vargas Llosa participa en la manifestación constitucionalista de Sociedad Civil Catalana. Evoca sus años en la urbe catalana del franquismo declinante: «Ninguna ciudad española aprovechó tanto como Barcelona esos resquicios de libertad para volcarse al mundo y traer del mundo las mejores ideas, los mejores libros, todos los grandes logros de la vanguardia». Aquellos años en que los jóvenes latinoamericanos iban a Barcelona como antes iban a París: «¡Queremos que Barcelona, que Cataluña, vuelvan a ser la capital de la cultura en España!» La ciudad y los libros. El comromiso de Vargas Llosa.

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