Diego Ramos: «Francia protege más su cultura que España»

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Diego Ramos: «Francia protege más su cultura que España»

De raíces colombianas y alma torera, Diego Ramos, uno de los grandes pintores taurinos de esta época, ha forjado su camino entre lienzos , que reflejan una historia de alegrías y, también, de fatiguitas. Nacido en Cali en 1976, llegó a Madrid en 1994 con el deseo de ser torero y se apuntó a la escuela taurina, aunque dice que su valor ante el toro era corto y encontró su destino en la pintura. Desde 2012 instaló su taller en Bayona. Allí, en Francia, ha reinterpretado ‘El Jaleo’ de John Singer Sargent, el histórico pintor del que este abril se conmemora el centenario de su muerte. —¿Por qué este guiño a Sargent?—Siempre he sido muy devoto de los pintores del siglo XIX. Un coleccionista americano me desafió hace un par de años: «¿Te atreves a pintar ‘El Jaleo del siglo XXI’ en el mismo formato, 3.50 por 2.40?» Me lo puso el destino. —¿Qué elementos del original ha mantenido y cuáles ha reinterpretado?—Mantuve el formato y las guitarras en la pared, aunque las invertí de lado para dar un toque personal. El flamenco es muy musical, y las guitarras colgantes parecían sonar sin que nadie las tocara. También respeté el manejo de los espacios vacíos, porque, como en ‘Las Meninas’ de Velázquez, capturan la atmósfera. En pintura, los espacios vacíos son como los tiempos en música. Lo aprendí de Degas, con sus bailarinas. Noticia Relacionada estandar No Los carteles definitivos de San Isidro 2025 tras cambios de fechas Rosario Pérez Desvelados en la gala de Las Ventas, con la imagen de Victoria Federica—Se dice que Sargent fue el retratista de mayor éxito de la alta sociedad de su época. ¿Por que atraía tanto?—Era un genio, como Antonio López hoy. Nacen pocos así, con una sensibilidad y facilidad excepcionales, como pudo ser Antonio Gades en la danza. En una época donde la fotografía no estaba tan avanzada, la burguesía buscaba retratistas como él por recomendación, igual que traían a Velázquez o Goya para reyes, militares y curas. —¿De dónde le viene su querencia por España?—En mi familia, aunque nacimos en Colombia, tenemos una fuerte conexión con la cultura española: flamenco, copla, sevillanas… No me gusta la ‘España de pandereta’, que abarata esa cultura, pero sí la esencia cultural española. Yo empecé a estudiar Bellas Artes en Colombia, pero lo dejé por ser torero. Además, era mal estudiante. Hice mis pinitos como novillero en el Batán, pero como no tenía valor me inscribí en el Círculo de Bellas Artes. «Ponerse frente a un lienzo en blanco es como ir al psiquiatra. La tela te pregunta: ‘¿Qué cargas traes hoy?’»—¿Qué relación ve entre el mundo flamenco y el universo taurino?—Mucha. Toreros y flamencos se influencian mutuamente. Por ejemplo, Manolo Caracol, gran cantaor, tenía un padre que fue mozo de espadas. Ambos mundos comparten las fatiguitas: toreros sin contratos esperando una oportunidad, igual que los flamencos.—¿Un pintor pasa fatiguitas?—Sí, muchas. A veces se pinta mejor con hambre, más sufrido. —Si se torea como se es, ¿también se pinta como se es?—Sin duda, esa frase es capital. —¿Se ahonda más en la pureza entonces desde el dolor que desde la alegría?—Ser puro es ser fiel a lo que te dictan las tripas, el corazón. Somos un crisol de sentimientos. Cuando perdí a mi hija recién nacida, mi pintura se volvió negra. Ser padre y mudarme a Francia, donde descubrí azules luminosos, enriquecieron mi paleta. —¿Siente miedo el artista?—Sí, todos los días me pregunto qué hago pintando toros en el siglo XXI, aunque pinto sobre muchos más temas –menos los paisajes, que me aburren–. Es un miedo constante, pero la receta es superarlo, tirarte a la piscina de cabeza, como un torero que sale del burladero. En pintura, la tela en blanco impone mucho; es como ir al psiquiatra cada mañana. La tela te pregunta: «¿Qué cargas traes hoy?» Hay días de tristeza, de estrés por entregar una obra, de alegría o de cansancio por dormir mal. «Un cuadro puede ser sutil, pero un cartel, ya sea de toros o de un perfume, tiene que ser un grito en la pared»—¿Alguna vez ha tenido que ir al psicólogo de verdad?—Sí, cuando perdí a mi hija recién nacida; era gemelar y fueron meses muy duros en neonatos. Llegaba al estudio y todo salía raro. Aunque soy bromista y alegre por naturaleza, necesitaba ayuda. El tiempo y los psicólogos ayudan a amarrar los demonios. —¿Qué diferencia un cuadro de un cartel de toros?—Un cuadro puede ser más sutil, con más armonía y dulzura. Un cartel, en cambio, debe ser un grito en la pared, llamativo, ya sea para vender toros, orquídeas o perfumes. Un cuadro no necesita ser impactante.—¿Le gusta lo de poner caras famosas como Cayetana Rivera o Victoria Federica en los carteles de San Isidro para atraer público joven?—Me parece bien, creo que se está haciendo buen trabajo. Necesitamos renovar el público, que ahora es mayoritariamente mayor. Roca Rey también hace un buen trabajo en comunicación para captar jóvenes.—Y de los de Sevilla, que tanta controversia provocan, ¿qué opina?—Creo que lo hacen a propósito para generar ruido. Hablamos más de los carteles polémicos que de toreros y ganaderías, que son lo importante. Este año prefiero los de Madrid. «No quiero volver a Colombia hasta que se muera Petro; ha hecho mucho daño y da mucho miedo»—Usted ha hecho el cartel de la principal feria, San Isidro. ¿Cómo lo recuerda?—Pintar el cartel después de la muerte de Iván Fandiño fue un encargo difícil. Teníamos amistad y no quería que fuera triste; un ‘afiche’ debe impactar visualmente. Usé colores alegres como blanco, magenta y verde esmeralda. Solo el negro de la montera y la corbata eran tristes, pero quise reflejar la energía valiente de Iván.—Los actores dicen que la comedia es más difícil que el drama. En pintura, ¿es más sencillo transmitir alegría o tristeza?—Pinto sin saber qué saldrá. No tengo guión estipulado; me lanzo sin saber el resultado, y eso es apasionante. A diferencia de un actor con un guion, un pintor puede dejar que la pintura lo guíe. Con Iván, quise evitar la tristeza, pero hice un boceto triste que guardé para mí. Sin guión, surgen cosas inesperadas.—¿Va mejor el toreo o la pintura?—La pintura goza de buena salud; hay inversores, museos llenos, como el Prado o el Louvre. El toreo, en cambio, está en crisis. En Colombia y México se habla de corridas sin sangre. La sociedad, influida por una filosofía Disney, rechaza la muerte del toro, aunque consuma mariscos o pollos asados. Es una hipocresía. Vivimos en una dictadura maquillada de democracia. A los socialistas y comunistas les jode ver que la Fiesta es símbolo de poder y de fuerza, que pertenece a los pueblos, y tratan de imponer sus gustos y sus límites.—¿Se siente más libre en las calles de América, España o Francia?—Francia tiene más libertad de expresión y prensa. Aunque también hay corrupción, protegen más su cultura.—¿Volverá a su tierra colombiana?—No soy Picasso, que decía que no volvería a España hasta que no muriera Franco, pero yo no quiero pisar Colombia hasta que se muera Petro. Ha hecho mucho daño en mi tierra, pero no sólo a nivel taurino. Da mucho miedo.

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