Rosa Chacel, eternamente insatisfecha

Home People Rosa Chacel, eternamente insatisfecha
Rosa Chacel, eternamente insatisfecha

Leyendo los diarios de Rosa Chacel , «sin duda uno de los mejores diarios de la cultura española contemporánea», Anna Caballé no podía dejar de hacerse una pregunta. ¿Por qué una autora que transmitía tanta seguridad y autonomía, en sus diarios revelaba una personalidad tan distinta, profundamente insatisfecha? «Si yo pudiera contar esto»…, anota una y otra vez. «Rosa Chacel, eres escritora, ¿qué te pasa? Esta es la pregunta que yo me hice y que me ha costado mucho tiempo contestar». La respuesta está en ‘Íntima Atlántida. Vida de Rosa Chacel’ (Taurus), el último trabajo de la gran biógrafa española que ya nos había contado a Francisco Umbral, Carmen Laforet y Concepción Arenal . Caballé se adentra ahora la vida de la autora de ‘Barrio de Maravillas’ y llega a varias conclusiones. Que Chacel fue una eterna insatisfecha: «No consiguió de la vida lo que esperaba». Que si no ganó el Cervantes, seguramente, fue por lo que contó en sus diarios: decía que la cultura oficial la ignoraba por su «cierta especial brutalidad». Y que la biografía de Chacel es la historia de un matrimonio: «Esto yo no lo sabía; lo descubrí después».Eso que no podía contarse en los diarios era precisamente el amor, su relación con el pintor Timoteo Pérez Rubio , ese matrimonio que nunca terminó y nunca acabó de vivir. «Ambos construyeron una gran dependencia emocional el uno del otro». Se casaron en 1922 y vivieron una historia de lealtades y deslealtades. «Ella soportó durante décadas un triángulo amoroso». En su relación eran tres. «Él admiraba mucho la inteligencia de Chacel». Y ella, escribe Caballé, por ese enganche desarrolló «una manera oscura y prisionera de vivir la vida».’Íntima atlántida’ Autora Rosa Chacel Editorial Taurus Número de páginas 568 Precio 24,90 eurosChacel, sobrina nieta de José Zorrilla , nació en 1898, en una familia culta. Creció como una hija única (su hermana nació dieciséis años después) y esa centralidad moldeó una personalidad solitaria, áspera, con una forma muy peculiar de relacionarse. Miembro de la Generación del 27 por derecho propio, nunca se integró del todo: «Ella, en el fondo, tenía una formación muy clásica». Andrés Trapiello la metió en la ‘generación de los solitarios’: Juan Gil-Albert, Cernuda, Concha de Albornoz. Chacel compartía con los ‘solitarios’ su dificultad para tejer redes: «Ella las tejía y las destejía». Le pasó con Ortega y Gasset , que publicó el primer capítulo de su novela de debut ‘Estación, ida y vuelta’: «Pero fue una relación tensa, porque ella esperaba que Ortega leyera toda la novela y que reconociera su magisterio intelectual, y no lo hizo. A ella le molestó mucho y le envió una carta muy arrogante». Con Julián Marías ocurrió algo parecido: «La ayudó en todo lo que pudo y en cambio ella mantuvo un pulso interno con Marías».«Toda su ambición estaba en el reconocimiento de los otros -sostiene Caballé-, pero no le llegaba de la forma que esperaba. Yo creo que esto está en el origen de su insatisfacción». Y eso que tenía muchos motivos para sentirse satisfecha. A su regreso a España, tras el exilio, fue muy cuidada y en su obra hay «varios libros por los que mereció ganar el Cervantes, indiscutiblemente», dice Caballé: «Algunos de sus relatos son perfectamente comparables a los de Borges en ‘Ficciones’. ‘Desde el amanecer’ es una autobiografía excepcional. Sus diarios son muy buenos, también su novela ‘Teresa’». Ganar el Cervantes fue su última gran ambición. Le dolía no ganarlo, «pero poner toda tu esperanza en eso es confiar en lo incierto».Noticia Relacionada Vivimos como suizos opinion Si Frialdad antipática Rosa Belmonte Qué fascinante y horrible es la vida de Rosa Chacel contada por Anna Caballé en ‘Íntima Atlántida’Hay tres etapas en la vida de la escritora: juventud, exilio y regreso a España. «Los años 20 fueron los mejores años de su vida», explica Caballé. Fue un momento de juventud y plenitud sentimental. Luego vino el exilio: años vividos en Argentina y Brasil. Pobreza, traducciones mal pagadas, la ayuda esporádica de Timoteo… Cada año era peor que el anterior. Se exilió tras estallar la Guerra Civil. Pero la suya fue una huida más sentimental que política. A diferencia de su marido, que sí se significó con la República (salvó muchas de las mejores obras del Museo del Prado), ella era apolítica. «Nunca se comprometió políticamente con nada. Para mí, la partida a París es una huida ante las dificultades de la relación que tenía con Timoteo. El matrimonio estaba roto y ella se va, huye. Ella era anticomunista, estaba más cerca del anarquismo», dice Anna Caballé.Regresó a España con la democracia y vivió una tercera etapa, entre sus 70 y 90 años (murió con 96), convertida en un referente cultural del exilio. «La gente veía en ella a una viejecita encantadora. Yo creo que su obra se recibía muy acríticamente. Se le atribuían unos valores por ser una escritora exiliada». ¿Fue un icono del exilio por las razones equivocadas? «No, no, el exilio es indiscutible. Otra cosa es su adhesión al exilio, que fue tibia. Hay escritores a los que no les interesa la política. Y no pasa nada, no tienen ninguna obligación». Chacel solo se comprometió con su propia mente, con su inteligencia, aunque esto fuera una barrera con el lector, que no siempre entendió una obra exigente. «Hablar de las pasiones humanas sin contar una historia, que era el propósito literario de Chacel, es difícil». La publicación de sus diarios cuando lo tenía todo a su favor, contribuyó a «deconstruir» al personaje. «Creó un gran desconcierto. Ella lo veía todo, porque era muy inteligente, pero no lo podía remediar». Rosa Chacel, eternamente insatisfecha.

Leave a Reply

Your email address will not be published.