La guerra entre Donald Trump, el presidente de EE.UU., y Harvard, la universidad más prestigiosa y rica del mundo, ha entrado esta semana en un nuevo territorio: ahora es el centro educativo el que ha pasado al ataque. Harvard anunció que ha interpuesto una demanda contra la Administración Trump , tras la congelación de fondos federales y otras acciones ejecutadas contra la universidad.La demanda defiende que el Gobierno de EE.UU. está intentado socavar la autonomía académica de Harvard y exige a un tribunal federal de Massachusetts, donde tiene su sede, que paralice ese bloqueo de fondos federales que la Administración Trump está utilizando como palanca para «adquirir control de las decisiones académicas en Harvard».Desde su regreso al poder el pasado enero, Trump ha puesto a las universidades de elite, a las que acusa de ser un nido de antisemtismo y de ideología izquierdista radical, en el punto de mira. En las últimas semanas, ha emprendido acciones contra varias de ellas, con la amenaza de cortar los fondos federales, fundamentales para muchas de sus operaciones . Algunas, como la Universidad de Columbia, -el símbolo de las protestas pro-palestinas y anti-israelíes del año pasado en campus de todo el país y a las que Trump acusa de ser un foco de antisemitismo- optaron por aceptar las demandas iniciales de la Administración.Noticias relacionadas estandar Si Harvard, a la guerra contra Trump: «No entregaremos nuestra independencia» Javier Ansorena | Corresponsal en Nueva York opinion No Editorial La libertad suspende en Harvard Editorial ABCControl «sin precedentes» a las universidades Harvard, la universidad más poderosa, optó por plantarse. En un primer momento, la Administración Trump amenazó con congelar cerca de 9.000 millones de dólares en subvenciones y ayuda federal. Después, hace algo más de una semana, envío un listado de exigencias abrumadoras a Harvard: entre otras demandas, imponía la reforma del sistema de admisión de estudiantes y contratación de profesorado para que sea basado exclusivamente «en el mérito»; la supervisión de las admisiones de estudiantes extranjeros para que entre ellos no haya «hostilidad hacia los valores e instituciones de EE.UU.»; o el nombramiento supervisores de los Departamentos para asegurar que hay «diversidad de puntos de vista»; realizar una auditoría a todos los estudios que tenga cualquier atisbo de antisemitismo; o la eliminación de todas las políticas DEI (diversidad, equidad, inclusión).Ante esas demandas que limitarían en gran medida su autonomía universitaria, el rector, Alan Garber, respondió en una carta que Harvard «no entregará su independencia ni abdicará de sus derechos constitucionales» y que «ningún Gobierno, con independencia de qué partido esté en el poder, debe dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar y a qué áreas de estudio deben dedicarse».La Administración Trump respondió con una salva de ataques: la congelación de 2.200 millones de dólares en subvenciones , la amenaza de eliminar la condición de Harvard como organización sin ánimo de lucro exenta de impuestos, la amenaza de congelar otros mil millones de dólares o la amenaza de prohibir la llegada de estudiantes internacionales a la universidad.Violación a la Primera Enmienda de la ConstituciónPara Harvard, las exigencias a la institución y las medidas y acciones anunciadas como respuesta son ilegales e inconstitucionales. Según su demanda, la Administración Trump está violando la Primera Enmienda de la Constitución (la que consagra la libertad de expresión y, dentro de ella, la libertad académica), además de no haber cumplido con los procedimientos establecidos en el Título VI para determinar que la institución no debe tener acceso a financiación federal y con otras regulaciones federales.En otra misiva publicada a la vez que se interponía la demanda, Garber acusaba al Gobierno de EE.UU. de tratar de imponer un «control sin precedentes e impropio» a las universidades y que las consecuencias de la congelación de fondos -de los que dependen investigaciones científicas de todo rango- serán «severas y duraderas».Garber aseguró que las acusaciones de antisemitismo contra Harvard son solo la justificación para este intento de poner bajo control a las universidades. Y que «como judío y estadounidense, sé muy bien que existe una preocupación válida sobre el aumento del antisemitismo», algo que requiere «comprensión, intención y vigilancia. Harvard se está tomando eso en serio».Harvard está mejor armada que cualquier otra universidad para dar la batalla. Cuenta con un ‘endowment’ -el colchón financiero alimentado por donaciones, invertido en mercados y cuyos beneficios costean parte del presupuesto- de 53.000 millones de dólares.Pero la Administración Trump también da señales de que no se detendrá. «El chollo de la asistencia federal a entidades como Harvard, que enriquecen a sus burócratas con impuestos de familias estadounidenses que lo pasan mal se va a acabar», reaccionó en un comunicado Harrison Fields, uno de los portavoces de la Casa Blanca. «Los fondos que vienen del dinero de los contribuyentes es un privilegio, y Harvard no está llegando a las condiciones básicas para acceder a ese privilegio». Para el resto de universidades amenazadas por la Administración Trump, la guerra con Harvard es decisiva: si la universidad gana, muchas se animarán a plantar cara. Si quien prevalece es la Administración Trump, la salida más probable será la capitulación.

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