La hucha de clases

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La hucha de clases

En el país de la envidia igualitaria ha causado sensación el exitoso ‘crowdfunding’ de Pablemos para financiar la reforma de su taberna proletaria en Lavapiés. ¿Tendrían razón las viejas beatas de rosario con cuentas de lapislázuli, que los pobres se lo gastan en vino? Pero hay audacia en la idea de Pablemos: sé de un pueblo famoso por su Pasión Viviente donde el panadero hubo de acometer la reforma de su tahona en cuatro años porque, si la hacía de golpe, se quedaba sin clientes, que no iban a perdonarle semejante signo de prosperidad.Pablemos es un personaje del infausto 78 con una taberna en Madrid, como Cocherito, y cuyo nombre es un homenaje al imprentero iletrado que fundara el partido socialista en una taberna que todavía hoy expende pavías de bacalao. No es izquierda porque en el Estado de partidos no puede haberla, y poniéndonos exquisitos, porque según Gramsci un líder es tan de izquierdas como hubiere elevado la vida material de sus partidarios a la suya. Pero su ‘crowdfunding’ para la taberna proletaria es una revisión de Marx en toda regla: cualquier Arévalo de nuestra cómica politología andante vería en ello la sustitución de la lucha de clases por una hucha de clases.La lucha de clases no es un invento de Marx, que se limitó a apropiársela, como ocurre con todas sus frases de camiseta: como concepto, la expresión «lucha de clases» debió de tomarla de ‘El federalista’ de Hamilton, y como ideal, del ‘Tercer Estado’ de Sieyes, como tomara de Heine el «opio del pueblo».Mas, como decía el del pelotón spengleriano tan caro a Girón, todo ideal procede de alguien a quien le es necesario. Y, como nuestro Wenceslao dejó dicho en estas páginas, la actitud del político en estas cuestiones que afectan a los humildes no tiene más sinceridad que la del oportunismo: no las sienten; improvisan elegías pensando en las urnas.-La urna los atrae. Como la hucha. Ambas tienen su ranura. Por la una se echan papelitos que representan poder. Por la otra, papelitos que representan riqueza. ¡Política de politiquilla, siempre política!La lucha de clases implica odio social: en el odio «late calladamente el reconocimiento de la valía del adversario». Cuando unos butroneros robaron su mesa de mezclas y le tiraron de la coleta, Pablemos, jovezno, anotó: «¡Eran lúmpenes, gentuza de clase más baja que la nuestra!». En cambio, la hucha de clases implica envidia igualitaria (¡democracia!): la envidia es la mirada oblicua de abajo arriba a algo superior. El exitoso ‘crowdfunding’ de Pablemos supone la realización de la «fiscalidad voluntaria y responsabilidad ciudadana» que Sloterdijk soñó para la socialdemocracia europea:-Un ministro de Economía moderno es un Robin Hood que ha jurado la Constitución.Con el ‘crowdfunding’ el emprendedor evita la explotación (sólo se explota el que quiere) y puede irse de puente sin la angustia de pensar quién atenderá la tienda. Amancio Ortega es un dinosaurio.

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