Observan, en directo, la agonía de un planeta que se desintegra al ritmo de ‘un Everest’ cada 30,5 horas

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Observan, en directo, la agonía de un planeta que se desintegra al ritmo de ‘un Everest’ cada 30,5 horas

A 140 años luz de distancia de la Tierra, un equipo de astrónomos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) está siendo testigo de un auténtico drama cósmico. Un pequeño mundo rocoso, más o menos del tamaño de nuestro Mercurio pero 20 veces más cerca que él de su enorme sol, está siendo, literalmente, pulverizado. Cada 30 horas y media, en efecto, este pequeño planeta, que los investigadores han etiquetado como BD+05 4868 Ab, completa una frenética vuelta alrededor de su gigantesca y ardiente estrella, recibiendo en su viaje un calor infernal de hasta 1.600 grados, mucho más intenso que cualquier cosa que Mercurio haya experimentado jamás. Por eso, su superficie, en lugar de ser sólida, es un mar de lava hirviente, un océano de roca fundida que bulle y se agita bajo el implacable asedio estelar. Una ‘sopa’ de magma cuyas partículas minerales se ‘evaporan’ sin cesar, elevándose en densas nubes hacia el vacío del espacio. La débil gravedad del planeta, además, no consigue retener todo ese material a la fuga, de modo que, a medida que BD+05 4868 Ab avanza, va dejando tras de sí un rastro brillante, una larga y polvorienta ‘cola’ como la de un cometa que viaja cerca del Sol. Solo que la cola de BD+05 4868 Ab mide más de nueve millones de km, y no está hecha de partículas de hielo, sino de diminutos granos de minerales arrancados por el calor y la radiación al planeta mismo. Una cola, pues, realmente gigantesca, tan larga que se extiende a lo largo de la mitad de la órbita planetaria.Noticia Relacionada estandar Si K2-18b, el planeta que huele a mar y en el que podría haber vida José Manuel NievesUn ‘Everest’ cada 30,5 horasSegún explican los investigadores, cada vez que este pequeño mundo completa una órbita, pierde una porción de sí mismo equivalente a la masa de nuestro monte Everest. Estamos, pues, ante una lenta pero constante ‘hemorragia’ planetaria. Su ya escasa masa, por lo tanto, disminuye con cada vuelta y con ella, su fuerza gravitatoria se debilita aún más, haciendo que le resulte cada vez más difícil aferrarse a lo que queda de sí mismo. Según los investigadores, BD+05 4868 Ab podría disolverse por completo en un plazo entre uno y dos millones de años.«Tuvimos suerte de pillarlo exactamente cuando se está yendo -afirma Avi Shporer, coautor del estudio-. Está como en su último aliento».El descubrimiento fue posible gracias al Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito (TESS) de la NASA, una misión liderada por el MIT que busca exoplanetas monitoreando las estrellas más cercanas en busca de tránsitos, o caídas periódicas en la luz estelar cada vez que un planeta pasa por delante. Fue precisamente una peculiar fluctuación en la profundidad de un tránsito lo que alertó a los astrónomos. De hecho, dicen los autores del estudio, el hallazgo fue casi una casualidad.«No estábamos buscando un planeta así -asegura Marc Hon, también coautor del estudio-. Hacíamos la típica investigación de exoplanetas , y descubrí una señal que parecía inusual».Una señal reveladoraSimplemente, el brillo de la estrella tardaba mucho más de lo normal en recuperarse, lo que sugirió que tras el planeta mismo había una larga estructura que aún bloqueaba parte de la luz estelar. Y aún más intrigante, la profundidad del oscurecimiento cambiaba con cada órbita, lo que llevó a concluir que lo que pasaba frente a la estrella no siempre tenía la misma forma, ni bloqueaba la misma cantidad de luz.«La forma del tránsito – explica Hon- es típica de un cometa con una cola larga. Excepto que es poco probable que esta cola contenga gases volátiles y hielo, como se espera de un cometa real. Y ningún cometa, además, podría sobrevivir mucho tiempo tan cerca de la estrella huésped».De los casi 6.000 planetas extrasolares confirmados hasta la fecha, los astrónomos sólo conocen otros tres que estén en pleno proceso de desintegración. Los tres descubiertos hace una década por el Telescopio Espacial Kepler y todos ellos con una cola similar a la de un cometa, pero ninguna tan larga como la que exhibe BD+05 4868 Ab. Lo cual, en palabras de Hon, «implica que su evaporación es la más catastrófica, y que desaparecerá mucho más rápido que los otros planetas observados».MÁS INFORMACIÓN noticia Si Descubren un planeta con una órbita perpendicular alrededor de dos estrellas noticia Si Aviso para la Tierra: una enorme tormenta solar desata el infierno en JúpiterLa relativa cercanía y brillo de la estrella anfitriona de BD+05 4868 Ab convierten a este pequeño mundo en un objetivo ideal para el Telescopio Espacial James Webb (JWST) de la NASA. El poderoso telescopio, en efecto, puede analizar con detalle la composición mineral de la cola de polvo, revelando información valiosa del interior del planeta. Por eso, a Hon y a sus colegas les ha sido asignado tiempo de observación con el James Webb este mismo verano. «Será una oportunidad única para medir directamente la composición interior de un planeta rocoso -explica el científico-, lo que puede decirnos mucho sobre la diversidad y la habitabilidad potencial de los planetas terrestres fuera de nuestro Sistema Solar».

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