Tras la comparecencia del pasado martes en la que Sánchez dio cuenta de las próximas inversiones en defensa –por mucho que use largas paráfrasis eufemísticas– de manera inmediata Yolanda Díaz, vicepresidenta y líder de Sumar, abanderó el discurso oficial del sector más comunista del gobierno calificando dicha inversión de excesiva e innecesaria. Tras ello, Enrique Santiago y buena parte de Izquierda Unida han puesto sobre la mesa la posibilidad de romper con el ejecutivo, una decisión que, aunque sean comunistas, sería honorable en tanto en cuanto asistiríamos por vez primera a un sector político cumpliendo con su palabra. Ahora bien, Díaz, que es una comunista de todo a cien, de esas que no ha leído a Marx o a Engels y su ideología política no se basa sino en cuatro eslóganes de marquesina barata para contentar a quienes compran un pescado caducado como es el comunismo en pleno siglo XXI tras más de cien millones de muertos, ha salido a evidenciar cuál es su verdadero posicionamiento en esta materia y es que una cosa es la teoría y otra bien distinta la práctica: condenar el militarismo –occidental, claro, nunca el ruso de Putin, por ejemplo– está bien, pero si dicha condena implica la salida del ejecutivo y dejar de trincar… pues tampoco está tan mal. En sus planes, ha manifestado, no está salir del gobierno, una postura que bien podría ilustrarse con un verso de Góngora y es que «ande yo caliente, y ríase caliente» o, si se prefiere, «estos son mis principios: si no les gustan, tengo otros», según afirmó el célebre Marx, el bueno, claro, no el otro.Raúl Calleja. Palma del Río (Córdoba)Investido y «embestido»Permítanme que me remonte al jueves 31 de mayo de 2018, a la moción de censura a Rajoy y a la investidura como presidente del Gobierno de Sánchez. Este primer paso hacia el abismo de continuos vaivenes políticos de nuestro país nos ha traído consecuencias probablemente irreversibles. Una vez culminada la moción de censura y más tarde las elecciones tan veraniegas deSánchez, esté logró con indudable merito acularse en las tablas de Moncloa, tanto los partidos independentistas catalanes como los llamados nacionalistas vascos y los oportunistas de Sumar y Podemos han pasado a ser dominadores de la plaza a base de sus ‘embestidas’ al inconcebible presidente que nos ha tocado aguantar. Investidura y embestidura son por desgracia las dos patas que sujetan, de manera inestable pero evidente al Gobierno que nos desgobierna, al Gobierno de la desgracia del desatino y de las decisiones que tenemos y tendremos que pagar todos los españoles más pronto que tarde. Las consecuencias económicas para lo que queda de España van a ser sangrientas. Solo les ruego que actúen y se acuerden de que les están ‘embistiendo’ sin piedad alguna unos avariciosos indocumentados llenos de codicia y antipatriotismoJuan Mato Rodríguez. Madrid

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