«Fiestas de media noche con chicas hasta bien entrada la madrugada. Tenemos las imágenes grabadas de cómo entran y salen. Estamos desesperados, así no se puede descansar». «Hemos llamado muchas veces a la Guardia Urbana. Antes acudían y les multaban. Ahora, como están en la terraza, cuando ven las luces de los coches acercarse apagan la música y los agentes no pueden hacer nada».Es el agónico relato de los vecinos de un inmueble situado en la calle General Mitre, en Barcelona, en la que explican que Ansu Fati se compró uno de los áticos y estuvo un año y medio haciendo obras. «Lo que no le gustaba cuando lo veía hecho, lo mandaba derruir y los obreros empezaban de nuevo». «A todos nos sorprendió que tuviera que hacer tantos trabajos, porque una pareja que sólo había vivido allí un año reformó totalmente el piso cuando llegó». «Ansu Fati pidió permiso a la comunidad para construir una pequeña piscina o jacuzzi en la terraza y se le dijo que no, pero está pendiente una revisión para saber si lo hizo o no».Hasta aquí los vecinos asistían con extrañeza pero sin problema a los primeros pasos de convivencia con el delantero del Barça. Efectivamente, ese ático de la calle General Mitre figura a nombre de Anssumane Fati Vieira.Noticias relacionadas opinion Si Shambhala Barcelona, contra el ciclismo feminista Salvador Sostres opinion Si Todo irá bien La brutal sinceridad de Masip Salvador SostresAl terminar las obras, hace un año, la vida nocturna de los vecinos se volvió un infierno. «A veces las fiestas empezaban a las doce de la noche, y otras a las tres de la madrugada. Primero llegaban Ansu y sus amigos y luego las chicas, riendo, gritando y haciendo mucho ruido. Antes de llamar a la Policía habíamos intentado calmarlos. Una vecina –una señora muy respetable– fue educadamente a pedirles que bajaran la música y uno de los chicos, el que le abrió la puerta, le dijo que si quería que pasara y que también a ella la iban a apañar».La noche del pasado jueves la Guardia le dejó otra denuncia en el buzón, pero ni las multas han surtido ningún efecto, y menos desde que los jóvenes han descubierto el truco de vigilar desde la terraza del ático la llegada de los coches con las luces para apagar momentáneamente la música y fingir normalidad. Ante esta impotencia, los vecinos, que son todos del Barça, han decidido hacer público su problema. Primero, para poder dormir. Segundo, porque Ansu Fati es uno de los jugadores mejor pagados del primer equipo, con un salario creciente de 12 millones de euros brutos en la temporada 25/26 y de 14 en la 26/27. Es decir, un total de 26 millones de euros brutos que no se corresponden con su aportación y ni siquiera entra en los planes de Flick.Los vecinos consideran que con su actitud nocturna, Ansu no sólo les está molestando sino que está defraudando al club, que tan generosamente paga por unos servicios que el chico no provee. Preguntados expresamente por ello, estos vecinos aseguran no haber visto a ningún otro jugador entrar y salir del inmueble en estas noches de desenfreno. Sí en cambio, y en repetidas ocasiones, al hermano de Ansu.Pero lo cierto es que la verdadera preocupación del Barça no es lo que haga Ansu, al que dan por juguete roto y perdido, sino la euforia, igualmente nocturna, de Lamine Yamal. La estrella, menor de edad todavía, está disfrutando sin dejar nada para el día siguiente de la popularidad que su deslumbrante talento le da. Además de la fiesta, preocupa también su carácter arrogante, poco consciente de que sin sus compañeros y sin la institución de ninguna manera podría brillar como el miércoles contra el Inter.Cuando Pep llegó al Barça, echó a Ronaldinho y a Deco, a los que futbolísticamente tanto apreciaba, porque se dio cuenta de que eran los que llevaban por el mal camino a Messi. También al poco de asumir su cargo, convocó en Semon a los principales dueños de las discotecas de Barcelona y Gavá, todos muy futboleros, y todos muy del Barça, y les pidió que cada vez que uno de sus jugadores acudiera a sus locales le mandaran un mensaje con la hora a la que había entrado, la hora a la que se había marchado y el número de consumiciones. Sólo así, les dijo, podré hacer un equipo campeón. Para reforzar este control, el club encargó seguimientos puntuales a algunos jugadores con problemas de rendimiento.Ninguna de estas medidas se ha tomado de momento en la nueva etapa. El excuñado de Laporta, Alejandro Echevarría, ha blindado al primer equipo, y sólo él decide quién y cuándo puede acercarse a los jugadores. Pero a lo máximo a lo que hasta la fecha se ha llegado es a calmar los celos de los demás jugadores haciéndoles firmar de vez en cuando alguna camiseta, que luego Echevarría regala o se queda, porque la realidad es que el 99 % de las peticiones son para Lamine Yamal. Y a pedirle al pastelero Christian Escribà que por Pascua hiciera figuras no sólo del astro sarraceno sino también de algunos de sus compañeros.Lamine Yamal cabalga a lomos de su genialidad y con la capacidad regenerativa que por ahora la edad da a su cuerpo. Pero tanto Flick como los preparadores físicos son conscientes de que si no se cuida, pronto su luz menguará y harán mella en él las lesiones. Mientras se piensa en la estrategia adecuada para protegerlo, el joven flota en su éxito sin asideros: ni su padre, como demuestra en sus constantes y desafortunadas apariciones en las redes sociales, puede ser considerado un referente; ni tampoco el presidente del club, que es quien tendría que dar ejemplo para poder exigirle. En un almuerzo social de hace unos días, Laporta dijo que el hotel que más le gusta en Madrid, y al que siempre va, «es el Intercontinental, pero no porque sea el mejor sino porque la suite que me dan es muy grande y discreta».

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