El matrimonio formado por Lorenzo Silva y Noemí Trujillo tiene en común una hija, la creación de la editorial Playa de Akaba y el amor por la literatura. Aparte de sus obras en solitario, han escrito alguna a cuatro manos, y en 2019 comenzaron una serie de novelas policiacas protagonizadas por Manuela Mauri, inspectora de Homicidios de la Policía Nacional. Cuenta el ‘padre’ de la célebre pareja integrada por los guardias civiles Rubén Bevilacqua, Vila y Virginia Chamorro que Manuela Mauri nació en ‘Carabanchel Blues’, un relato del libro colectivo ‘Madrid negro’. El marco elegido por Silva fue el barrio donde nació en 1966, y, sin olvidar a sus queridos ‘picoletos’ -el año pasado se cumplieron 25 años desde la publicación de la primera entrega-, ideó una singular investigadora. Y le propuso a Noemí Trujillo darle, juntos, mayor entidad. Un personaje como Manuela Mauri no podía ni debía nacer y morir en una única aparición. Las tres novelas hasta ahora de la serie -todas publicadas en Destino- componen, señalan sus autores, una suerte de trilogía -aunque pueden leerse de manera independiente-, con asuntos comunes. Así, la prostitución y la violencia machista, pero, subraya Trujillo, no con el mismo perfil de víctima: «Hay diferencias entre ellas, edad, nacionalidad…, pero las dos caen presas de una gran trampa y una gran mentira de la que no saben huir. Para aguantar recurren a las drogas». —¿Cómo es escribir a cuatro manos?—Noemí Trujillo: Llevamos mucho tiempo escribiendo juntos, aunque somos escritores muy diferentes. Él es muy sistemático, muy ordenado. Si ves su mesa de trabajo parece que todas sus cosas están puestas con una regla. Yo soy un puro caos, que a veces es necesario para que después venga el orden. A la hora de escribir, Lorenzo es más sistemático y yo más anárquica. Luego, en el momento de promocionar es totalmente distinto. Lorenzo improvisa en las presentaciones, entrevistas…, nunca sé lo que va a decir, yo intento llevar un discurso más preparado. Es decir, por la forma de escritores que somos cada uno de nosotros no tenemos un método desarrollado. No obstante, reflexionando sobre ello, he llegado a la conclusión de que hay que dejar morir un poquito el ego propio, sin abdicar de una actitud de valentía para defender tus ideas.Noticias Relacionadas reportaje Si Con Franz en la muralla Lorenzo Silva reportaje Si PASAJES DEL XXI El caminante en Hamburgo Lorenzo Silva—Lorenzo Silva: La principal diferencia al escribir solo o con otra persona es que en este caso hay dos fases, una previa y otra posterior. En la primera, sobre el qué, el cómo, el porqué y el para qué, y en la otra, una puesta a punto final, donde hay que intentar conseguir una voz que no sea ni la suya ni la mía. —Siempre eligen títulos con referencias literarias…—N. T.: Es una voluntad de que fuera así desde el principio. Parte de un deseo para aunar la novela negra con la gran literatura del siglo XX. El primer libro era un homenaje a Primo Levi, el el segundo a Arturo Barea, un republicano que se exilió y puede ser icono de toda esa generación que perdió todo tras la guerra. Y en el tercero nos preguntamos quién podría recoger sus legados. Beckett era adecuado por muchas cosas. Una esencial es porque sus personajes siempre están atrapados, como nuestra Susana.—L. S.: La idea es de Noemí, y luego hemos intentado que tenga sentido en las novelas. La mirada de Primo Levi sobre los prisioneros de los campos de concentración nos sirvió para mostrar la despersonalización de las mujeres víctimas de trata. Y en este caso la visión que tiene el personaje de Beckett, el innombrable, sobre sí mismo, alguien que está a merced de los demás, y que, al final, se ve reducido a pura materia que los otros manosean, refleja bien la vivencia de quien no solo está aprisionada en una red de prostitución, sino que además es menor de edad, es decir, que tiene una manifiesta vulnerabilidad frente a sus explotadores.—¿Cómo es Manuela? Aparece Marlowe, pero ella es muy distinta al detective de Chandler…—N. T.: Hemos querido romper con el arquetipo del tipo duro de la novela negra. Marlowe es el gran representante. Ese modelo ha marcado la ficción criminal durante décadas. De hecho, cuando empiezan a aparecer las primeras novelas de mujeres detectives en los años ochenta, se trasplanta el arquetipo del tipo duro a lo femenino. Nos interesaba erosionar ese modelo. No hay razón para que el actual investigador de homicidios responda a ese arquetipo. Los que nosotros conocemos no son así. Hemos trabajado su maternidad, los conflictos que genera, su carácter, esa escisión entre ser mujer, ser madre y ser policía. Hay un capítulo, que fue idea de Lorenzo, que se titula ‘Lágrimas’, en el que Manuela tiene que enfrentarse a un diagnóstico médico complicado. Cuando yo la vi por primera vez me sentí tentada a eliminarlo, pero luego dije no. El arquetipo de dureza está envejeciendo mal, tiene que actualizarse. Responder a modelos más creíbles. —L. S.: Hemos intentado hacer un personaje complejo y lo más humano y creíble posible. Tiene en común con Marlowe que es, como él, quijotesca. No hay héroe literario español que no sea un poco quijotesco. Pero a la vez es muy pragmática porque no se dedica a embestir molinos de viento, sino a instruir diligencias dentro de un marco legal tan garantista como es el español. Si mete la pata, el malo saldrá absuelto por falta de pruebas. Es, a la vez, racional y emocional, procura utilizar tanto su razón como su capacidad de calar tanto en las emociones propias como ajenas para ser mejor en su trabajo.—En ‘La Innombrable’ leemos : «El mal existe». ¿La novela negra nos lo advierte? ¿Qué les parece el cambio en los cuentos sin malos, lobos…?—N. T.: Nosotros con nuestra hija leemos mucho. Y todo en versión original. Y ella misma nos pregunta, ¿pero es el original o una adaptación? —L. S.: Ramón J. Sender dice en su libro de conversaciones con Marcelino Peñuelas, que es un poco la exposición de su pensamiento literario, que «la función del novelista es señalar el mal». No resolverlo, eso le incumbe a otros. No moralizar, sino señalarlo, está ahí. Esa función la cumple especialmente la novela negra. Y lo puede hacer de manera muy eficaz, porque a veces el mal no está donde aparentemente se le puede ver, sino en ese ángulo oscuro, donde a veces parece que no mira nadie. En esta novela no buscamos fundamentalmente la intriga, pronto se averigua quiénes están implicados en la red de prostitución. Es más bien un viaje similar al de Teseo en el laberinto y, al final, hay un minotauro. En nuestra novela hay un capítulo que se llama precisamente ‘Minotauro’. Y es la piedra angular que ha destruido a esa chica.—Susana, cuando toma la palabra, confiesa que vivía en un vacío. ¿Esto lleva hoy a muchos jóvenes a meterse en callejones sin salida?—N. T.: Darle voz a una chica tan joven que había vivido en el infierno era muy difícil. Por eso hicimos la apuesta de poner un prólogo y un epílogo con la voz de la víctima. La engañan en un parque para tomar la peor decisión de su vida. Y reflexiona sobre que si esa mujer le hubiera ofrecido que le vendiera un riñón habría salido corriendo. Pero no la educaron para que se escandalizara ante lo que le proponía. Quizá es necesario un giro cultural en nuestro país, un debate para abordar con serenidad, precisión y seriedad la prostitución. —L. S.: Cuando alguien decide convertir su sexualidad en una mercancía es tanto como convertirse a sí mismo en mercancía. Salvo excepciones, siempre existe una vulnerabilidad, una fragilidad, una inferioridad en una de las partes de la transacción. En Susana, su minoría de edad; no ha alcanzado la madurez, y eso es aprovechado. Quizá estemos fallando a nuestros jóvenes, les tenemos distraídos con un montón de cosas que son en buena medida ficticias e inconsistentes, y no les estamos ofreciendo referencias precisas del enorme potencial destructivo de ciertas experiencias. Es una responsabilidad que tenemos las generaciones anteriores. —¿Habrá más casos de Manuela Mauri?—N. T.: Sí. En esta tercera novela, hemos sembrado varias cosas que nos gustaría desarrollar en la cuarta. Es una serie muy de personaje, queremos saber más de Manuela: su infancia, su primer matrimonio… Y esperamos que nuestros lectores también. Pero aún no la estamos escribiendo.
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