Gritos en el Ala Oeste de la Casa Blanca: «¡No lo puedo creer! ¡Un Papa americano!»

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Gritos en el Ala Oeste de la Casa Blanca: «¡No lo puedo creer! ¡Un Papa americano!»

Gritos en el Ala Oeste. «¡No lo puedo creer!». Carreras apresuradas, aplausos dispersos, euforia contenida. ¿Hablará el presidente? Un corresponsal italiano no pudo evitar gritar: «¡Un Papa americano!». Eran las 13.20 en Washington, las 19.20 en Roma. León XIV acababa de asomarse al balcón de San Pedro. El cardenal Robert Prevost, un misionero de Chicago , se convertía en el primer Pontífice nacido en Estados Unidos.Donald Trump no pudo evitarlo. En ese momento, estaba reunido con el legendario golfista Tiger Woods en el Despacho Oval y, sin dudarlo, salió hasta las puertas del Ala Oeste para expresar su entusiasmo a la prensa. «¡Es un gran honor! ¡Un honor! ¡Y me dijeron que es el primer Papa americano, y dije: excelente, es una gran noticia!», exclamó ante los periodistas.Un reportero le preguntó insistentemente si se arrepentía de haber publicado en redes sociales aquella famosa imagen generada por inteligencia artificial en la que aparecía vestido de Papa, con mitra y solideo. Trump se limitó a mirarle fijamente, en silencio, para luego sentenciar: «Siguiente pregunta». No era día para bromas.Noticia Relacionada Plaza de San Pedro estandar Si «¡Bianca, bianca!»: carreras, nervios, aplausos y gran emoción J. R. Navarro-ParejaMomentos antes, cuando el humo blanco ya salía por la chimenea en San Pedro, Trump recibía en la residencia de la Casa Blanca a un grupo de madres de militares, acompañado de la muy católica Melania. La primera dama, en uno de sus contados discursos públicos, pidió caridad y concordia, celebrando el sacrificio de la maternidad.Para muchos católicos, Melania Trump ha sido un ancla de tradición en la Casa Blanca, con su elegante sentido de la estética y un apego visible a los ritos religiosos. La imagen captada en el funeral del Papa Francisco reflejó ese respeto por el rito: Trump, de un impecable azul marino, junto a Melania, vestida de riguroso luto, con mantilla y guantes de encaje, rezando ante el féretro de madera con una cruz grabada. Parecían salidos de un funeral de la realeza europea.Sus más y sus menosTrump ha tenido sus más y sus menos con la Iglesia Católica. El voto católico le ha sido favorable en 2016 y 2024. Sólo en 2020 se le impuso por poco Joe Biden, él mismo católico y practicante. Con el Papa Francisco, Trump protagonizó un desencuentro memorable en 2016, cuando el Pontífice le calificó de «despreciable» por sus ataques a los inmigrantes. Francisco le acusó de «no comportarse como un cristiano» durante su campaña de primarias, cuando pocos apostaban por su victoria.Con los años, esas relaciones se enmendaron, al menos en apariencia. Trump visitó a Francisco en el Vaticano en 2017, pero el fallecido Pontífice nunca volvió a pisar suelo estadounidense desde 2015, ni con Trump ni con Biden. Fue el Papa reciente que menos lazos tuvo con Estados Unidos, algo que el Vaticano parece haber remediado con León XIV.El primer Papa norteamericano. Un misionero de Chicago. La puerta entre Roma y Washington se abre de par en par, y Trump, desde el Ala Oeste, no pierde la oportunidad de presentarlo como un triunfo del renovado poder estadounidense.Lo mismo sucede con dos hombres de gran poder en Washington, dos católicos: el vicepresidente J. D. Vance , último mandatario mundial en ver a Francisco con vida, y el secretario de Estado Marco Rubio, jefe de la diplomacia norteamericana. Los dos dieron la enhorabuena a León XIV una vez este se hubo dirigido a los fieles católicos desde el balcón en San Pedro.Un desconocidoLo que el nuevo Papa representa para la Casa Blanca sigue siendo un misterio. Aquellos mismos funcionarios que recibieron con júbilo la noticia se apresuraron después a investigar todo lo posible sobre un hombre que, para muchos, era un desconocido: un humilde misionero con su diócesis y su corazón en Perú, elegido personalmente por Francisco. Un agustino sin vínculos significativos con Washington ni con la Conferencia de Obispos.Hasta ahora, sus declaraciones apuntan a un interés más pastoral que político o diplomático. En 2023, describió su misión como «ampliar la base», un concepto repetido por Francisco en su papado: extender el espacio de acogida para aquellos que han quedado fuera, para los excluidos, para los que no encuentran su lugar en la Iglesia, también en la primera potencia.

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