Hombre de su tiempo, el Papa León XIV tiene sus propias opiniones sobre los acontecimientos políticos más recientes en su país de nacimiento, Estados Unidos . Y en esta era de redes sociales omnipresentes, sus posiciones han quedado registradas públicamente, provocando una creciente indignación en algunos sectores del trumpismo más militante. A pesar de que, como ciudadano privado, Robert Prevost votó en primarias republicanas cuando pudo hacerlo, y de que las enseñanzas de la Iglesia en temas sociales como el aborto o el matrimonio igualitario se alinean con los valores conservadores que tradicionalmente han defendido los republicanos, la elección del Papa estadounidenses ha despertado recelos entre los defensores más férreos del presidente Trump.El punto de quiebre no es sorprendente. La Conferencia Episcopal de Estados Unidos ha sido muy crítica con la política migratoria de Trump, al igual que la curia en Roma. A ojos del Vaticano, la Casa Blanca ha optado por una deshumanización que resta dignidad a personas que han huido de sus países en busca de una vida mejor para ellos mismos y sus familias.Noticia Relacionada estandar Si Trump logra su primer gran pacto comercial, con Reino Unido y manteniendo el arancel del 10% David Alandete El pacto incluye concesiones estratégicas para Estados Unidos en sectores como agricultura, aeronáutica y manufactura, mientras se refuerza la alianza con Londres tras el BrexitEso es lo que ha expresado en sus comentarios en redes sociales, sobre todo en X, el cardenal Prevost. Sobre todo, el hoy Papa rechazó la interpretación del vicepresidente JD Vance sobre una doctrina católica llamada «ordo amoris» utilizada para justificar las políticas de deportación de la Administración Trump. El «ordo amoris», según San Agustín, es el «orden del amor», un principio por el cual se deben amar las cosas y las personas en función de su valor y cercanía a Dios. Vance, convertido al catolicismo en 2019, reinterpretó este concepto para justificar sus políticas migratorias, argumentando que proteger a Estados Unidos y sus ciudadanos era una forma correcta de amor, priorizando la seguridad nacional sobre la acogida de inmigrantes. Y Prevost lo sabía bien porque, además de haber sido obispo en Perú, fue el prior general de la Orden de San Agustín, su máxima autoridad a nivel mundial. Durante su mandato, encabezó la comunidad agustiniana desde 2001 hasta 2013 , promoviendo los valores de justicia, amor al prójimo y defensa de los más vulnerables, principios fundamentales en el pensamiento de San Agustín. Para Prevost, el «ordo amoris» no justificaba políticas de exclusión, sino un orden de prioridades basado en la dignidad humana y la solidaridad.En un artículo del National Catholic Reporter que Prevost compartió, se calificaba esa interpretación de Vance como «errónea».Además, el entonces cardenal criticó la separación de familias migrantes en la frontera, compartiendo un artículo del cardenal Blase J. Cupich que señalaba que esa política «no era remotamente cristiana, estadounidense ni moralmente defendible». También había compartido comentarios del cardenal Timothy M. Dolan de Nueva York, quien describió la retórica anti-inmigrante de Trump como «problemática».Hace apenas unos días, en abril, Prevost compartió un texto de Rocco Palmo en el que se cuestionaba si Trump y Nayib Bukele «veían el sufrimiento» causado por sus políticas migratorias, esto después de la visita del presidente salvadoreño a la Casa Blanca.La incomodidad generada por esos comentarios, recuperados en redes sociales tras su ascenso al papado, ha sido palpable entre las filas del trumpismo. Figuras como Laura Loomer no tardaron en reaccionar, tildando al nuevo pontífice de «progresista» y «antitrumpista». Incluso fue más allá, llamándolo directamente «marxista», equiparándolo con el Papa Francisco , cuyas críticas a las políticas migratorias de Trump también despertaron recelo en su momento.Loomer no fue la única en expresar su descontento. Jack Posobiec, una de las voces más prominentes del movimiento «Make America Great Again» (lema de Trump) aseguró que las publicaciones de León XIV en redes sociales «no auguran nada bueno para los seguidores de Trump». Posobiec cuestionó que el jefe de la Iglesia Católica se involucrara en asuntos políticos, un argumento que, paradójicamente, contrasta con su defensa abierta de la intervención de líderes evangélicos en la política estadounidense.Charlie Kirk, fundador del grupo Turning Point USA, se sumó a las críticas, sugiriendo que aún era pronto para definir al nuevo Papa. «¿Es un republicano pro-vida de Chicago o un globalista de fronteras abiertas instalado para contrarrestar a Trump?», se preguntó en redes sociales, marcando la narrativa de que la elección de León XIV podría haber sido influenciada por sectores contrarios al trumpismo.Estos polemistas no son simples articulistas, son gente con la que Trump y sus asesores más estrechos hablan, interlocutores directos a quienes se ha visto hasta en el Despacho Oval, en su mansión de Mar-a-Lago o en los vuelos privados del presidenteDesde la Casa Blanca, en cambio, Karoline Leavitt intentó minimizar este viernes la polémica , destacando el orgullo de Trump por tener un Papa estadounidense y evitando entrar en detalle sobre los comentarios críticos que el entonces cardenal Prevost había realizado en redes sociales.«El presidente dejó muy clara su reacción al anuncio del Papa León ayer. Está muy orgulloso de tener un Papa estadounidense . Fue una sorpresa para todos; vi que los medios de comunicación se sorprendieron al informar sobre eso ayer, pero es un gran acontecimiento para Estados Unidos y para el mundo», afirmó la portavoz. Por su parte, el vicepresidente Vance, que se reunió con el Papa Francisco poco antes de su muerte, no mostró signos de incomodidad ante el nombramiento del nuevo pontífice , aun a pesar de sus críticas. En redes sociales, le envió al Papa sus mejores deseos el mismo jueves por la tarde: «¡Felicidades a León XIV, el primer Papa estadounidense, por su elección!» escribió. «Estoy seguro de que millones de católicos estadounidenses y otros cristianos rezarán por su exitoso trabajo al frente de la Iglesia. ¡Que Dios lo bendiga!»

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