«Querida madre y hermanos», escribió Bautista el 10 de julio de 1943 desde el campo nazi de Mauthausen. «No padezcan por mi», les decía, y preguntaba por la identidad de sus cuñados, sposiblemente en alusión a bodas de las que apenas tenía noticia. Esta carta es uno de los objetos pertenecientes a presos españoles que los Reyes pudieron ver este domingo, tras su participación en el acto conmemorativo del 80º aniversario de la liberación de Mauthausen. A la cabeza de la delegación de España, depositaron una corona de flores ante el cenotafio alrededor del cual se articuló una multitudinaria y colorida ceremonia, en la que participaron delegaciones de unos cuarenta países y más de 2.500 personas. En esa delegación española, además de la bandera constitucional, ondeaba la también bandera española tricolor republicana, dado que la mayoría de los españoles fallecidos en este campo eran republicanos. Desde combatientes de la Linea Maginot, hasta exiliados, pasando por españoles que huyeron de una España devastada por la Guerra Civil y que quedaron atrapados cuando Hitler tomó Francia, la mayoría de ellos trabajaron hasta la muerte en la cantera de granito de Mauthausen, que contaba también con cámaras de gas y crematorios. «Participamos con respeto y emoción en el homenaje y sentido recuerdo a todas las víctimas aquí asesinadas o que sufrieron violencia y crueldad», han escrito los Reyes en el libro de honor del campo. «De un modo especial, recordamos a los miles de españoles republicanos que lucharon contra el nazismo y por la libertad», añadían, «que la memoria de los crímenes aquí cometidos y el recuerdo de nuestros compatriotas permanezcan intactos para preservar su dignidad y para no olvidar nunca el horror».El Estado español lleva desde 1978 realizando puntualmente actos de reconocimiento a estas víctimas, empezando por una placa instalada ese año durante un viaje de los Reyes a Linz sobre el denominado «muro de las lamentaciones», en el que los presos eran despojados de todo lo que poseían a su llegada al campo. «España a sus hijos caídos en Mauthausen», puede leerse en ese primer monumento. Pero esta visita de los Reyes Felipe y Letizia supone un hito en ese proceso de reconocimiento al máximo nivel de la representación estatal y que los descendientes de los fallecidos en el campo agradecieron particularmente. Los monarcas tuvieron por ejemplo la oportunidad de saludar, a su llegada a Mauthausen, a Dolors Pont, hija de Josep Pont, soldado del ejército republicano de Granollers, exiliado y que finalmente terminó muriendo en el campo austriaco. Visiblemente emocionada, les agradeció su presencia en el acto y que recordasen a su padre. El presidente de Amical Mauthausen, que también mostró su agradecimiento, les entregó un dosier con documentación histórica sobre el campo y algunos objetos identificables de esta asociación de víctimas españolas. La reina decidió espontáneamente llevar en las manos uno de ellos durante el desfile de entrada, en el que los reyes de España acompañaron al presidente de Austria, Alexander van der Bellen y su esposa: un pañuelo azul con el triángulo y la letra s, con los que los presos españoles eran identificados.Al frente de todas las delegaciones, desfilaron tres personas que recibieron muy especialmente el homenaje y el cariño de todos. Hana Berger-Moran, Mark Olsky y Eva Clarke, los denominados «bebés de Mauthasen», nacieron apenas unos días antes de que el campo fuese liberado por el ejército estadounidense. En el campo estaban prohibidos los embarazos y se practicaban abortos obligatorios , por lo que su supervivencia fue excepcional. «No somos parientes, no sabíamos nada los unos de los otros hasta que cumplimos 15 años, pero somos hermanos», decían unos días antes en el Café Caspar de Viena, «hermanos en el corazón». Acaban de cumplir 80 años en abril y han viajado desde Estados Unidos y Reino Unido para llamar a las futuras generaciones «a la concordia y la reconciliación.Además de delegaciones nacionales, participaron también multitud de asociaciones, organizaciones internacionales, patronales, sindicatos y colegios, formando en conjunto una muy amplia representación de la sociedad civil. La más aplaudida, como no podía ser de otra forma, fue la delegación de Israel, además de la participación de escolares de secundaria de todos los países europeos que compusieron un manifiesto a favor de «paz, libertad y cooperación internacional» y contra el nacional socialismo. Esta generación es, en definitiva, a la que está destinado este acto de memoria. A sólo dos horas en coche de los barracones de Mauthausen, en varios colegios de Augsburgo y de Múnich, han sido repartidos esta misma semana folletos del Movimiento Identitario, de extrema derecha, que intentan captar adolescentes desde el patio de la escuela. Con el título «Los profesores odian estas preguntas», los panfletos sugieren que la juventud alemana es ahora minoría respecto a los extranjeros, a los que se culpa de las numerosas agresiones sexuales, la inflación y la inseguridad extranjeros. «Necesitamos nuevas herramientas para proteger a la juventud, necesitamos grandes muestras sociales fieles a la realidad y a la historia, que nos recuerden a donde lleva el camino del odio», saludaba la celebración de actos como el de Mauthausen el subdirector del colegio Lessing-Gymnasium en Neu-Ulm, Marcus Zimmermann-Meigel, uno de los afectados..

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