Misa de ocho en el Santo Nombre, la catedral de Chicago. El viento corre por la avenida State e hincha las banderolas dedicadas al Papa Francisco y su fallecimiento. Otro Papa, León XIV, ocupa ya su trono . Y es de aquí, de Chicago, algo que ha desatado el entusiasmo en la ciudad. «¡Habemus Papam!», celebra un cartel luminoso en una esquina de la catedral. «Nacido en Chicago y antes conocido como cardenal Robert Prevost », añade el letrero. «Uníos a nuestra comunidad de fe, recemos por el nuevo Santo Padre».Pocos han hecho caso al llamamiento en esta misa mañanera, algunos días después de la elección de León XIV, pese a la alegría generalizada de que el nuevo Pontífice sea un ‘homie’, un local de Chicago . Apenas cuarenta feligreses se sientan desperdigados por los bancos de un templo enorme, neogótico, inundado por la luz de las vidrieras.Esa es la realidad de una iglesia a la que le cuesta, como en tantos otros lugares, mantener la pujanza en su comunidad. Pero el escenario cambia poco después de que el oficiante pronuncie su «podéis ir en paz». Poco a poco, el templo y sus alrededores empiezan a llenarse de visitantes. Muchos de ellos, con sus mejores galas. Es una ceremonia en la que el arzobispo ordenará a un grupo de nuevos diáconos. En la nave principal de la catedral, rematada con una bóveda espectacular de artesonado, empieza a resonar el español. Muchos a los que el arzobispo, Blase Cupich , impondrá sus manos son hispanos.Noticias relacionadas reportaje Si En la pizzería de León XIV: «Hemos creado la pizza ‘paparonni’» Javier Ansorena estandar Si La América humilde que forjó al nuevo Pontífice Javier AnsorenaComo en todas las grandes ciudades de EE.UU., la minoría hispana en Chicago es poderosa. Habla español del 30% de su población metropolitana, con presencia mayoritaria de la inmigración mexicana. Ellos son el gran músculo católico de EE.UU. , donde esta iglesia es minoritaria y con una presencia hasta hace algunas décadas solo relevante en las comunidades irlandesa e italiana. Y la elección de León XIV es para ellos un motivo de orgullo doble: como ellos, es de Chicago y es hispano, tras sus muchos años de misión y de liderazgo evangélico en Perú. Es alguien que habla español, que proviene de inmigrantes y que él mismo ha sido emigrante.«Damos muchas gracias por todo eso, la comunidad en general está muy contenta», dice Jorge Moreno , que asiste a la ceremonia. «Me gustó mucho que en sus primeras palabras dijera ‘la paz esté con vosotros’, me alegró mucho el corazón, me hizo recordar al Papa Francisco». «Es emocionante porque es de aquí», añade Lourdes Gómez . «Es americano, pero latino de corazón».«Me siendo doblemente bendecido», asegura desde una de las naves laterales Reyes González , que se ordenará diácono el año que viene. «Fue una gran sorpresa porque todo el mundo sabe que había otros candidatos favoritos», recuerda. «Pero gracias a Dios los cardenales se dejaron guiar por el Santo Espíritu y tomaron la decisión adecuada de acuerdo a la voluntad de Dios».«Me dio mucha alegría su elección. Por un lado, porque habla español y una se puede identificar de forma muy clara con él», cuenta Lucía Olvera, que regenta un puesto ambulanteComo la gran mayoría de los vecinos de Chicago, incluso de la comunidad más cercana a la Iglesia católica, González no conocía ni por nombre al cardenal Prevost. «Pero ahora está en el corazón de todo el mundo, crea o no crea».Este católico devoto confía en que la elección de León XIV «suponga un repunte» en un momento en el que «nuestra Iglesia católica está sufriendo. La modernidad impulsa la falta de fe, la toma de decisiones incorrectas».La comunidad mexicana es un contrapeso a esa situación en Chicago. Las iglesias católicas de los barrios hispanos se llenaron este fin de semana, cuando coincidieron el primer domingo desde la elección del papa y el día de la madre (en EE.UU. es una semana después que en España). La iglesia de Santa Rita de Cascia , una parroquia agustina muy popular en Chicago, explotó de alegría con la llegada de León XIV, uno de los suyos. Y el santuario de la Virgen de Guadalupe , a una hora de la ciudad, estaba plagado de visitantes, como todos los fines de semana, pero con un furor especial.Un paseo por La Villita, el barrio mexicano emblemático de Nueva York, es también una muestra de esas dos caras: orgullo por León XIV, pero también un creciente alejamiento de la Iglesia de partes de esta comunidad. Varias de las personas con las que habló este periódico en su calle principal -plagada de vendedores ambulantes, tiendas de piñatas, negocios con vestidos ampulosos para las fiestas de quinceañera, restaurantes de varias regiones mexicanas- no mostraban interés por el nuevo Pontífice: son evangélicos, una rama que araña cada vez más miembros a la comunidad católica.«Estoy emocionado no solo por ser peruano», cuenta Rubén Pachas, un profesor de español: «Lo siento como un hermano, alguien que ha vivido la experiencia en esos lugares andinos y que ha comprendido la experiencia de ser inmigrante»Eso no quita la felicidad a los que siguen en la iglesia romana, todavía muy mayoritarios. «Me dio mucha alegría su elección. Por un lado, porque habla español y una se puede identificar de forma muy clara con él», cuenta Lucía Olvera , que regenta un puesto ambulante -esta vez plagado de regalos para las madres- en una esquina de la calle 26. «Por otro lado, porque es mandado por Dios».Olvera confía en que la elección de León XIV tenga un efecto «positivo» en la comunidad inmigrante a la que ella pertenece, en un momento de política de mano dura con el regreso a la Casa Blanca de Donald Trump . «Con todo lo que estamos pasando ahora, no solo los inmigrantes, los americanos también… Con todo lo que han subido los precios, las deportaciones de gente inocente… Espero que eso cuente», dice sobre la llegada del nuevo Papa. «Se le ve tranquilo y humilde . Ha estado en Sudamérica y sabe cómo es la vivencia allí», añade Marison Santillán desde su puesto de ropa, con muchas prendas con la imagen de la Virgen de Guadalupe y de San Judas Tadeo. «Él va a estar de parte de la inmigración».Si para los hispanos de Chicago la elección de León XIV es una alegría doble, para su pequeña comunidad de peruanos, la satisfacción es triple. Hay cerca de 15.000 vecinos de origen peruano en la Ciudad del Viento, que han celebrado más que nadie en el mundo al nuevo Santo Padre. «Estoy emocionado no solo por ser peruano», cuenta Rubén Pachas , un profesor de español que lidera el Centro de Artes Peruanas en Chicago. «Lo siento como un hermano, alguien que ha vivido la experiencia en esos lugares andinos y que ha comprendido la experiencia de ser inmigrante, de llegar a un lugar partiendo de cero, como nos ha pasado a nosotros aquí», explica sobre el trabajo misionero de León XIV en Perú.«Conoce nuestra realidad, come nuestra comida, habla como nosotros, bromea como nosotros, conoce mi ceviche, mi cultura, los bailes, la música», insiste. «Es muy emocionante», añade Pachas sobre León XIV, al que ve como un motivo de «esperanza» para la comunidad inmigrante en EE.UU..

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