Desconocía Michael N. Henderson , norteamericano de nacimiento y rojigualdo de corazón, lo que tenía entre manos cuando se arrancó a investigar sobre sus tatarabuelos: Agnes y Mathieu Devaux dit Platillo . Treinta años han pasado desde aquellos días y, aunque todavía quedan muchos enigmas por resolver y otros tantos datos por desvelar, un millar de horas en los archivos han convertido a este militar retirado del ejército de los Estados Unidos en un verdadero experto en la historia de su familia y en un ariete contra la cansina Leyenda Negra . Sí, la misma que, todavía hoy, se empeña en enfangar la labor de la Monarquía hispánica en las Américas y en endulzar la de los británicos y holandeses de rigor.Henderson no hace prisioneros, apunta y dispara con balas de realidad histórica, y lo hace le pese a quien le pese y sin caer en mitificaciones. Si toca admitir que había mano de obra esclava proveniente de África en el Imperio español durante el siglo XVIII, lo admite; y si hay que decir que era minoritaria dentro de la Monarquía hispánica , y que esta contaba con una legislación que favorecía su emancipación, también lo dice. «Mi antepasada de cuarta generación, Agnes, compró su libertad bajo la ‘coartación’. Aunque los gobernantes veían en la esclavitud una herramienta económica para mantener la estabilidad del territorio, también creían que el estado natural de todo ser humano era la libertad. Por eso implementaron la práctica de la autocompra en la región americana de Luisiana», explica a este diario.Noticia Relacionada Historia estandar Si La exposición que destruye las mentiras de la Leyenda Negra sobre el Imperio español Manuel P. Villatoro La muestra ‘Blancos, pardos y morenos’ recuerda a los americanos que han luchado bajo los pendones de la Monarquía hispánicaUna vez más, es un hispanista americano el que ofrece argumentos contra la falacia pretérita. Aunque ya se cuentan por legión. Henderson lo sabe bien, pues fue uno de los muchos protagonistas que, el pasado marzo, participaron en ‘Hispanoamérica, un futuro compartido’; unas jornadas que giraron en torno a la nueva película del director José Luis López-Linares –’We, the hispanos’– con el objetivo de reivindicar la herencia y la aportación de España en los EE.UU. El evento, organizado por Lopez-li Films, Unidos por la Historia y la Fundación Rafael del Pino, contó también con la colaboración de otros personajes como Alfonso Borrego –bisnieto del guerrero apache Gerónimo– o Ituriel Moctezuma , el tataratataranieto del emperador azteca al que se enfrentó Hernán Cortés en el siglo XVI.Detective de la historiaFue en una de esas conferencias en las que Henderson narró una aventura familiar que le costó desentrañar años de labor detectivesca. Y todo comenzó, según explica a ABC, hace hoy más de tres décadas con el chivatazo de un familiar: «A través de una prima lejana, supe de una mujer llamada Agnes. De ella solo se conocía que había nacido en 1758 en un pueblo a 50 kilómetros de Nueva Orleans». El chispazo de información le caló hondo; tanto, como para centrar sus ojos en ella y arrancar una investigación en los Archivos Notariales de la ciudad allende el Mississippi. «El resultado lo he plasmado en un ensayo titulado ‘Got Proof! My genealogical journey through the use of documentation’ (‘¡Tengo pruebas! Mi viaje genealógico a través del uso de documentación’)», avisa.Le cuesta resumir todo el entramado que gira alrededor de sus antepasados; normal. Nos explica el exmilitar que Agnes fue adquirida cuando era tan solo una niña, en 1771, por la inmigrante alemana Barbara Herterlin. Y también que fue en algún momento, poco después, cuando conoció a Mathieu Devaux dit Platillo, la segunda pata de esta curiosa historia. «Él era un marinero y un comerciante francés de Marsella (Francia) que, tras jurar lealtad al Imperio español el 26 de agosto de 1769, se trasladó a Luisiana», añade. Fue allí donde combatió junto a un héroe patrio que a muchos les sonará: don Bernardo de Gálvez , gobernador de aquellas tierras. El mismo que se enfrentó a los británicos en favor de la independencia de los EE.UU. «Mi antepasado combatió bajo sus órdenes en varias batallas como parte del cuerpo de artillería de la milicia de Luisiana», sentencia.Documentos de manumisión firmados por Gálvez MHYa fuera junto a Mathieu, ya fuera de forma independiente –según Henderson, resulta difícil saberlo–, Agnes solicitó en 1778 ante un tribunal su libertad. Y lo hizo amparándose en la ‘coartación’, lo que el doctor en Historia e investigador del CSIC Manuel Lucena define en sus escritos como el «derecho a comprar su emancipación mediante un sistema de abonos periódicos»; una práctica pionera que formaba parte de una legislación mucho más avanzada que la de sus vecinos galos. «Cuando esta regulación se difundió, muchas personas iniciaron el proceso legal. No fue algo inusual», sentencia. Los datos son soberanos: según desvela la historiadora Kimberly Hanger en ‘Bounded lives bounded places: free black society in colonial Louisiana’, nada menos que 403 esclavos completaron el proceso entre 1771 y 1803.Agnes lo tuvo algo más difícil. Herterlin rechazó hasta en tres ocasiones firmar su manumisión y la chica, desesperada, recurrió a Mathieu. Y hete aquí que se juntan todas las piezas de este intrincado puzle cuando el galo pidió un favor a su viejo amigo. «Estoy convencido de que Platillo presentó la solicitud ante Bernardo de Gálvez y que, posiblemente, utilizó su servicio en la milicia para influir en la decisión», sentencia. Como resultado, el gobernador, que actuó como presidente del tribunal tras su victoria en Baton Rouge frente a los británicos, firmó el documento que garantizaba la libertad de la joven. «Conocemos hasta el día: el 16 de diciembre de 1779», añade Henderson. Lo sabe bien, pues él mismo halló el informe en los archivos. «Además, contó con ayuda financiera de Platillo, que pagó 425 piastras», explica el experto.Por España y por el Rey, Gálvez en América, de Augusto Ferrer-Dalmau AUGUSTO FERRER-DALMAUAquello acabó en la felicidad y las perdices de rigor, vaya. «Agnes y Mathieu tuvieron siete hijos, todos nacidos bajo el dominio español», explica el investigador. Las leyes les impedían casarse, pero no les importó. Ella, de hecho, adoptó el apellido Devaux. Le preguntamos a Henderson si considera que fueron unos pioneros de su era, y él lo rechaza. «Diría que no fueron personas adelantadas a su tiempo. Ambos actuaron dentro del marco legal vigente de la Monarquía hispánica. Ese que regía sus vidas a nivel social, económico y político», responde. Eso lo suscribe otro documento al que tuvo acceso el investigador: el testamento de su antepasado galo. Un informe que, allá por 1810, reconocía a la antigua esclava como madre de sus retoños.Leyenda NegraEl colmo de Agnes y Mathieu es que, más de dos siglos después, su vida supone un golpe en la línea de flotación para aquellos que azuzan la Leyenda Negra del Imperio español. Entre ellos, los que definen a la hispánica como una monarquía esclavista. Ya en el siglo XVI, Isabel la Católica prohibió esta práctica en la Indias con los llamados ‘naturales’: los nativos. El movimiento fue revolucionario para la época y llevó a que, según explica a ABC Alberto Garín –licenciado en Historia del Arte y Arqueología y director del programa de doctorado de la Universidad Francisco Marroquin de Guatemala–, en el XVIII fuera «casi imposible» ver este tipo de servidumbre en las Américas. Los indígenas eran vasallos y, como tales, no estaban sujetos al sistema de compra y venta.Bernardo de Gávez, el gobernador que liberó a Agnes ABCSegún Garín, los esclavos que había en la Monarquía hispánica provenían de África. «La clave es que no eran muchos. No se importaban en grandes cantidades. Para empezar, porque era relativamente caro hacerlo. En esencia, se vieron en las áreas del Caribe sudamericano: Colombia y Venezuela», explica el experto. Además, suscribe que «en muchos casos, se les integraba con relativa rapidez». Hasta tal punto, que «no era raro hallar negros ocupando puestos muy interesantes dentro de la sociedad». En parte, y aunque suene terrible desde el punto de vista actual, sostiene que fue una cuestión de mercado. «En el mundo hispano había mano de obra suficiente, así que no los necesitaban. Con los portugueses, holandeses y anglosajones no sucedía lo mismo: les hacían falta esclavos», completa. Ellos, corrobora, sí impulsaron esta práctica.Por otro lado, Henderson recuerda que la Monarquía hispánica motivó la ‘coartación’: «Incentivaba a los dueños de esclavos a permitir la compra. La Corona se beneficiaba así de la creciente población libre, que aceptaba su estatus intermedio en una sociedad de tres niveles y aspiraba a los privilegios de los blancos. Esta proveía de mano de obra cualificada y de fuerza defensiva a los territorios». En este sentido, señala, destacó Carlos III. «El ‘Code Noir’ francés se había convertido en la ley que regulaba la interacción entre personas libres y esclavizadas en Luisiana. España lo modificó en 1764, haciéndolo más favorable para los esclavos. En este nuevo documento, con 56 artículos, se regulaban las interacciones entre europeos blancos, africanos, nativos americanos y mestizos», finaliza. Otro golpe más a las mentiras extendidas, que son ya muchas.

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