Tiene Carlos Alcaraz un tenis con cualidades magníficas para las pistas duras, pero extraordinarias para la tierra batida. Lo está demostrando en esta semana en Roma, donde alcanza la final después de superar a otro maestro del tenis de estrategia y magia sobre el polvo de ladrillo como es Lorenzo Musetti. El español vivirá su cuarta final en este 2025, después de ganar en Róterdam y Montecarlo, y caer en Barcelona; la octava en un Masters 1.000, y la número 25 de su carrera. Con 22 años y 11 días. Masters 1.000 Roma Semifinal Carlos Alcaraz 6 7 Lorenzo Musetti 3 6Se afianza este Alcaraz, 3 del mundo, mesurado y adaptado al Foro Itálico que conserva intactos los trucos para despertar el ‘oh’ del público y el pesar de los rivales. Como este Musetti al que le faltó tranquilidad para poder desplegar su juego y para llegar a lo que el brazo de Alcaraz ordenaba. Un latigazo de derecha, otro de revés, otro más de derecha y un 4-1 ligero ante un rival de nivel, pero al que no le llegaron las ideas acertadas en los momentos en los que superaba el aluvión de bombardeos.El italiano, apoyado en una grada llenísima, ejerce de defensor de un tenis que casi ha desaparecido porque la evolución natural de este deporte así lo ha pedido. Es elegante, brillante con su derecha, y un artista con ese revés a una mano tan fuera de todo, pero que él conserva y mantiene en boga con audacia y orgullo. Pero no en este viernes ventoso en Roma, donde no se hace dueño ni de la pista ni de la confianza, atacado por todos los lados por su rival, y por los errores propios que todavía ponen más difícil la empresa. Son más de una veintena de fallos, algunos con viento, otros sin viento, en apenas siete juegos. Y castiga Alcaraz todas sus dudas con ese cañón que calibra encendido en esta semifinal.Ha sufrido en esta semana el murciano, muslo derecho cubierto, tirita en la nariz desde el inicio del torneo y rachas características de su personalidad para sufrir en octavos ante un mal día y un buen Khachanov, brillar por méritos propios ante Draper en cuartos. Es la tendencia en estas semifinales, la de los buenos momentos, la concentración, el orden y la pausa. A pesar de las nubes que también amenazaron su equilibrio. Con todo ello, y aliado con el viento, ni siquiera se enturbió su gesto cuando Musetti pudo por fin encadenar dos buenos juegos en el primer set. Fue un intento de remontada (4-3) que se quedó en el aire arremolinado de la pista central del Foro Itálico, porque enseguida volvieron los errores del italiano y la mano dura del español. «Trabaja ahí», le decía Juan Carlos Ferrero desde el banco. Trabajar ahí era no dejarse llevar por la aparente euforia de Musetti en esos minutos de bonanza, que apenas llegaron a diez. Más allá de los latigazos de lado a lado, en Alcaraz sobresalió esa tranquilidad de quien sabe que tiene todo bajo control si hace lo que debe, que quien sufre por todos los lados es el que tiene enfrente. Y con un tenis ajustado, sólido y paciente, encontró de nuevo las grietas del rival para lograr el set en 57 minutos.El viento, no obstante, azotó para ambos lados, llevando las dudas y los errores del italiano al español al inicio del segundo capítulo. En cuatro juegos, tres roturas. Y entonces, el punto del partido que finalizó Musetti con un remate de revés a una mano que levantó hasta el aplauso del rival.Halló en ese punto Musetti cierta paz consigo mismo después de tantos enfados por otros tantos errores. Consiguió mantenerla un poco más, incluso para levantar una bola de partido con 6-5, pero Alcaraz, que había hecho lo que correspondía en cada momento (o latigazo o control) no desaprovechó la oportunidad de ir a buscar al italiano en ese desempate a siete puntos. Se impuso con su derecha hasta el 5-2, y aunque tembló demasiado con los últimos impulsos del italiano, sentenció al resto, donde había brillado más en este segundo set.

Leave a Reply