Fueron más de 20.000 km a pie, desde el norte de Asia al extremo más meridional de Sudamérica, la mayor migración prehistórica conocida de la humanidad. El viaje, que duró miles de años y abarcó a múltiples generaciones, fue llevado a cabo por algunas de las primeras poblaciones del norte de Asia hace decenas de miles de años, y fue posible gracias a las cambiantes configuraciones geográficas de la época, donde puentes de hielo conectaban territorios que hoy están separados por el mar.Esta gran epopeya humana acaba de ser revelada en ‘Science’ por un equipo de científicos liderado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU) en Singapur y respaldado por el consorcio Genome Asia 100K . Durante el estudio, firmado por 48 autores, de 22 instituciones de Asia, Europa y América, se analizaron datos de secuenciación de ADN de 1.537 individuos pertenecientes a 139 grupos étnicos diferentes. Fue así como se consiguió trazar una antigua ruta migratoria, que se originó en África hace unos 100.000 años, para llegar después al norte de Asia y, desde allí, culminar en la Tierra del Fuego, en el extremo sur del continente sudamericano, considerada la frontera final de la migración humana en nuestro planeta.Al comparar los patrones de ascendencia compartida y las variaciones genéticas acumuladas a lo largo del tiempo, los investigadores pudieron reconstruir la forma en que los diferentes grupos humanos se separaron, se movieron y se fueron adaptando a nuevos entornos. Los patrones, en efecto, revelaron intrincadas rutas migratorias y permitieron estimar cuándo exactamente divergieron las distintas poblaciones.Noticia Relacionada estandar No ¿Tuvimos encuentros o encontronazos con los neandertales? Cristina de Juana Ortín (The Conversation)Hasta el confín del mundoEn conjunto, los hallazgos pintan un cuadro detallado de cómo los primeros humanos lograron llegar hasta los confines de América, lo que indica que este grupo pionero superó desafíos ambientales extremos para completar su épico viaje a lo largo de milenios. Un punto clave de la investigación fue determinar que estos primeros ‘migrantes’ llegaron al extremo noroccidental de Sudamérica, en la actual frontera entre Panamá y Colombia, hace aproximadamente 14.000 años.A partir de este punto de entrada, la población se dividió en cuatro grupos principales: uno permaneció en la cuenca del Amazonas, mientras que los otros tres se desplazaron hacia el este, a la región del Gran Chaco, y hacia el sur, a los campos de hielo de la Patagonia, sorteando los valles de la Cordillera de los Andes, la cadena montañosa más alta de América.El análisis de los perfiles genéticos de poblaciones indígenas de Eurasia y Sudamérica permitió a los investigadores cartografiar, por primera vez, la inesperada y vasta diversidad genética de Asia. El hallazgo desafía la antigua suposición de que la mayor diversidad genética humana se encontraba en poblaciones europeas, un sesgo producto de la sobrerrepresentación de estas poblaciones en los grandes proyectos de secuenciación genómica.Consecuencias evolutivasEl estudio también arroja luz sobre las consecuencias evolutivas de una migración tan prolongada. Kim Hie Lim, de la Escuela de Ciencias Ambientales de la NTU, vicedirectora de Genome Asia 100K y autora correspondiente del estudio, explica que el arduo viaje de miles de años redujo la diversidad genética de la población migrante. «Esos migrantes -afirma- llevaron consigo solo una parte del acervo genético de sus poblaciones ancestrales a través de su largo viaje. Por lo tanto, la reducción de la diversidad genética también causó una menor diversidad en los genes relacionados con el sistema inmunitario, lo que pudo limitar la flexibilidad de la población para combatir diversas enfermedades infecciosas».«Esto podría explicar-prosigue la investigadora- por qué algunas comunidades indígenas fueron más susceptibles a enfermedades introducidas por inmigrantes posteriores, como los colonos europeos. Comprender cómo las dinámicas pasadas han moldeado la estructura genética de la población actual puede proporcionar conocimientos más profundos sobre la resiliencia genética humana».Elena Gusareva, por su parte, primera firmante del estudio, señala que estos primeros grupos se asentaron en nuevos nichos ecológicos y, a lo largo de cientos de generaciones, sus cuerpos y estilos de vida evolucionaron en respuesta a los desafíos únicos de cada región. «Nuestros hallazgos -explica- resaltan la extraordinaria adaptabilidad de los primeros y diversos grupos indígenas que se asentaron con éxito en entornos muy diferentes. Utilizando tecnología de secuenciación de genoma completo de alta resolución, ahora podemos descubrir la historia profunda de la migración humana y las huellas genéticas dejadas por los primeros pobladores».La mayor diversidad, en los asiáticos«Nuestro estudio -afirma Stephan Schuster, autor principal del artículo- demuestra que la mayor diversidad de genomas humanos se encuentra en las poblaciones asiáticas, y no en las europeas, como se ha asumido durante mucho tiempo debido al sesgo de muestreo en los proyectos de secuenciación genómica a gran escala. Esto redefine nuestra comprensión de los movimientos históricos de población y sienta una base más sólida para futuras investigaciones. Nuestros nuevos conocimientos subrayan la importancia de aumentar la representación de las poblaciones asiáticas en los estudios genéticos, especialmente porque la genómica desempeña un papel fundamental en la medicina personalizada, la salud pública y la comprensión de la evolución humana».Al rastrear el impacto de la migración y el aislamiento en las características genéticas, el estudio ofrece, por lo tanto, información valiosa sobre cómo las diferentes poblaciones responden a las enfermedades y cómo han evolucionado sus sistemas inmunitarios. Por ejemplo, la rápida diversificación de los cuatro linajes indígenas sudamericanos (amazónicos, andinos, chaqueños y patagónicos) hace entre 13.900 y 10.000 años, probablemente condujo a una reducción de la diversidad genética en respuesta a los distintos entornos geográficos y climáticos, especialmente en los genes HLA relacionados con la inmunidad. Lo que pudo hacer que estas poblaciones se volvieran más vulnerables a nuevas enfermedades.Los hallazgos también ayudan a comprender mejor la composición genética de las poblaciones nativas americanas y, por tanto, a una mejor política de conservación de las comunidades nativas. El estudio se suma así a un creciente cuerpo de investigación que utiliza la genómica para desentrañar los misterios de la prehistoria humana. Otros trabajos han utilizado análisis de ADN antiguo para complementar la evidencia arqueológica y lingüística, proporcionando una imagen cada vez más detallada de cómo nuestros antepasados se dispersaron por todo el planeta. Por ejemplo, el análisis de restos humanos antiguos encontrados en cuevas de América del Sur confirma la presencia humana en la región hace más de 14.000 años, en concordancia con las estimaciones genéticas de este nuevo estudio.En resumen, esta investigación pionera no solo revela la asombrosa magnitud de la migración de los primeros asiáticos hacia América, sino que también subraya la importancia de estudiar la diversidad genética de todas las poblaciones humanas por igual para comprender plenamente nuestra historia evolutiva y abordar los desafíos de salud del presente y del futuro. La larga caminata de estos antiguos viajeros dejó una huella imborrable en el genoma de las poblaciones americanas, un testimonio de la resiliencia y la adaptabilidad de nuestros antepasados.

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