»Desamparada, incomprendida y desbordada emocionalmente» o »desconectada de la realidad, no me veía bien, odiaba mi cuerpo y no entendía porque nadie se quedaba a mi lado», son algunas de las emociones expresadas por los pacientes al llegar a la consulta por primera vez. No son los únicos. Según datos del Observatorio de Salud Mental Infanto-Juvenil de la Fundación Atalaya, 1 de cada 5 jóvenes siente dificultades graves relacionadas con la ansiedad, y un 54% admite que tiene dificultades relacionadas con el bajo estado de ánimo.La adolescencia es una etapa de búsqueda y construcción de la identidad , donde muchos jóvenes se preguntan ‘¿quién soy?’ ‘Y ¿a dónde voy?’ Este proceso de exploración es esencial, pero también puede exponer al adolescente a situaciones desconocidas y que puedan generar malestar mental y emocional, como las detectadas en los últimos meses por los especialistas del centro Ita Mirasierra, donde han detectado un incremento en problemas relacionados con la autoestima, el estado anímico bajo e, incluso, las autolesiones o ideación suicida de los menores. Las causas no se pueden circunscribir a un motivo único, pero hay algunas circunstancias que se repiten con cierta asiduidad. Uno de ellos es comenzar a buscar un contexto social seguro fuera de la familia. Esto, en muchas ocasiones, apunta Noelia Vegas, psicóloga de esta organización, «puede ser una dificultad en esta etapa vital, a la cual se pueden añadir otros múltiples factores, como la inmersión en la era digital en la que se encuentran los adolescentes actualmente».De hecho, esto último también dificulta en muchas ocasiones que puedan desarrollar otras habilidades que les ayuden a relacionarse y a ser funcionales. Así lo corrobora una de las educadoras sociales del centro, Amina Sánchez, para quien «es innegable que para los jóvenes vivir en una era digital que influye en su percepción y desarrollo personal y muchos de los comportamientos que tienen en las redes sociales son dados a partir de una identidad creada a partir de las mismas, como el anonimato, la creencia de impunidad y la facilidad de socialización». A esto se le añade que, en ocasiones, prosigue Vega, «la convivencia en el núcleo familiar también puede ser una tarea compleja, llegándose a desarrollar dinámicas disfuncionales, que pueden influir de forma directa en cómo se desarrollan dichos jóvenes en sus diferentes contextos». Curiosamente, el papel de los padres, recalca Lydia Ballesteros, también educadora social de este centro Ita, «es fundamental para obtener una evolución positiva en el tratamiento del menor». «La detección temprana de trastornos en la adolescencia es vital para evitar y prevenir su desarrollo en la etapa adulta», insiste esta profesional. «En efecto, un diagnóstico y una atención precoz del malestar en jóvenes es fundamental para evitar que estos mismos puedan desarrollar patologías más graves, igual que una intervención del problema ayuda a reducir el empeoramiento y la agudización de la sintomatología, aumentando así las probabilidades de tener un proceso de recuperación más favorable», corrobora a su lado su compañera Amina Sánchez, tras ver cómo empiezan y cómo acaban los chavales la terapia. El tratamiento de los menores, explican estas profesionales, difiere un poco del de un adulto. En concreto, puntualiza Noelia Vegas, psicóloga de Ita Mirasierra, «cuando hablamos de salud mental adolescente, además de las terapias psicológicas, también es muy importante que la persona pueda contar con un grupo de referencia. Por eso las terapias grupales resultan ser una herramienta muy útil en la adolescencia. Esta forma de intervención fomenta el sentimiento de pertenencia, de aprendizaje y de sostén en los pacientes, grandes favorecedores para su recuperación».El papel de los centros escolaresMuchas veces no se tienen en cuenta pero los institutos y los colegios son otro elemento clave a la hora de poder detectar un posible problema de salud mental y poder pedir ayuda. «Es importante que el profesorado pueda observar y comunicar si detecta algún cambio en el adolescente», recuerda Lydia Ballesteros, educadora social de Ita Mirasierra, quien a la vez señala que «es importante que el profesorado esté atento a comportamientos que estén ‘fuera de lo común’ o sean ‘extraños’ en el alumno o incluso que puedan llegar a ser de riesgo. Y es primordial la comunicación, tanto con la familia, para que en casa también puedan observar si ocurren estos comportamientos, como con el equipo educativo del instituto o colegio, para así desarrollar posibles formas de actuación y derivaciones, en casos necesarios, a otros profesionales».MÁS INFORMACIÓN noticia No TEAF: La discapacidad invisible por ingesta de alcohol en el embarazo noticia No Lo que dice la ciencia de gritar a los hijos: estos son los efectos en su cerebro noticia No Estos son los signos de alarma que indican un desarrollo cerebral infantil incorrecto noticia Si Isabel Rojas Estapé explica qué son los ‘pensamientos anclas’ noticia No «Si sospechas que tu hijo tiene depresión, no esperes a que se le ‘pase solo’» noticia No Una experta en bullying advierte: «La adolescencia no es un thriller, es una oportunidad»Así pues, concluyen estos profesionales, «la detección temprana , un buen acompañamiento familiar y un tratamiento especializado y personalizado en salud mental son elementos claves para la recuperación de aquellos jóvenes con problemas de salud mental».

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