Inés aún estaba acostada en su cuarto de la residencia de estudiantes Nodis, pegada a la entrada del Colegio Americano de Pozuelo de Alarcón, cuando le sobresaltó el ruido seco de varios impactos de bala. «De inmediato escuché gritos y el pitido prolongado de un coche», explica a ABC. Cuando subió la persiana, se encontró de frente con un cadáver junto a un Mercedes de color negro. Sin pensarlo dos veces, bajó de inmediato a la calle.En ese momento, Fernando, Jorge y José, tres antiguos alumnos del Británico, en la exclusiva urbanización La Finca, en el mismo municipio, acababan de aparcar su vehículo y caminaban hacia la rotonda donde, instantes antes, el político y abogado ucraniano Andriy Portnov caía acribillado a las puertas de un centro donde, además de sus propios hijos, cursan estudios chavales con padres diplomáticos, futbolistas o financieros. «Cuando bajamos del coche, vimos en un banco una mochila verde y una bolsa de basura con unas zapatillas. Y enseguida nos percatamos de lo que había pasado. Algunos testigos, que estaban en ‘shock’, nos dieron que el tirador vestía de negro y que se cambió de ropa», cuentan. No es el primer acto violento que presencian estos tres amigos. «Hace un tiempo, nos pilló el tiroteo en la rotonda del Británico, nuestro cole. Dispararon a uno desde una moto. Dicen que fue un ajuste de cuentas», recuerdan sobre el asesinato, en 2018, de José Ricardo Rojas Montes. Entonces eran unos niños; ahora, ya mayores de edad, explican que «esta es una zona tranquila en la que se vive bastante bien. A lo mejor hay gente extranjera que viene aquí un poco a desentenderse de sus problemas, incluso a esconderse, porque es un buen sitio. Y acaban encontrándoles y pasa esto. Lo que ha pasado no es normal».Noticia Relacionada estandar Si Varios testigos vieron al sicario del ucraniano asesinado en Pozuelo huir tras cambiarse de ropa Isabel Gutiérrez Rico «Hemos visto, en un banco cercano, una bolsa de basura con prendas de ropa y zapatillas», afirmanEn la fachada trasera del Colegio Americano, Vanessa atiende su horno de pan y explica a ABC que «la Policía ha recorrido a pie y a caballo las aceras y los locales. Me han preguntado a mí y al negocio de al lado, un taller de coches, por las cámaras de seguridad. Lo que pasa es que nuestras cámaras no abarcan mucho campo. Espero que encuentren algo últil». Para Matilde, vecina de la localidad, «es una tristeza que acaben así con la vida de alguien».

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