Goldman Sachs presiona a Laporta

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Goldman Sachs presiona a Laporta

La diferencia entre el Laporta que tantas veces había prometido un pronto regreso al Camp Nou y el Laporta que en los últimos días asegura que el club hará todo lo posible para poder jugar en agosto el trofeo Joan Gamper en el remodelado estadio, es que las primeras veces expresaba el deseo de regresar a casa sabiendo que era imposible, y ahora lo que transmite es una urgencia sabiendo que lo necesita. El presidente del Barcelona está siendo presionado por la banca de inversión judía Goldman Sachs, que le prestó el dinero para las obras y quiere empezar a recuperarlo con la explotación de las instalaciones, aunque sea con una entrada muy reducida, de entre 30.000 y 40.000 espectadores, lejos todavía de los 104.000 que en total caben y de los 60.000 prometidos para el pasado mes de octubre.Goldman quiere que el Barça deje de gastar dinero con el alquiler de Montjuïc y active el Spotify Camp Nou para poner en marcha el reloj de la gran devolución. ¿Sólo el de la gran devolución? Bueno, ahí empiezan los problemas para el Barcelona –y las soluciones para Laporta–, porque cuando el estadio esté operativo, no es el único reloj que se pone en marcha. También lo hace el contador de los eventuales impagos, que volverían especialmente relevante la cláusula contractual según la que la Goldman podría intervenir el club y administrarlo a su conveniencia para recuperar cuanto antes su dinero. Es lo que los socios votaron telemáticamente –y sin oposición– el día que aprobaron en asamblea que el club adquiriera una deuda de más de 1.450 millones de euros, además de otra de 444 que ya tenía adquirida con los mismos proveedores.La idea de que el Barça tiene un estadio nuevo es ilusoria. Es más aproximado decir que un club arruinado se ha hipotecado para reformar su estadio y que se ve forzado a reabrirlo sin estar terminado porque los acreedores tienen prisa por cobrar la deuda y, si no pueden, ejecutarla.Noticia Relacionada TODO IRÁ BIEN opinion Si Laporta planta el césped para enredar a los auditores Salvador Sostres «El presidente pretende acreditar que el estadio está ya terminado y que si el Barça no juega allí es porque no quiere. Y así, que se acepte como ingreso para las cuentas de este ejercicio los 100 millones que supuestamente cobró por la venta de los asientos VIP»Se puede reprochar a Laporta opacidad, que no explicara claramente las condiciones ni las cláusulas del acuerdo, que no convocara una asamblea presencial y que no advirtiera con claridad de los peligros en caso de impago; pero los socios tuvieron esta información a su alcance porque fue ampliamente publicada por ABC, advirtiendo de lo que ha ido pasando casi milimétricamente desde entonces. Sin necesidad de cambiar los estatutos ni de someterlo a consulta, el Barça puede ser intervenido ante la acumulación de impagos, momento en el que Laporta –y de ahí que los problemas del club puedan ser las soluciones del presidente– aparecerá con unos fondos o amigos o empresarios árabes dispuestos a aportar sumas de capital para solventar el puntual aprieto, y que lógicamente no serán a cambio de nada sino de trocitos de la entidad –la venta de los asientos VIP fue un ensayo general de esta privatización al por menor–. También puede ser que aparezca un solo inversor más fuerte que se haga cargo de la deuda entera, sin que la aprobación de los socios sea en modo alguno necesaria, pero contando en cualquier caso con su entusiasta aplauso ante el hecho de que pueden continuar con la comedia infinita de que son los propietarios del ‘más que un club’ y sin poner un euro. Por no pagar no pagaron ni el abono (sólo 27.000 de 80.000) para acompañar a su equipo en el exilio de Montjuïc.En este último acto, el del impago seguido de la aparición sorpresa de amigos árabes dispuestos a hacerse cargo de todo, está Laporta trabajando desde que inició su segunda presidencia. La obra faraónica de remodelar el Camp Nou llevada a cabo por un club quebrado y con una empresa turca sin experiencia en Europa sólo tiene una manera de explicarse, igual que tantos y tantos fichajes fallidos a través de sus comisionistas habituales. Ha habido una deliberada intención de llevar al club al colapso, y los que de momento han aparecido al rescate han sido todos de idéntica opacidad y calaña, con especial mención para el moldavo que ganó el delirante concurso para desarrollar la tecnología 5G en el estadio, y que en realidad sólo fue un parche de 40 millones (para inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor, junto con el otro embrollo de los palcos VIP) y que está tratando de vender su participación.En lo más inmediato, Laporta necesita también que el estadio esté operativo para que sus auditores contabilicen su explotación en los balances. El año pasado, hasta una auditoría contratada a dedo por el presidente dio unas pérdidas de 91 millones de euros, que además incluían notorias salvedades.Lamine Yamal y los comisionistasLa renovación de Lamine Yamal se abordará, según lo expresado por Laporta la noche del lunes en una entrevista en TV3, «teniendo en cuenta que es una gran estrella e independientemente de su edad». Esta renovación «a lo grande» favorece sobre todo los intereses de su mánager, Jorge Mendes, comisionista habitual del presidente. Es fácil seguir el rastro y el interés. En el club entienden que la cifra, por aparatosa que resulte, no va a causar grandes desajustes, porque la mayoría de sus compañeros están renovados «y además son jóvenes y buenos chicos, no tan retorcidos como Busquets, Piqué o Ter Stegen, que corrían a pedir más para ellos cada vez que Messi renovaba», según explica un directivo del club, «y los veteranos como De Jong o Lewandowski no están en el momento de exigir nada y más bien suplican que les renovemos un año más», según relata el mismo directivo.

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