Warren Buffett: al oráculo de las finanzas se le apaga la voz

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Warren Buffett: al oráculo de las finanzas se le apaga la voz

Una legión de peregrinos se han quedado sin el santón al que se encomendaban cada primavera. Warren Buffett , el gran mago de las finanzas de nuestro tiempo, se habrá cortado la coleta para cuando el año que viene se vuelva a celebrar la reunión anual de accionistas de Berkshire Hathaway, su descomunal conglomerado empresarial y firma de inversión.Noticia Relacionada El ‘Oráculo de Omaha’ estandar No Warren Buffett anuncia su retirada tras seis décadas al frente de Berkshire Hathaway David Alandete | Corresponsal en WashingtonLa romería es en Omaha, la ciudad de Nebraska donde Buffett se crió. Y donde sigue viviendo a sus 94 años . Cerca de 20.000 personas se presentaron allí el mes pasado para celebrar al tipo corriente detrás de una gafas que ha engordado los bolsillos de millones de personas, dentro y fuera de EE.UU., de manera directa -como inversores en sus negocios- o indirecta, tratando de copiar lo que hace.A la reunión la llaman el ‘Woodstock para capitalistas’ . Pero, ante todo, y sobre todo en las dos últimas décadas, ha sido un festejo de Buffett. Que tuvo su cierre abrupto el mes pasado. «Ha llegado el momento», dijo a su congregación. «Greg debería ser el consejero delegado de la compañía cuando acabe el año», añadió en referencia a Greg Abel, el canadiense que está al frente de la enorme división de energía de Berkshire Hathaway.Buffett es un hombre previsible. Es algo de lo que casi alardea. Asegura que sus almuerzos son siempre hamburguesa, patatas fritas y helado de vainilla «bien cargado de sirope de chocolate». De beber, Cherry Coke, el brebaje con supuesto sabor a cereza de Coca-Cola. ¿Su casa? La misma en la que ha vivido desde 1958, pese a ser uno de los hombres más ricos del mundo.Arriba, el empresario con su esposa Susan. Abajo, imparte sus estudios en la universidad y muestra sus teorías numéricas. A la derecha, Buffett con solo 7 años, cuando ya empezó a vislumbrar el poder del dinero ARCHIVO ABCPero el anuncio, pese a su edad, se recibió con sorpresa. La gente se quedó sacudida antes de romper en una fuerte ovación. Era como si Buffett fuera a estar ahí siempre. Lleva tanto tiempo en las finanzas, que la gran mayoría no conocen un mundo en el que no está Buffett tomando decisiones de inversión, apostando por sectores, mostrando el camino que tantos otros siguen. Un mundo en el que no estén esperando a su carta anual a los accionistas: una mezcla de análisis económico y financiero y lecciones de inversión; pero también una ventana abierta a su persona y su pensamiento. No son documentos sesudos y complejos de ingeniería financiera, sino una herramienta que sirve también al inversor común, gracias a un lenguaje coloquial, llano, trufado con humor y anécdotas.Su «inversión en valor»En esas cartas siempre asoma la filosofía inversora de Buffett, eso que se ha llamado la «inversión en valor» y que el ‘oráculo de Omaha’ ha destilado a lo largo de los décadas en frases sentenciosas: «Olvídate de comprar negocios que van justos a precios maravillosos; mejor compra negocios maravilloso a precios justos».En las más de seis décadas que ha estado en Berkshire Hathaway –una compañía textil en declive que convirtió en un conglomerado empresarial e inversor descomunal–, Buffett ha hecho de sí mismo el contrapunto del capitalismo voraz, pese a ser uno de los hombres más ricos del mundo. Frente a la idea del inversor despiadado, del ‘lobo de Wall Street’, Buffett ha sido un mago financiero que ha presumido de no ejecutar grandes trucos: la paciencia, la inversión a largo plaza, las posiciones «para siempre». «Si vas de flor en flor, vas a tener que encontrar muchas flores para ganar mucho dinero», dijo en una ocasión a la revista ‘New Yorker’. «Y no hay tantas grandes ideas».Su frugalidad estudiada, su gusto por los desayunos en McDonald’s, su afición al ukelele y sus coches entrados en años –«si solo le hago 6.000 kilómetros al año, ¿por qué lo voy a cambiar?»– le han convertido en un personaje simpático en el imaginario popular. Y todavía más que eso. Ha sido por su generosidad filantrópica, su decisión de donar el 99,5% de su fortuna cuando muera y sus célebres exigencias de impuestos más altos para los multimillonarios (en 2012 dijo que era «intolerable» que su secretaria tuviera una presión fiscal más alta que la suya).Nada de eso desacredita el amor de Buffett por el dinero. Es una pasión que arrancó de niño. «Mi abuelo tenía una tienda y me vendía un paquete de cocacolas por 25 céntimos», contó a la cadena CBS. Yo las vendía después en el barrio por cinco céntimos cada una. ¡Un beneficio del 20%!».Tenía entonces 7 años, la edad en la que leyó un libro que sacó de la biblioteca pública de Omaha, donde pasó sus primeros años: ‘Mil maneras de hacer mil dólares’. El resto de su vida encontró muchas más maneras de hacer mucho más dinero. Primero, todavía ni siquiera de adolescente, repartiendo periódicos, un negocio con el que, según sus cálculos, ganó 5.000 dólares, probablemente más que sus profesores. Para entonces, ya vivía en Washington, donde su padre fue diputado durante ocho años.Sin haber salido del instituto ya había diversificado sus actividades empresariales: tenía un pequeño negocio de limpieza de coches y otro de alquiler de máquinas de ‘pinball’. Con 11 años compró sus primeras acciones, a los 13 hizo su primera declaración fiscal –se desgravó el uso de su bicicleta y del reloj– y a los 14, su primera compra de un terreno. «Le gustan las matemáticas, futuro ‘broker’ bursátil», se podía leer en la descripción junto a la foto en el libro de su graduación en el instituto.En fechas 1937, con solo 7 años Sus primeros dólares Leyó en la ciudad d eNebraska donde nació, Omaha, el primer libro en la biblioteca: ‘Mil maneras de hacer mil dólares’. Y lo logró pronto. 1965, con 35 años Adquiere la textil Berkshire Hathaway era una empresa textil que iba a la deriva, como buena parte del sector. La convierte en un conglomerado de 1,1 billones de dólares. 2016, con 86 años Invierte en Apple Tim Cook ha conseguido más dinero para Berkshire Hathaway que yo, reconoció con pudor.Buffett no era mayor de edad y ya había montado una versión en miniatura de lo que lograría después: un conglomerado de empresas y de inversión que se convertiría en una de las mayores compañías de EE.UU.Después de estudiar en Wharton, tuvo uno de sus grandes golpes de suerte (el principal, como él ha defendido, fue su «fortuna ovariana»: haber nacido en EE.UU.): le rechazó la escuela de negocios de Harvard, lo que le llevó a estudiar en Columbia y conocer al que sería su gran mentor, Benjamin Graham, el padre de la «inversión en valor».Su carrera iba viento en popa cuando en 1965, con 35 años, adquirió Berkshire Hathaway, una empresa textil que iba a la deriva, como buena parte de ese sector. La convirtió en un vehículo de inversión y, con el tiempo e innumerables decisiones acertadas, en un conglomerado de más de 1,1 billones de dólares.Con la compañía y el asesoramiento de su gran escudero, Charles Munger, también de Nebraska, Buffett diseccionaba balances, informes y previsiones como si no hubiera nada mejor que hacer en la vida. Su dedicación y su disciplina le llevaron a aciertos encadenados en la compra de compañías, como See’s Candy, Fruit of the Loom o NetJets. Uno de sus grandes impulsos tuvo que ver con sus adquisiciones en el sector de seguros, donde controla, entre otras, al gigante Geico.Su exitosa entrada en AppleEn la actualidad, Berkshire Hathaway es propietaria de 189 compañías con negocios muy diversificados. Pero están lo que algunos llaman ‘los cuatro gigantes’: además de los seguros, el sector energético, los ferrocarriles –donde con BNSF es el mayor operador de mercancías del país– y, sin ser propietaria, Apple.La tecnológica es el mejor representante del acierto de Buffett en la vertiente inversora. Y de su capacidad de aprender de sus errores. Al oráculo se le escapó el tren en casi todos los grandes ‘boom’ tecnológicos –desde Microsoft a Amazon, como a él mismo no le ha importado reconocer– y al de la compañía del iPhone casi llegó tarde. Pero en 2016 Berkshire invirtió mil millones de dólares en Apple y el tiempo le ha dado la razón. «Me da un poco de vergüenza decir que Tim Cook (el consejero delegado de Apple) ha dado a Berkshire mucho más dinero que yo», dijo este año en la reunión de Omaha.La de 2016 –aquel año cumplió 86 años– fue la mejor inversión de su carrera, que estuvo marcada por la confianza en grandes compañías estadounidenses, con una cartera que es como un álbum de fotografías de las grandes historias empresariales del siglo XX: Coca-Cola, Bank of America, Chevron, American Express… Que Buffett apostara por una empresa o por una acción era el mejor respaldo posible. Y los números le avalan.Buffett ha contado en alguna ocasión que en 1940, con diez años, su padre le llevó a Nueva York como regalo de cumpleaños. Él no quería ir ni al zoo, ni al circo, como tantos otros niños, recordó para una de sus biografías. Él quería ir a Wall Street. Los contactos de su padre permitieron que tuviera un encuentro con Sidney Weinberg, un peso pesado de Goldman Sachs. Al final de la charla, Weinberg le agarró por el hombro y le preguntó: «¿Qué acciones te gustan, Warren?». Es una pregunta que le han seguido haciendo desde entonces a Buffett y que el empresario ha respondido, ante todo, con sus propias inversiones. Y lo seguirá haciendo, aunque no sea consejero delegado de Berkshire Hathaway. Pero esta primavera, el oráculo dejó claro que su voz está más cerca de apagarse.

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