Santa Teresa, una mujer del siglo XVI «que sigue levantando pasiones»

Home People Santa Teresa, una mujer del siglo XVI «que sigue levantando pasiones»
Santa Teresa, una mujer del siglo XVI «que sigue levantando pasiones»

Todo evoca a Santa Teresa en la plaza que lleva su nombre en la coqueta y ducal localidad salmantina de Alba de Tormes, donde se ubica el Convento y la Basílica de la Anunciación . Desde el 11 de mayo, cada mañana antes del ángelus, el lugar se transforma en una suerte de torre de Babel de lo más variopinta. Idiomas, orígenes y etnias se funden hacia un mismo destino: Santa Teresa. Hoy se puede venerar por última vez su cuerpo incorrupto , un acontecimiento que no se producía desde hace 111 años. Ha sido la tercera ocasión, tras su muerte en 1582 y, probablemente, habrá que esperar mucho tiempo para volver a contemplar a la doctora de la Iglesia.Dos semanas –más un domingo- de exposición de la urna de plata con el cuerpo de Santa Teresa en las que los albenses se han visto invadidos por una ola de peregrinos llegados de todo el mundo . Coreanos, indios, argentinos, mexicanos, estadounidenses, israelíes… y, por supuesto, españoles, que han llenado las calles del municipio de vida y actividad y han sorprendido gratamente a sus vecinos por la devoción demostrada hacia la mística abulense. Cuando mañana se cierre el sepulcro, cerca de 100.000 personas habrían venerado su cuerpo durante estos días , según calcula la Comunidad Carmelita, una cifra que nadie esperaba, ha superado todas las expectativas y se ha mantenido al margen de la polémica por la exhibición del rostro momificado de la mística que el propio obispo de Salamanca, José Luis Retana , llegó a tachar de «no acertada». El prior de los Carmelitas Descalzos de Salamanca, Miguel Ángel González , ha sido el impulsor de la iniciativa. A las puertas de la basílica, no puede ocultar su entusiasmo aunque, sin perder su habitual serenidad, relata cómo «se han desbordado todas las previsiones y la afluencia de visitantes y de peregrinos ha sido extraordinaria». Mantiene que « la actitud del visitante ha sido de un respeto extraordinario . Lo que palpamos en la mayoría es la fe y la devoción a Santa Teresa de Jesús. La gente viene a rezar, a estar en silencio; la santa es muy actual, sigue teniendo un atractivo muy grande y a nadie deja indiferente. Es una gran mujer del siglo XVI que 500 años más tarde sigue levantando pasiones». Y asegura como responsable del proyecto: «Acojo, asumo y aprendo de las críticas recibidas», pero recuerda que hay fotos de la santa de 1914 «que todo el mundo conoce y el estado del cuerpo era el mismo», como también hay, añade, otros santos que son expuestos. Es el caso de San Isidro.Mientras el prior carmelita se explica, la iglesia se ha ido llenando para la celebración de las doce y media pero el silencio y el recogimiento se imponen. Delante del altar, en medio del pasillo central, la urna de plata, protegida por un cristal, con el cuerpo de Santa Teresa vestida con el hábito . Su rostro, muy deteriorado, sobresale del resto y es lo primero que se percibe. Los peregrinos, sin embargo, no hacen una sola mueca o mal gesto y pasan a su lado con sumo respeto y emoción , se arrodillan o se santiguan, pero nadie hace intento de sacar el móvil o una cámara aunque alguno, los menos, lo ha intentado, reconoce uno de los 60 voluntarios que ha colaborado para organizar y mantener el orden en la iglesia.A punto de comenzar la Eucaristía, el templo ya está lleno así que se cierra el acceso, si bien quienes quieran seguir la ceremonia lo pueden hacer a través de las pantallas instaladas en la iglesia de San Juan de la Cruz, que está en la misma plaza. Y mientras, se va formando una fila, como cada jornada, de decenas de personas que quieren acceder a la basílica y que algunos días ha supuesto esperas de hasta dos horas. En la fila está un grupo de coreanos. Su guía es coreano también y se identifica como Pablo. «Soy católico», insiste, «católico y teresiano». Llega con 15 compatriotas que antes han pasado por Lourdes y por Fátima y que se muestran entusiasmados con la idea de poder ver el cuerpo de Santa Teresa, «madre de nuestra Iglesia».Arriba, los peregrinos, en la Basílica de la Anunciación; sobre estas líneas, un grupo de coreanos antes de entrar y una imagen del cuerpo en la urna Rubén OrtegaDetrás, otro grupo organizado procedente de la India. Se esfuerza en transmitir, precisamente, su largo peregrinaje para rezar ante el cuerpo de la santa andariega, un imperioso deseo que les lleva a entrar precipitadamente en el templo. En su interior, Fray Agustín acaba de rezar ante la mística. Lleva el hábito franciscano, aunque pocos imaginan su origen: Jaffa, al sur de Tel Aviv, en Israel . Viajó hasta España para participar en el encuentro de peregrinos a Tierra Santa que se celebró ayer en Madrid, pero antes visitó a «una santa actual, contemporánea y que no pasa de moda». Ante ella pidió «por la paz y por la gente que sufre» con la mirada puesta en una tierra en la que «nos hemos acostumbrado a las sirenas y al ruido de los misiles, aunque con la seguridad de que a nosotros no nos caen, pero en la comunidad de Palestina…». Por eso, llega hasta la santa con la «fe de que la guerra debe acabar» y con el lamento de que «puede haber un alto el fuego, pero eso no es paz. Allí somos pocos los cristianos y con las otras dos religiones es difícil lograrla». «No se trata de un tratado entre las dos partes, sino de un compromiso», matiza.También entra un nutrido grupo de cien personas procedentes de Malagón (Ciudad Real) y otro de 60 de los Heraldos del Evangelio de Fátima que vienen de Madrid. Su entusiasmo por ver a la santa les define y el morbo ni se les pasa por la cabeza. Como les ocurre a dos mexicanos de Toluca . Uno de ellos, Francisco Jiménez, es carmelita descalzo. Acaba de recibir «la energía positiva y acogedora de la santa. Al ver su cuerpo incorrupto, pienso que fue un ser privilegiado». Y es así como se sienten dos argentinas , Paula Cardoso y María Fariña, que adelantaron su viaje a España para vivir «un hecho histórico, porque Santa Teresa es parte de la historia de España y para nosotras también es algo propio».Pero ¿qué opinan los moradores de Alba de Tormes de la invasión de estos últimos quince días? Pues que todo por la santa, su luz y guía que, además, les ha permitido multiplicar su actividad , así que «muy contentos con este empujón que se ha dado al pueblo», afirma César Jesús Moro, del Bar ‘Venecia 77’, quien reconoce que «vivimos de Santa Teresa porque este es un municipio turístico, no hay industria y con este evento se ha situado a Alba de Tormes en el mapa de España». También el dueño del restaurante ‘La Santa’, Juan Antonio Pascual, asegura que «esto ha sido apoteósico, nos ha desbordado y estamos reventados de trabajar, pero ha sido una inyección económica para el pueblo » hasta el punto de que, bromea, «necesitamos una exposición del cuerpo una vez al año». «Somos hijos de Santa Teresa y la llevamos en el corazón», dice mientras confiesa que ya ha pasado tres veces a venerar su cuerpo. Felipe Hernández regenta La Despensa del Convento, muy cerquita de la basílica. Asegura que «había unas previsiones, pero se han superado las expectativas con mucho. Es una locura, para bien, claro».También los vecinos, a pesar de las incomodidades que pueda generar la llegada de tanta gente, se muestran «contentos porque normalmente el pueblo está vacío y esto le da vidilla» , asegura Inés Martínez, quien confiesa que no es muy «de huesos» porque lo que le gusta de la santa es «su obra y sus escritos». En cualquier caso, matiza que «lo importante es que la gente vaya a Alba, a ver a Santa Teresa o cualquier otra cosa porque también tenemos tres iglesias mudéjares muy bonitas».Ayer, una gran procesión extraordinaria, con la imagen de Santa Teresa a la que acompañaron cofradías de Alba de Tormes y Salamanca, recorrió las calles del municipio para poner así punto final a las dos semanas de veneración. Hoy, domingo, el último día para contemplar el cuerpo, la basílica permanecerá abierta hasta que entre el último peregrino. Mañana, Santa Teresa volverá a su habitual urna de mármol en el camarín situado en la parte superior del altar. Antes, hermanos carmelitas llevarán a hombros la urna de plata en una pequeña procesión alrededor de la basílica. Después regresará la calma y allí se seguirá escuchando el legado de la santa andariega: «Tristeza y melancolía no las quiero en casa mía».

Leave a Reply

Your email address will not be published.