La harina de grillo se cuela en la cocina europea: así nace, crece y se desarrolla

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La harina de grillo se cuela en la cocina europea: así nace, crece y se desarrolla

Al abrir la puerta de la nave industrial, el calor húmedo se siente como un abrazo inesperado . El termómetro marca 30 grados constantes, una temperatura artificialmente mantenida que simula la de los trópicos. Esto no es un invernadero ni una fábrica convencional. Es el interior de la primera granja industrial de grillos de Cataluña. En Seva, un pequeño pueblo de la comarca barcelonesa de Osona, se está gestando una revolución alimentaria con nombre propio: Grillco.Fundada en 2023 por tres emprendedores — Francesc Picornell, Juliana Villasante y Bernat Monter —, esta empresa ha conseguido en apenas un año lo que a muchos les llevaría una década : desarrollar, estandarizar y comercializar un superalimento a partir de insectos, concretamente de grillos domésticos (‘Acheta domesticus’). En un entorno de madera, ventilación continua y olor terroso, millones de estos pequeños animales habitan en estanterías distribuidas por los 300 metros cuadrados de la instalación.Todo comenzó, según cuenta Bernat Monter, en un viaje a México. Allí probó los famosos chapulines — grillos fritos sazonados con chile y limón—, una experiencia que le resultó chocante pero reveladora. «Al principio, me costó. Pero cuando me hablaron del valor nutricional de los insectos y del impacto ambiental tan bajo de su producción, me di cuenta de que ahí había algo», explica a este diario.De vuelta a Cataluña, junto a Francesc y Juliana, comenzó a dar forma a lo que sería Grillco. El contexto legislativo les favoreció: en 2021, la Unión Europea autorizó la comercialización de la harina de grillo para el consumo humano. Era el momento perfecto para lanzarse.Lo que produce Grillco es harina de grillo. A simple vista, una sustancia marrón clara de textura fina, que recuerda a la harina integral. Pero sus propiedades nutricionales la sitúan en otra liga. Con hasta un 70% de proteína, frente al 25% que aporta la carne roja, la harina de grillo es una fuente completa de aminoácidos esenciales. A esto se le suman también las vitaminas del grupo B (especialmente B12), omega-3, hierro, calcio, zinc y fibra. Todos estos elementos convierten este producto en uno de los más eficientes.Francesc Picornell y Bernat Monter, dos de los fundadores de Grillco MIQUEL MUÑOZ Una tradición milenaria de un sinfín de culturas que se recupera en el presente Aunque para muchos europeos la idea de comer insectos sigue generando rechazo, lo cierto es que el consumo de estos pequeños animales tiene una larga historia en distintas culturas del mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), más de 2.000 millones de personas ya incluyen insectos en su dieta habitual. Países como México, Tailandia, Uganda o China no solo aceptan su consumo, sino que lo celebran como parte de su herencia culinaria. En México, por ejemplo, los chapulines —grillos tostados o fritos— se venden en mercados y estadios de fútbol como un ‘snack’ sabroso y nutritivo. En Tailandia, los mercados nocturnos ofrecen una variedad de insectos preparados con especias locales, y en algunas regiones africanas, las termitas y orugas forman parte esencial de la dieta rural. Estos hábitos no responden únicamente a la necesidad, sino también al sabor, a la disponibilidad local y, cada vez más, a la conciencia ambiental. En este sentido, la empresa Grillco no está inventando algo nuevo, sino adaptando una práctica ancestral al contexto europeo moderno. Su apuesta no es solo técnica o nutricional: es también cultural. Buscan tender puentes entre la tradición y la innovación, derribando prejuicios mediante información , sabor y transparencia. Y en un mundo globalizado donde los recursos naturales escasean, mirar hacia prácticas del pasado —revalorizadas y tecnificadas— puede ser clave para construir un futuro alimentario más sostenible.Sin embargo, los empresarios aseguran que no vienen a «sustituir lLa fábrica de insectos más grande del mundo estará en Españaa carne»: su objetivo es introducir este nuevo ingrediente en el pujante y muy lucrativo mercado de complementos alimenticios.Además, la harina de grillo no contiene gluten, ni lactosa, ni alérgenos comunes, lo que hace de ella una opción ideal para personas con restricciones alimentarias. «El sabor es neutro. Se puede integrar en panes, batidos, barritas, galletas… incluso en pastas o ‘snacks’ salados», cuenta Monter, mientras enseña muestras de los productos experimentales elaborados con su harina.Pero para llegar al producto final, el origen está en la cría o «fabricación» de grillos. En Grillco, los insectos nacen, crecen y se desarrollan en bandejas apiladas que simulan madrigueras. Se alimentan de una mezcla vegetal y se hidratan a través de geles especiales que evitan el exceso de humedad.Grillo trituradoLos ciclos de vida son rápidos: en unas seis semanas están listos para su transformación. Tras su recolección, se congelan, se limpian, se tuestan y se muelen hasta convertirse en polvo. Todo el proceso se realiza bajo estrictos controles sanitarios y ambientales. «Nos esforzamos por garantizar el bienestar de los grillos. No solo es una cuestión ética, también afecta directamente a la calidad del producto final», detalla el cofundador.Grillco es joven, pero tiene claro hacia dónde se dirige. El grueso de su negocio se basa en el modelo B2B (‘business to business’), es decir, venden la harina a empresas alimentarias que la incorporan en sus productos. No obstante, y aunque de momento su foco no está puesto en la comercialización directa con el consumidor, actualmente ya están manteniendo conversaciones con marcas de suplementos deportivos, panaderías ecológicas y empresas de alimentación funcional.Una proteína con futuro El nacimiento de una idea insólita Grillco nació tras el viaje de uno de los fundadores a México. Allí, probó grillos sazonados y descubrió su alto valor nutricional y su bajo impacto ambiental. De regreso a Cataluña, junto a sus socios, vio la oportunidad de introducir esta fuente de proteína sostenible en el mercado europeo, aprovechando el cambio legislativo en la UE que autorizó su comercialización. Un nuevo superalimento La harina de grillo ofrece un perfil nutricional sobresaliente: alta en proteínas, vitaminas y minerales, sin gluten ni alérgenos comunes. Es versátil y se adapta a muchos productos. El reto: cambiar la percepción El mayor obstáculo es el rechazo cultural a los insectos como alimento. Por eso, apuestan por integrar la harina de forma discreta y trabajar en la educación del consumidor. La incluyen en productos como galletas, panes o ‘snacks’.El crecimiento de la compañía ha sido tan acelerado como inesperado. «Pensábamos que sería más difícil. Pero la demanda nos ha sorprendido», confiesa Monter. Y no es para menos: el auge de la alimentación sostenible, la preocupación por la salud y la mayor demanda de complementos alimenticios y proteína en el mundo ‘fitness’ hacen que este inusual producto se esté abriendo paso.Más allá de lo nutricional, la harina de grillo destaca también por un impacto medioambiental prácticamente nulo. Producir 100 gramos de este alimento requiere solo 5 litros de agua, frente a los 3.000 que necesita la misma cantidad de carne de vacuno. Y las emisiones de CO2₂ son 60 veces menores. Además, tal y como destacan desde Grillco, aprovechan al máximo los residuos: los excrementos de los grillos se convierten en un fertilizante natural rico en nutrientes, utilizado en cultivos ecológicos. Es un modelo circular que se apoya en la eficiencia, la reutilización y el respeto al entorno.Las galletas hechas con harina de grillo: son nutritivas y muy proteicasPese a todas las ventajas, hay un obstáculo para Grillco, y ese es cultural. «En Europa todavía nos cuesta aceptar que un insecto puede ser comida», reconoce Monter. Por eso, su estrategia pasa por incorporar la harina de forma discreta en productos ya conocidos, donde el consumidor no vea ni huela al insecto. En este sentido, confían en la labor de divulgación, en la normativa europea del etiquetado con claridad y en la nueva generación de consumidores, más abierta y consciente del impacto de su alimentación.Granja/fábricaGrillco no quiere quedarse en una anécdota de innovación local. Con la «granja/ fábrica» de Seva a pleno rendimiento y pedidos en lista de espera, sus propietarios ya estudian ampliar las instalaciones, automatizar parte del proceso y desarrollar nuevas líneas de productos para conquistar nuevos paladares.También planean participar en ferias internacionales de alimentación sostenible y colaborar con universidades a fin de investigar más usos de los insectos en la dieta humana. En un mundo que exige soluciones sostenibles, saludables y eficientes, creen que estas pequeñas criaturas podrían ser una de las respuestas. Y desde un rincón de Cataluña, entre calor industrial y zumbidos discretos, Grillco está haciendo esfuerzos para formar parte de ese futuro.

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