La amenaza del cambio climático se cierne sobre el Cava

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La amenaza del cambio climático se cierne sobre el Cava

Mañana, y hasta el próximo sábado, está convocada en Freixenet una huelga en contra del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que pretende despedir de la histórica bodega, y también de Segura Viudas , a unos 180 trabajadores, una cuarta parte de la plantilla. La firma, que fue uno de los emblemas de la empresa familiar catalana y ahora pertenece en un 50,7% al grupo alemán Oetker –el porcentaje restante sigue en manos de la familia Ferrer–, alega la caída de la producción fruto del periodo de sequía que se ha vivido en los últimos años, una escasez de lluvias que, apuntan los expertos, forma parte de un contexto de cambio climático en el que estos episodios serán más recurrentes y que ya está poniendo a prueba un sector que factura más de 2.000 millones de euros al año . No es menor.Freixenet ha tomado la decisión de recurrir a un ERE en paralelo a un sector que, sin recurrir a una medida tan extrema, trata de adaptarse al nuevo escenario climático que ha hecho, por ejemplo, que la vendimia se haya avanzado unos quince días de media en los últimos 30 años, según apuntan a este diario expertos del sector.Como consecuencia de los «patrones climáticos extremos (…), la producción de cava ha disminuido en el sector en general y en Freixenet en particular como líder de la industria. Las reservas reducidas y el aumento de los costes de las materias primas han agravado el desajuste entre la demanda del mercado y la sostenibilidad operativa», apuntaba la firma para justificar un recorte de personal que los representantes de los trabajadores consideran del todo injustificado. Javier Pagés, presidente del Consejo Regulador de la DO Cava efeConsultada por este diario, la empresa ha declinado hacer declaraciones o ofrecer datos económicos alegando precisamente el proceso de reestructuración en el que están inmersos. Freixenet, desde que fue adquirida por el grupo alemán, no presenta resultados segregados. Los últimos conocidos, hace una semana, pertenecen a Henkell Freixenet –así se denomina la compañía, que incluye otras referencias europeas–, con unos ingresos en el último ejercicio fiscal de 1.250 millones de euros, un 1,5% más. Para CCOO, con una representatividad 87,5% en el comité de empresa, el ERE es «injusto», y recuerdan que llevan «más de un año denunciando la situación que sufre el sector del cava a causa de la sequía prolongada y del cambio climático». Es decir, que no se trata de una situación sobrevenida, el mismo argumento que llevó a la Generalitat a no admitir un expediente de regulación anterior, en ese caso temporal, y que finalmente fue tramitado en distinta forma. En este contexto, el portavoz de CCOO en el sector, Antonio Domínguez , reclama también al Consejo Regulador de la Denominación de Origen (D.O.) Cava «que trabaje conjuntamente con todos los agentes que componen el sector para buscar las soluciones necesarias y flexibilizar el marco normativo para la elaboración del cava para afrontar este escenario, igual que han hecho otras denominaciones de origen del país y de ámbito internacional para paliar esta grave situación». Espadas en alto en la mayor cavista española.El caso de Freixenet es singular por las características y el tamaño de la empresa, pero no deja de ser sintomático de una D.O. que desde sus 38.000 hectáreas de extensión (30.000 en Cataluña) despachó 218 millones de botellas en 2024 –el 65% para la exportación–, con 200 elaboradores de cava registrados y 143 de vino base, lo que incluye desde pequeñas bodegas artesanales a gigantes como la citada Freixenet. Javier Pagés está al frente del Consejo Regulador desde 2018, puesto al que llegó después de trece años como CEO de Grup Codorniu, el otro gran emblema del sector. Habla con conocimiento de causa, y en conversación con ABC reconoce el impacto de la escasez de lluvias –13,39% menos de ventas en 2024–, lo que se explica por la caída de hasta el 30% en la producción media por hectárea, que disminuyó hasta los 8.500 kilos en los dos últimos ejercicios. Las lluvias de los últimos meses, sin embargo, ya anticipan que la vendimia de 2025 volverá a los niveles habituales, lo que no esconde que los estragos de la escasez de la que venimos hayan sido severos.En este contexto, Pagés enumera todas las medidas que ya hace años que se están adoptando para mitigar estos episodios, desde las que adoptan las empresas a las que impulsa la DO, en línea con lo que se reclama desde CCOO. Entre estas últimas, la principal es la Provisión de Garantía Cualitativa, una suerte de fondo de reserva que permite a las bodegas acumular vino base para poderlo utilizar en años de escasa producción. La medida ya se aplicó en la vendimia de 2024 y se renovará en la de 2025, adelanta Pagés a ABC, recordando que es una estrategia habitual en otras zonas productoras y que permite garantizar unos mínimos de producción sin comprometer los estándares de calidad a los que obliga la D.O. En paralelo, las firmas están trabajando a fondo para una adaptación climática que va desde la implantación de los cultivos al riego por goteo a los cambios en la densidad de las plantaciones o la búsqueda de nuevas variedades de uva más resistente. «El cambio climático es un reto, pero también una forma de estímulo», apunta Pagés, que desdeña a la vez la postura de cierto catastrofismo climático que augura a medio plazo la imposibilidad de cultivar en determinadas zonas por el aumento de la temperatura media. «Hay zonas que pueden sufrir más, pero para el grueso de la D.O. en Cataluña, que es donde se concentra la mayoría de la producción, no lo vemos como una amenaza a corto o medio plazo». Sí reconoce Pagés que hay hechos objetivos, como las vendimias cada vez más tempranas, algo que, no obstante, no atribuye únicamente al clima «sino a una cuestión de gustos y tendencias: si se vendimia antes la uva tiene menos grado, cierto, pero a cambio gana acidez y frescura, lo que da más juego a los enólogos».Con prudencia, pero sin dejar de reconocer unos cambios que son obvios para quien se ensucia las botas entre los viñedos o trastea en las bodegas, desde el Consejo Regulador , pero también desde las bodegas que han decidido quedar al margen de la D.O., se impulsan prácticas que definen como «agricultura de precisión», o lo que es lo mismo, hacer más con menos recursos. «La digitalización permite comprender mejor las necesidades de cada parcela, reducir tratamientos y pasadas del tractor, evitando costes innecesarios», expone por ejemplo Ricard Fusté, técnico de viticultura de Sumarroca, en un testimonio aportado por el Consejo Regulador. Quien puede instala riego por goteo o subterráneo y construye balsas para acumular agua . Otras medidas, con el objetivo último de mejorar la retención del agua en el suelo, son menos costosas, como las labradas superficiales con el objetivo de romper la capilaridad y evitar una mayor evaporación del líquido que aún queda en el suelo. Otra práctica cada vez más utilizada es el empleo de cubiertas vegetales en los viñedos. «Estas cubiertas ayudan a frenar la erosión del suelo, mejoran su estructura y retienen la humedad, contribuyendo a la adaptación de los viñedos a condiciones climáticas extremas y cambiantes», se apunta desde el Consejo Regulador. Noticia Relacionada estandar No Huelga en Freixenet contra el ERE que pretende despedir un cuarto de la plantilla Àlex Gubern CC.OO lamenta que ni la familia Ferrer ni el CEO se hayan implicado en las negociacionesEn situaciones excepcionales de sequía, sin embargo, se han tenido que tomar medidas específicas y en algunos casos se ha tenido que eliminar esta cubierta vegetal porque acababa compitiendo por un agua que se necesitaba al 100% para la viña. Ante la limitación del agua, se apunta, se pone mayor énfasis en los laboreos superficiales durante la época de crecimiento de las cepas. «El año pasado fue un punto de inflexión que nos dejó claro que ya no podemos dar marcha atrás, ya que el calor fue extremo. Entre las acciones que tomamos, una de las más importantes fue labrar la tierra cada 10 o 12 días durante julio y casi hasta finales de agosto. El objetivo, evitar que cualquier hierba compitiera con las cepas por el escaso suministro de agua disponible en el suelo», añade la viticultora Marta Puig Artigas.Otra estrategia adoptada es lo que se conoce como «poda en verde», que permite reducir la densidad de hojas y racimos, mejora la circulación de aire en la vid, lo que ayuda a prevenir enfermedades por hongos y reduce la humedad en condiciones climáticas cálidas y húmedas. «Además, evita la sobrecarga de racimos en la planta, lo cual es especialmente relevante en condiciones climáticas extremas, como altas temperaturas, donde la vid puede sufrir estrés hídrico», añaden en la D.O.El objetivo último, adaptarse al nuevo contexto climático e insistir en lo que es una obsesión de la D.O., seguir aumentando el valor añadido de cada botella, la misma estrategia que ha permitido que pese a la caída de las ventas la facturación creciese un 3.7%. Por si los rigores climáticos no fuesen suficiente, se cierne ahora otra amenaza sobre el sector, la de los « aranceles Trump », aunque esa ya será otra guerra.

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