Hubo una película, ‘Jurassic Park’, que metió el miedo y la fobia y la filia en media España. En la media España del que pudiera sentir miedo por los saurios a tamaño gigantescos, y en la filia de quienes pudieran sentir aprecio por ellos. No sólo fue eso, sino que en los más pequeños desató una fiebre por el coleccionismo de muñecos que representaban dinosaurios, y así los críos se identificaron con el lejano más remoto. Si se hace memoria, se desembocará en que en los más talluditos, toda esta moda derivó en una fiebre por los volúmenes de Paleontología, una ciencia entonces de minorías hasta 1993, cuando se estrenó con toda la parafernalia ‘Parque Jurásico’.De ese filme surgió una serie, la de ‘Parque Jurásico’, por la que media generación de españoles se quiso hacer arqueólogo y la otra mitad aplaudidores de ellos. De igual modo, han ido sucediéndose sagas y películas cada vez con los movimientos más realistas de los reptiles hasta llegar a hoy. Al ojo más entrenado le iban fascinando los saurios más veloces, los T-Rex, junto a la dieta omnívora en la que tenían su sustento. Es el objeto de ‘Jurassic Word The Experience Madrid’, donde estos animales, movidos por mecanismos que igualan la realidad con la ficción, se colocan para dar una sensación de veracidad a los visitantes. Braman, comen, miran esquinados a los visitantes. Todo para que la experiencia sea de lo más real posible. A tal efecto, un equipo de actores representan con credibilidad el rol de guardias del parque. A su lado, mapas en los que se informa de la dieta y de la capacidad dental de estos seres que nos precedieron hace unos años.Noticia Relacionada estandar Si La Feria Internacional del Disco de Madrid celebra su edición más punk Nacho Serrano Se celebra los días 10 y 11 de mayo en la Casa de Campo y contará con la visita de George DuBose, el legendario fotógrafo de los RamonesLos llamados braquiosaurios respiran frente a la incredulidad del visitante, que ve que el cielo de la carpa de Delicias se cierra como pudo cerrarse en el Jurásico. Y allí, entre plantas de la época, mugen las bestias de esa época para expectación de las familias. La muestra le ofrece al buen aficionado una razón científica sobre dietas y proteínas. Todos los espectadores, en el decorado vegetal, forman parte del espectáculo. También los guías, levemente formados en Paleontología, en una Paleontología viva. Quizá por eso enseñen, casi como un recién nacido a la Blue, que es una especie de velociraptor. No olvidemos que estamos en el Paseo de las Delicias, donde iban a morir los trenes, y hay actores que dan de beber a una cría de saurio que grita. O que, pasados unos metros, un T-Rex mira desde sus ojos laterales lo que puede ser carne. Y la carne la levantan con un hilo invisible y el público grita. El objeto es hacer sentir al visitante que está en la mítica Isla Nublar, y ahí es donde la goma, la silicona y la pintura cobran vida.De 45 a 60 minutosEl paseante menos creyente va paseando en una isla jurásica reducida, pero no por eso carente de acción. Ahí anda un brachiosaurus huyendo de los velociraptores y, en los brazos de los guías, el vaivén de las crías de dinosaurios. Todo ello con apoyo científico, o falsamente científico, que se da en una sala entre los rugidos de los saurios. Y se les ve respirar incluso. Los miembros del equipo llevan criaturas de saurios que, ya se ha dicho, se adecuan a la altura de los visitantes. El motor interno que mueve sus extremidades y sus ojos es tan real que el espectador no tiene más remedio que aplaudir los avances de la técnica. La visita tiene una duración de 45 a 60 minutos, dependiendo del ritmo que se le quiera dar a un recorrido realista por el universo ‘guadianesco’ de los dinosaurios que, cada cierto tiempo, vuelve a fascinar a la sociedad madrileña. Desde niños a ancianos.

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