Leire Díez insiste en la versión de que realizaba un trabajo periodístico sobre distintas tramas de corrupción que terminará en un libro. Y en esa reivindicación, la todavía militante del PSOE -este martes pidió su «baja voluntaria» del partido según explicó ella misma- enmarca los audios de la reunión en los que aparece ofreciendo acuerdos con la Fiscalía a imputados en la trama de hidrocarburos a cambio de información sensible contra mandos de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Lo explicó ella misma en una comparecencia sin preguntas en un céntrico hotel de la calle O’Donnell de Madrid, que terminó convirtiéndose en un auténtico vodevil con la aparición inesperada de Víctor de Aldama , presunto conseguidor de la trama Koldo, que a su vez terminó a empujones con el empresario Javier Pérez Dolset, implicado en la misma trama. Dolset, que estaba en la reunión en la que Leire Díez pidió datos comprometedores contra el teniente coronel Antonio Balas (al frente de investigaciones sensibles como Koldo o el caso de Begoña Gómez), acudió a la comparecencia de este miércoles en calidad de «amigo». Y terminó enfrentándose a Aldama, que gritaba «sinvergüenza» a la militante socialista y que se encaró con el propio Dolset en distintos momentos de mucha tensión. «Os ha mentido. Es una pantomima. No sabe lo que ha hecho con venir aquí. Se va a enterar ésta, Santos Cerdán y el presidente del Gobierno«.Minutos antes de ese desenlace Leire Díez había dicho que pretendía «explicarse» tras su larga charla en la sede de los socialistas en Ferraz, el día anterior. La declaración en el hotel fue mucho más escueta. «Ni fontanera ni cobarde», dijo ante los medios. «No me van a intimidar» , volvió a repetir, tras recalcar que los «trabajos» que hizo «no los ha hecho en representación de nadie», en clara alusión al PSOE. «Mi trabajo es mi trabajo. Ni soy empleada pública, ni tengo cargos en el PSOE. Soy una militante con mis derechos y que piensa denunciar injusticias en ese libro», insistió, intentando desvincularse por completo de los socialistas. No mencionó a ningún cargo del partido.En el capítulo de reconocimientos lo que sí dijo Leire Díez es que lleva «años» recopilando información sobre distintas tramas sin negar que «al ser casos que afectan al PSOE he puesto más entusiasmo». «Tuve una participación activa para confirmar un contenido que tenía», continuó en referencia a la reunión del mes de febrero, asegurando que «puso encima de la mesa una posibilidad que siempre está abierta en nuestro Estado de derecho» (en referencia a un posible acuerdo con la Fiscalía para un empresario imputado), pero dejando entrever que no iba a realizar ninguna gestión concreta y que lo hizo solo para conseguir su objetivo. «No lo hice en representación de nadie» , remarcó, asegurando también que en aquel encuentro «no comprometió a ningún servidor público». En la reunión Leire Díez llegó a pronunciar la frase: «Si Balas está muerto, mejor», en su intento de dar con información sensible que dejara fuera de juego al servidor de la UCO. MÁS INFORMACIÓN noticia No Su comparecencia, en cinco frases: «Se puede ser socialista y hacer un trabajo de investigación» noticia No Dolset empuja a Víctor de Aldama al terminar la declaración de la ‘fontanera’ y este le llama «macarra» noticia No Aldama se encara con Leire Díez en plena comparecencia: «Esta señora está mintiendo» noticia Si Aldama, empujones y cristales rotos: el sainete de Leire Díez en el sótano noticia Si Por qué el comisionista del caso Ábalos y la ‘fontanera’ han entrado en guerra noticia No Videoanálisis | Paloma Esteban, corresponsal política de ABC: «Un vodevil inesperado»Ella, sin embargo, criticó que se conociera «una grabación ilegal en un despacho de abogados» y arremetió contra «las filtraciones calculadas, que son uno de los temas que nuestro Estado de derecho debe abordar». También dijo esperar «que algún día se conozca su contenido íntegro» -la reunión completa- «que es impredecible para hacer un juicio ponderado».La aún militante socialista llegó a pie sola a las 9:30 de la mañana, media hora antes de lo previsto, con un cuaderno y varios papeles en la mano. Entró al hotel mientras la nube de cámaras y periodistas se apelotonaban tras ella y bajó a la planta menos 1, en el sótano, donde los micrófonos de televisiones y radios esperaban. La convocatoria era a las 10 de la mañana y permaneció sentada más de veinte a la espera de que se hiciera la hora.
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