El presidente de Estados Unidos, Donald Trump , y su homólogo chino, Xi Jinping , mantuvieron este jueves una conversación telefónica , la primera del nuevo mandato del primero, justo en plena escalada comercial entre ambas potencias, y entre acusaciones mutuas de violar la tregua arancelaria pactada en mayo. Trump, que hasta se ha jactado de tener la capacidad de fomentar protestas ante la dictadura china con sus restricciones comerciales, pidió la llamada tras semanas de presión pública para retomar el contacto. La conversación, según el propio mandatario, duró hora y media y se centró exclusivamente en cuestiones comerciales. Trump dijo que fue «muy buena» y que concluyó de forma «positiva» para ambos países.La última vez que Trump y Xi hablaron fue en enero, justo antes de la segunda toma de posesión del presidente norteamericano. Esta nueva conversación se produce en un contexto especialmente volátil. Trump impuso el miércoles un aumento de los aranceles al acero y aluminio, que pasaron del 25% al 50%, y amenazó con reactivar el grueso de sus «aranceles recíprocos» si no se avanza en los próximos 30 días.Noticia Relacionada estandar Si Trump amenaza con aranceles a los países que no gasten el 5% del PIB en defensa David AlandeteChina, por su parte, ha restringido las exportaciones de minerales críticos –como las tierras raras–, fundamentales para la industria automotriz, electrónica y de defensa. Trump aseguró tras la llamada que ya no debería haber dudas sobre la complejidad de ese sector, y anunció que equipos técnicos de ambos gobiernos se reunirán pronto , con participación de Scott Bessent (Tesoro), Howard Lutnick (Comercio) y el embajador Jamieson Greer (Representante Comercial). «Nuestros equipos se verán muy pronto, y tengo la esperanza de que podamos avanzar con rapidez. Ambos países tenemos mucho que ganar», declaró el presidente.Perspectiva china La versión china sobre la llamada, como resulta habitual en la propaganda estatal, ha tendido a la metáfora. Según Xi, «para corregir el rumbo del gran barco que es la relación entre China y Estados Unidos es necesario tomar firmemente el timón y establecer la dirección correcta, especialmente eliminando toda interferencia o incluso actos de sabotaje». A partir del unilateralmente denominado «consenso de Ginebra», en referencia a la primera ronda de negociaciones de la guerra comercial, «ambas partes deben aprovechar bien el mecanismo de consultas económicas y comerciales ya establecido, mantener una actitud de igualdad, respetar las preocupaciones respectivas y buscar resultados mutuamente beneficiosos». Según la lectura china, si esas condiciones no se han dado todavía no es, desde luego, por culpa suya. «Los chinos siempre cumplen su palabra y actúan en consecuencia; una vez alcanzado un consenso, ambas partes deben respetarlo», ha asegurado el líder. «Tras las conversaciones en Ginebra, China ha implementado de forma seria y rigurosa el acuerdo. La parte estadounidense debe evaluar objetivamente los avances logrados y retirar las medidas negativas impuestas contra China». Xi también ha sacado el dedo acusador para apuntar a Taiwán, un «tema que EE.UU. debe manejar con prudencia» para «evitar que un pequeño número de elementos separatistas a favor de la «independencia de Taiwán» arrastren a China y EE.UU. a una situación peligrosa de conflicto y confrontación». El líder chino, sin embargo, ha combinado la crítica y la advertencia con la hospitalidad, pues ha «dado la bienvenida a una nueva visita de Trump a China», la cual supondría una continuación de su primer viaje como presidente en noviembre de 2017. El comunicado chino menciona, asimismo, que Trump «expresó un gran respeto por el presidente Xi».Automotrices como General Motors, Ford y Toyota han advertido de que la escasez de materiales procedentes de China ya está afectando la producción. Ford ha pausado la fabricación del modelo Explorer, y empresas alemanas y japonesas buscan alternativas para poder abastecerse. Japón propuso esta semana a Estados Unidos una cooperación reforzada sobre la cadena de suministro de tierras raras. En paralelo, la Unión Europea ha pedido a Pekín un sistema de licencias acelerado para empresas de confianza.El Capitolio recibió recientemente un informe de su Oficina Presupuestaria que estima que los aranceles de Trump podrían reducir el déficit fiscal en 2,8 billones de dólares en diez años, pero también aumentar la inflación y frenar la inversión. Las previsiones apuntan a una subida del 0,4% en los precios para 2025 y 2026.En el ámbito diplomático, EE.UU. y la India negocian un pacto comercial antes del 9 de julio, cuando expira la moratoria impuesta por Trump. También se han reactivado las conversaciones con Vietnam. Pero los avances son limitados, y Trump ha intensificado su retórica contra Xi. «Me gusta el presidente Xi, siempre me ha gustado, pero es extremadamente duro y es muy difícil negociar con él», publicó esta semana en redes. En otra publicación fue más directo: «China HA VIOLADO TOTALMENTE SU ACUERDO CON NOSOTROS. Se acabó lo de ser el POLI BUENO».Aunque la llamada del jueves rompe el hielo, no garantiza una solución. La competencia estructural entre ambos países –tecnológica, industrial y geopolítica– sigue intacta. Como dijo esta semana el secretario del Tesoro, Scott Bessent , «solo una conversación directa entre Trump y Xi podía desbloquear el diálogo». Esa conversación ya ha tenido lugar. Falta ver si surtirá efecto alguno.

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