La tarde fue cuesta abajo y sin frenos. Los toros de Adolfo Martín dieron un tono demasiado gris, sin despertar emociones en sus embestidas, y por si fuera poco, con peligro. Para colmó, el cuarto se afligió en varas, quedó inmóvil, fue devuelto e imposible de meterlo en los chiqueros. Hubo que apuntillarlo en el ruedo, y todo ese tiempo rompió el devenir del festejo, ya de por sí con nulo ritmo. El público , que ya había protestado a alguno de los adolfos por su justo trapío, comenzó a impacientarse. En definitiva una decepcionante corrida que si sacó algo de casta fue de la mala.Todo volvió a su cauce con la ovación que le tributaron a Fernando Robleño antes de saltar el quinto, que tampoco andaba muy sobrado en sus formas. El madrileño respondió a ese homenaje por sus veinticinco años de lucha en los ruedos, a esas casi sesenta tardes de entrega en Las Ventas. Al de Adolfo Martin lo picaron muy mal, trasero, y llegó a la muleta remiso en sus embestidas poco claras, sin fijeza, con la cara alta y buscando el cuerpo. Con este material no parecía que Robleño tuviera opciones. Las buscó con ahincó, con valor, con firmeza en la colocación, con poder en su muleta. Por el pitón derecho le robó muletazos de mérito que se le agradecieron, pero la apuesta llegó cuando citó por el izquierdo. Surgieron naturales templados en el trazo en un toma y daca en el que el veterano tuvo que echar mano de toda su experiencia. Insistió con la zurda y hubo torería en el querer, en la apostura del diestro que se tiró a matar como un león, cobrando una estocada corta en buen sitio.Noticia Relacionada estandar Si La Junta de Andalucía archiva el caso de la ‘espantá’ de Morante y Manzanares en Linares ALICIA P. VELARDE Los toreros se enfrentaban a una sanción de 12.000 €Demostró que no venía dispuesto a dejar pasar la tarde por complicada que se lo pusieran los toros y lanzó un grito de rebeldía, que tuvo como respuesta el respeto de la afición en una vuelta al ruedo que le supo a gloria. A su primero también lo mató de un estoconazo después de entregarse con un toro deslucido en grado sumo y con peligro.Y para peligro el que le regalaron el tercero y el sexto a Manuel Escribano. Estuvo hecho un jabato el sevillano sin volver nunca la cara, muy de frente y muy de verdad. Si El tercero fue una prenda con el se esforzó en un trasteo de alta tensión, el sexto, que engañó por su movilidad en los primeros tercios, llevaba carbón. Se batió el cobre a suerte o verdad, intentó meterlo en la muleta y hasta le daba el primero, y no había más que librarse de las cornadas dirigidas a las femorales. Menos mal que lo cazó con la espada y todos respiramos. El primero Escribano, que se dejó la piel.La tarde comenzó esperanzadora con un primero que metía bien la cara por el pitón derecho. Antonio Ferrera sacó a los medios a Robleño y allí le tributó su brindis. Comenzó series cortas en las que hasta se relajó. Acabó de uno en uno con la muleta sin la ayuda con el sabor del abandono. No había para más. Le tocó el sobrero de Martín Lorca, que llevaba toda la feria anunciado y que finalmente en el ruedo acusó sus más de seiscientos kilos. Sin malas intenciones, pero sin posibilidad de dar continuidad al extremeño, que se empeñó tozudo en seguir y seguir cuando en los tendidos ya se había desatado una bronca contra el toro y hasta contra el insistente.SAN ISIDRO Plaza de toros Monumental de Las Ventas. Sábado 7 de junio de 2025. Vigesimosexta de feria, cartel de «No hay billetes». Se lidiaron toros de Adolfo Martin, desiguales sin excesos de presencia, deslucidos y desarrollando peligro, todos pitados en el arrastre, y un sobrero, el cuarto, de Martín Lorca, flojo. Antonio Ferrera, de blanco y oro. Pinchazo y estocada trasera. Aviso (ovación). En el cuarto, bajonazo (silencio). Fernando Robleño, de marino y oro. Estocada (silencio). En el quinto, estocada corta. Aviso (vuelta al ruedo). Manuel Escribano, de verde y azabache. Pinchazo y estocada caída. Aviso (silencio). En el sexto, estocada. Aviso (ovación).

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