Serán 22; bueno, 23 si contamos a doña Leonor. Augusto Ferrer-Dalmau ha recorrido ya un buen trecho del largo camino que culminará con el alumbramiento de la Colección de los Reyes de España. «Mi taller de artistas pintará a todos los monarcas desde el siglo XVI hasta la actualidad y su destino será el Palacio del Infante don Luis de Boadilla del Monte», explica a ABC. La semana pasada nos regaló un primer aperitivo al mostrar ocho de ellos en la Fundación Carlos de Amberes de Madrid, y entre ellos se hallaba don Fernando el Católico . Un monarca que el pintor de batallas ha tildado de «clave para la historia de nuestro país» y cuyo rostro navega entre la leyenda y el misterio.[PUEDES VER EL CUADRO DE FERNANDO EL CATÓLICO ELABORADO POR EL ‘TALLER DE ARTISTAS HISTÓRICOS FERRER-DALMAU’ AL FINAL DE ESTE ARTÍCULO]Rostro perdidoNo son pocas las descripciones que existen de Su Majestad. Una de ellas, la más popular, es la ‘ Crónica incompleta de los Reyes Católicos ‘. Aunque anónimo y con una fecha de alumbramiento desconocido, el texto describe el rostro del monarca el día en que contrajo matrimonio con Isabel la Católica, el 18 de octubre de 1469: «El príncipe tenía los ojos a maravilla bellos, grandes, rasgados y reyentes; las cejas delgadas; la nariz muy afilada en el tamaño y la hechura, que en el rostro para mejor parecer es demandada y la boca y los labios un poco crecidos. Y, como la juventud de su rostro es de su natura muy allegada a la risa, en este príncipe la alegría del corazón en el rostro la mostraba».No ahorraba adjetivos el autor, fuera quien fuese. En sus palabras, «el rostro todo era blanco, con las mejillas coloradas» y «las barbas, en aquel tiempo, por la tierna juventud, pocas y muy bien puestas en los lugares donde mejor convenían». Tenía, decía también, los cabellos castaños, «llanos» y «cortados al rostro». Por desvelar, el texto desvelaba hasta su altura: «La estatura de su cuerpo era mediana, ni alta ni pequeña. Las piernas muy lindas y muy bien talladas. Su presencia toda, rostro y cuerpo, era de un muy dispuesto galán». Cabe suponer que el cronista en cuestión se dejó cautivar por su regia figura y que primaron las exageraciones. ¡Como para no hacerlo! Con todo, supone un testimonio de primera mano de la imagen que lucía don Fernando a los 17 años.Retrato de Fernando el Católico del pintor flamenco Michel Sittow ABCAlgo más escueto fue Hernando del Pulgar , nacido en el siglo XV. En su ‘ Crónica de los Señores Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel de Castilla y de Aragón ‘, dedicó un capítulo –’De las condiciones y proporciones del rey’– a recoger desde el aspecto físico, hasta la biografía de Su Majestad católica. «Este rey es hombre de mediana estatura, bien proporcionado en sus miembros, en las facciones de su rostro bien compuesto, los ojos rientes, los cabellos prietos y llanos, y es hombre bien complisionado [SIC]», explicaba. Pocos datos más ofrecía en este sentido. A partir de ahí, el texto ofrece una descripción sobre su forma de hablar, la cual define como «ni presurosa ni mucho espaciosa».La tercera descripción más conocida del monarca la ofreció el historiador y cronista siciliano del siglo XVI Lucio Marineo Sículo . En su ‘ Libro que trata de las cosas de España ‘, define a don Fernando igual que sus colegas: «Era el Rey de mediana estatura, tenía todos sus miembros muy bien proporcionados. En la color era blanco con muy gracioso lustre. Tenia el gesto alegre y resplandesciente, los cabellos llanos y de color casi castaño claro, la frente serena pero calva hasta la media cabeza, las cejas de la misma color de los cabellos y apartadas una de otra». Añadía, además, que lucía ojos claros y «casi risueños»; una nariz «pequeña y bien sacada y conforme a las otras facciones del gesto»; unas mejillas de un rosado colorado y una «boca pequeña y agraciada» con labios «semejantes al coral».Representaciones de épocaHay veces en las que, como sostiene el dicho, una imagen vale más que mil palabras. Y quizás este sea uno de los casos. Según explica la catedrática en Historia del Arte Carmen Morte García en ‘La imagen de Fernando el Católico en el Arte: el tiempo vivido y el tiempo recreado (1452-1700)’, tenemos la suerte de contar con un total de cinco retratos del monarca. Todos ellos, realizados sobre tabla y fechados entre 1489 y 1504. «Estos siguen las pautas del retrato flamenco del momento. Se le representa de busto, destacado en primer término sobre un fondo neutro y vuelto de tres cuartos a la izquierda», explica la experta en el texto. La imagen es similar en todos: media melena, gorrilla negra y, en cuatro de ellos, un collar.Montaje de la exposición que acogió durante cuatro jornadas la Fundación Carlos de Amberes de Madrid TANIA SIEIRACada retrato esconde su historia. El que más se asemeja a la imagen representada en la ‘Crónica incompleta de los Reyes Católicos ‘ es el que se exhibe en el ‘Museum Society of Antiquaries’ de Londres. En palabras de Morte, es el menos divulgado de todos y se desconoce quién fue el autor y la fecha en la que fue alumbrado. Aunque se asume que fue pintado entre 1515 y 1520. El lienzo muestra a un monarca de facciones jóvenes al que «se le han pintado las manos y le cuelga una cruz de tipo bizantino adornada con piedras preciosas y perlas». La instantánea se completa con un rico vestido de brocado sobre sayo negro y una camisa de color blanco que asoma por el cuello.En los otros cuatro cuadros se muestra al monarca de dos formas diferentes. Por un lado, Fernando el Católico aparece representado de busto, vuelto a la izquierda y ataviado con gorro negro, sayo y una gruesa cadena. Por otro, se le muestra con un traje de brocado en campo de oro y cabello lacio y abundante coronado con una gorra oscura. En estas últimas imágenes luce, siempre en palabras de Morte, labios gruesos. Imagen definitivaFerrer-Dalmau y sus alumnos se han basado en todas estas crónicas y otras tantas representaciones para forjar su propio Fernando el Católico. Aunque siempre bajo la mirada experta de sus asesores históricos de cabecera: David Nievas y Noemí Toral . «Por un lado hemos arriesgado al ofrecer una imagen de él un poco diferente de la habitual, pero quiero señalar que nos hemos basado en los textos clásicos para reproducir su aspecto. No hay nada que no sea histórico», concluye Ferrer-Dalmau. El pintor insiste en subrayar un rasgo diferencial con otros lienzos: «Contaba con una barba muy tupida que, según los historiadores, le crecía enseguida. Hemos marcado esa característica con una ligera sombra en el rostro».Alejo Segarra está de acuerdo con su maestro. El coordinador de artistas ha sido el encargado de dar vida a Fernando el Católico, y conoce todos los entresijos de su figura. «Ha sido un rey muy caro de pintar, muy complejo. Estuve en contacto con Nievas en todo momento. Buscábamos ofrecer una imagen del monarca que no fuera tan plana como la de los retratos antiguos», explica. Basándose en los escritos y en los cuadros de la época, el asesor le aconsejó que le «pintara los ojos un poco más grandes de lo habitual», una nariz «algo alargada», cierta papada y labios gruesos. «Creo que le idealicé un poco en principio. Es algo que a veces me pasa: tengo tendencia a embellecer al modelo», suscribe.Fernando el Católico, del Taller Augusto Ferrer-Dalmau TALLER AUGUSTO FERRER-DALMAUSon muchos los detalles que plasmó con sumo cariño y esfuerzo Segarra. Pero el que más recuerda es el pelo. «Por las descripciones y los grabados que tenemos, podemos concluir que tenía flequillo y un pelo largo, liso y voluminoso. Yo he acentuado su color oscuro para que el rostro destaque aún más», completa. Historiador y pintor cuidaron hasta la expresión del monarca. «Quisimos ponerle un gesto serio porque ese era su carácter. Se ha llegado a decir que Maquiavelo se inspiró en el rey Católico para escribir ‘El príncipe’. Ese afán político, esa ambición y ese magnetismo hacia el mando lo hemos plasmado en su rostro. El retrato te mira y te dice ‘tengo una personalidad fuerte’», sentencia. El cenit de esta idea es la forma en la que ase la espada don Fernando. «La agarra con mucha fuerza. Queríamos dar la impresión de que está preparado para responder ante cualquier eventualidad, de que puede hacer algo en cualquier momento», completa. La imagen se completa con un collar y una armadura que reproduce la que portaba el mismo Fernando entre los siglos XV y XVI. «Contacté con el ‘Kunsthistorisches Museum’ de Viena, la institución que la guarda. Desde allí me mandaron varias fotografías para que me hiciese a la idea de cómo era», finaliza.Todo es poco por Fernando el Católico, el hombre que arrancó la forja de España junto a su amada Isabel y que, en un suspiro, lucirá en el Palacio del Infante don Luis de Boadilla del Monte de la mano de Augusto Ferrer-Dalmau.

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