Tres meses después de la detención del capellán del colegio Highlands El Encinar, en La Moraleja, Marcelino A., español de 57, por presuntas agresiones sexuales a ocho alumnas de 6 años, el juzgado del caso ha pasado de testigos a imputadas a las dos docentes señaladas por supuestamente ocultar los casos.Según ha podido saber ABC, la decisión de la juez llega después de que a principios de este mes de junio cuatro de las niñas testifican en la cámara Gesell de Plaza de Castilla, formando una prueba preconstituida de cara a todo el proceso.Los testimonios, duros, según uno de los abogados de la acusación, habrían reflejado lo que también aparece en el informe de la Ufam de la Policía Nacional de Madrid: que algunas de las denunciantes habían puesto sobre aviso del asunto a las dos profesoras en cuestión y están habrían hecho la vista gorda sobre el capellán, que fue detenido el 7 de marzo. Concretamente, aseguró la primera denunciante, de apenas 6 años que se lo contó a «Miss Mariou (María Eugenia) y Mis Madeleine».El próximo 17 de junio, las docentes están llamadas a declarar; también lo hará el entonces director del Highlands El Encinar, quien, pese a las quejas de varios padres, mantuvo en el cargo a Marcelino. El sacerdote había sido mano derecha del pederasta en serie y fundador de la Legión de Cristo y de Regnum Christi, Marcial Maciel, apartado por Benedicto XVI del ejercicio tras comprobarse decenas de casos cometidos por él.El religioso ejerció primero en el colegio Los Fresnos, también de Highlands, entre 2011 y 2015, cuando un grupo de padres supo por un artículo del pasado del padre Marcelino con Maciel. Exigieron su despido y fue enviado en labores de secretaría en Roma; en 2022, al quedar vacante la plaza de director espiritual en El Encinar, su director, pese a conocer los lazos con el fundador, lo repescó para ese curso, que inició en septiembre. Eso provocó la protesta de otros progenitores y, según las declaraciones que se recogen en el sumario, entre ocho y cinco familias decidieron sacar a sus hijos del colegio.Aunque el sospechoso no ejercía de profesor, sí hacía labores de apoyo en los recreos y en clases de religión. Se relacionaba sobre todo con las niñas pequeñas y, entre su atribuciones, estaba la coordinación y participación en los referidos campamentos, en los que se pasaba fuera cuatro noches, por ejemplo, en Santa María de los Almorchones (Navacerrada) con alumnas de primer a cuarto curso de Primaria; aunque también consta un viaje a Lourdes (Francia).Otro padre, en su declaración en la UFAM, recuerda el mismo episodio antes relatado por una progenitora: «Las quejas contra el padre Marcelino se reiteraron al año [de llegar a El Encinar]. A raíz de ello, hubo un encuentro entre las madres de las niñas, mooento en el que una de ellas refirió» que la pequeña «se puso muy nerviosa, no se quiso despedir del cura y después estuvo muy rara». «De hecho, no quiso regresar a ningún campamento ni quedarse a dormir fuera de casa», añade el dicente.Además, «hace unos dos veranos, cuando surgieron todas las sospechas en el entorno escolar, estuvo hablando con una profesora de Primaria que lleva muchos años en el colegio y que también tiene a sus hijos allí estudiando, que le dijo: ‘Yo a mis hijos les tengo dicho que no se acerquen al padre Marcelino’».

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