Al filo de la medianoche del 25 de febrero de 1990, tras tener certeza de que había perdido el poder en Nicaragua, Daniel Ortega tocó a la puerta de la casa de la mujer a la que se enfrentó en campaña con el pendenciero mote de ‘gallo ennavajado’ y que finalmente le ganó. Era Violeta Barrios de Chamorro. Devastado, rompió en llanto. «¡Ay muchachito! no te preocupés que vamos a salir adelante y todo se va a solucionar», le dijo ella para consolarlo, según contó 31 años después su hija Cristiana Chamorro Barrios en una entrevista ofrecida un día antes ser encarcelada por intentar reeditar la hazaña de su madre en las urnas.Al día siguiente, los nicaragüenses despertaron con la noticia del triunfo de doña Violeta, como popularmente era llamada la expresidenta nicaragüense , fallecida en el exilio en San José, Costa Rica a sus 95 años , la madrugada de este 14 de junio. Un 51.4% del electorado respaldó su propuesta de «paz y reconciliación», convirtiéndola en la primera mujer en llegar a la Presidencia de un país en toda América Latina. El hito alcanzado por esta mujer significó el fin de una década de guerra que se saldó con al menos 50.000 muertos y hundió la economía del país por el bloqueo comercial. Era el inicio de la transición democrática y por ello fue reconocida como la ‘presidenta de la paz’. Noticia Relacionada estandar Si La Dinastía Ortega-Murillo se perpetúa en Nicaragua Emili J. BlascoEl principal legado de su mandato (1990-1996) fue la democracia. Logró la reconciliación, el desarme de grupos armados, la abolición del Servicio Militar Obligatorio que instauraron los sandinistas, promovió la profesionalización del Ejército y de la Policía Nacional; defendió el respeto absoluto a los derechos humanos y sentó las bases para el despegue de la economía. Ella misma llegó a reconocer que no pudo hacer más. Durante su mandato sufrió sabotaje. Como oposición -tras jurar que gobernaría desde abajo- el actual dictador Daniel Ortega, desde el Frente Sandinista, promovió huelgas, asonadas y paros violentos que minaron la economía. Empujada a la políticaVioleta Barrios de Chamorro nunca se reconoció como política. No lo fue. Nació en el seno de una familia adinerada de Rivas, en el Pacífico Sur de Nicaragua, el 18 de octubre de 1929, donde recibió una crianza sencilla. Abrazó la defensa de la libertad de Nicaragua siguiendo el ejemplo de su esposo, el periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal , exdirector del diario ‘La Prensa’, declarado mártir de las libertades públicas tras ser asesinado a balazos en enero de 1978 bajo el régimen somocista, derrocado al año siguiente por guerrilleros sandinistas. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Pedro Joaquín, Claudia Lucía, Cristiana y Carlos Fernando , todos en el exilio a causa de la persecución del régimen de Ortega.En sus memorias ‘Sueños del corazón’, la fallecida expresidenta contó que desde que aceptó desafiar el poder a Ortega fue consciente de la importancia del momento y que llegó a sentir «angustia» al recibir un país sumido en la violencia, la pobreza y el caos. «La patria que heredé era una sociedad desgarrada por la división. Los nicaragüenses no nos reconocíamos como hijos de una misma patria», escribió. Y cuando llegó el día de entregar el poder regresó a su casa, la misma donde el día de su victoria recibió a Ortega y consoló su llanto y que conservó como la dejó su esposo. En el año 2000, retirada de la vida pública sus hijos detectaron las primeras señales de un posible Alzheimer, que fue oficialmente confirmado siete años después.

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