Nunca se pudo esperar mejor homenaje, con más pasión, a una ganadería ya legendaria. La figura del viejo Victorino Martín sobrevoló Las Ventas, la plaza que lo lanzó en los años sesenta, la arena de sus grandes triunfos. Una tarde concebida para el recuerdo y el reconocimiento a un ganadero de personalidad sinigual que dejó un legado de sangre brava. Y allí, en la misma arena de tantos días de éxito, la memoria viva de su figura y todo su saber.Milhijas se llamaba el sexto, un cinqueño con casi seiscientos kilos, un victorino de ley que salió con motor y una suprema humillación en el capote templado de Borja Jiménez. Empujó en el caballo, y las embestidas en banderillas ya despertaron la expectación de lo que podía venir en el último tercio. Y llegó, vaya si llegó. La raza de un toro bravo, al que el sevillano le plantó cara en un soberbio comienzo de faena por naturales. Como un latigazo conmocionaron y la plaza saltó como un resorte. A partir de ahí, Milhijas con el hocico por el suelo, con su embestida persiguiendo la muleta que Borja le hacía seguir con temple, con hondura. Cinco por el izquierdo y el de pecho, largos los naturales, encajado el torero, poderoso.Noticia Relacionada estandar No Presentan en Las Ventas la corrida homenaje a Victorino Martín, el ganadero revolucionario que siempre pensó en el aficionado ALICIA P. VELARDE Victorino Martín García estuvo en el acto, acompañado de la terna que toreará la corrida que cierra San IsidroHabía que poderle, que el de Victorino no regalaba nada, y a más siempre, con la firma de una trincherilla para rematar otra tanda con la zurda. No bajó la intensidad, al contrario, cuando cogió la muleta con la mano derecha, abierto el compás, hundidas las zapatillas, y hasta se relajó en la última por el izquierdo. Los tendidos se entregaron a la conjunción de toro y torero, más aún en el final por bajo, hasta allá y más lejos lo llevó con la rodilla flexionada antes de cobrar una estocada que desató el delirio.No había dudas, las dos orejas y la vuelta al ruedo para Milhijas. La arena comenzó a llenarse de aficionados que querían llevarse a Borja Jiménez en volandas, pero no se olvidaron del ganadero. Obligaron a Victorino Martín a saltar al ruedo y allí, no había otra, lo izaron a hombros.Como su padre tantas tardes, el viejo Victorino, la sangre nueva saboreó la gloria de una salida a hombros de Las Ventas. Ahí se transmitió definitivamente ese legado de un tesoro genético único. Ahí los cuatro mil victorinos lidiados, ahí la estampa de Velador, ahí la Corrida del Siglo, ahí tantos toros triunfadores de San Isidro… A hombros se llevaron a Victorino Martín García, que en esa apasionada Puerta Grande recibió el espaldarazo de la primera plaza del mundo, la plaza de los victorinos.CORRIDA IN MEMORIAM Plaza de toros Monumental de Las Ventas. Corrida in memoriam de Victorino Martín Andrés. Cartel de «No hay Billetes». Se lidiaron toros de Victorino Martín, serios, deslucidos los cuatro primeros, encastado el quinto y bravo el sexto, premiado con la vuelta al ruedo. Paco Ureña, de rosa y oro. Estocada corta baja (ovación). Media baja (silencio). Emilio de Justo, de blanco y oro. Estocada (aplausos). Estocada. Aviso (oreja). Borja Jiménez, de tabaco y plata. Estocada baja (silencio). Estocada. Aviso (dos orejas). Salió a hombros con el ganadero Victorino Martín García.Y eso que la tarde in memoriam no discurría por buen camino, pues los cuatro primeros toros apenas dieron facilidades a la terna, deslucidos y con poco fuste. El quinto, Milhembras, fue otra cosa. Serio, como toda la corrida, escondió su motor en los dos primeros tercios en los que pasó sin pena ni gloria, pero ante la muleta de Emilio de Justo se vino arriba con casta. Se entendió con él el extremeño, que aplicó poder en series tensionadas. Así por uno y otro pitón, con el diestro siempre muy dispuesto, muy decidido y cruzado. Sufrió alguna colada en una faena con buenos pasajes y la exigencia siempre del de Victorino, que no regaló nada.Se perfiló De Justo con la espada y se volcó con fe cobrando una gran estocada. Toda la entrega que puso desde que lo recibió con el capote y el excelente volapié le valieron para pasear una oreja. En el segundo no regateó esfuerzos, aunque lo hecho en un trasteo un tanto desigual no tuvo nunca eco en los tendidos.Como le sucedió a Borja Jiménez con el tercero. Le costaba mucho al cárdeno entregarse en la muleta por lo que la faena no levantó el vuelo, es más cayó a un nivel bajo, tanto como el feo sartenazo de remate.Muchas ganas y poco resultado para Paco Ureña en una tarde gris. Los dos victorinos que le tocaron en suerte no le dieron muchas opciones, pero el torero de Murcia tampoco tuvo su día más despejado.

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