El pasado mes de abril Manolo Zarzo cumplió 93 años y hasta ahora, fecha de su muerte, era lo más normal del mundo verlo por ahí, al fondo de un plano, en cualquier película o serie con su cara simpática y su porte elegante. Su última aparición fue en 2024 en un cortometraje titulado ‘El nuevo barrio’, de Víctor Izquierdo , y dos años antes, en el largometraje ‘La fortaleza’, de Chiqui Carabante . Sus comienzos, a finales de los años cuarenta, fueron en compañías de teatro ambulante y al cine llegó en 1951 con Antonio del Amo en un drama titulado ‘Día tras día’ y repetiría con este director en ‘Sierra maldita’ (1954) y en varios títulos más, como ‘El pescador de coplas’, junto a Antonio Molina, y ‘Saeta del ruiseñor’, junto a Joselito.Estuvo en activo para el cine, el teatro y la televisión durante ocho décadas, en las que trabajó prácticamente para todos los directores españoles y algunos extranjeros de gran prestigio, como Ettore Scola (‘El demonio de los celos’, con Mastroianni y Monica Vitti, o ‘Mister Sabatini… África… allá vamos’), Pasquale Festa Campanile (‘Un trabajo tranquilo’, con Celentano,), Mauro Bolognini (‘Madamoiselole de Maupin’), Marty Feldman (‘Mi bello legionario’, con Ann-Margret) o Jacques Deray (‘Secuestro bajo el sol’, con Jean-Paul Belmondo).Pero fue el cine español en todas sus caras y géneros quien lo tuvo siempre a su disposición, y rara vez como principal protagonista, pero siempre con un personaje que daba la impresión de que sólo lo podía hacer él. Aunque podía tener un perfil duro y sabía componer tipos aptos para el cine de intriga o incluso el wéstern, su interpretación natural estaba en los terrenos cercanos a la comedia, precisamente por la simpatía y alegría que irradiaba su rostro y por el ‘toque Zarzo’, como de vividor e irónico bromista con los que envolvía a sus personajes. Era la cara alegre, picaruela, del cine español en cualquier lado del plano que se colocara.Y si hubiera que definir con una palabra su cualidad ante la cámara, podría ser eficacia. Probablemente daba sin esfuerzo un poco más de lo que esperaba el director, de ahí que trabajara con todos, desde Juan de Orduña, a Jesús Franco o Pedro Lazaga; desde Carlos Saura, a Pedro Almodóvar, Mario Camus o José Luis Garci; desde Mariano Ozores, a Gonzalo Suárez, Jaime de Armiñán o Antonio Fraguas ‘Forges’ (en ‘País, S.A.’, una de las dos películas que dirigió). León Klimovsky, Iquino, Masó, Bodegas. Escrivá, Bardem, Betriú, Albaladejo…, la Z de Zarzo estuvo en el abecedario completo de directores españoles.Hizo casi doscientas películas, obviamente no todas inolvidables, pero sí se puede hacer un ‘top-ten’ de sus mejores trabajos, de sus títulos sí enteramente inolvidables. Diez títulos como resumen y que podrían ser: ‘Los golfos’, de Carlos Saura; ‘Tíovivo c. 1950’, de José Luis Garci; ‘Juncal’ y ‘Stico’, de Jaime de Armiñán; ‘Los santos inocentes’ y ‘La colmena’, de Mario Camus; ‘El demonio de los celos’, de Ettore Scola; ‘Epílogo’, de Gonzalo Suárez; ‘Entre tinieblas’, de Pedro Almodóvar, y ‘Posición avanzada’, una película de Pedro Lazaga sobre la guerra civil que se apunta como germen de ‘La vaquilla’ (de Berlanga) y en la que Manolo Zarzo era el protagonista.Además de gran actor, Manolo Zarzo era sumamente popular, pues estuvo en todos los hogares españoles en algunas de las mejores series que se han hecho, además de la citada ‘Juncal’, aparecía en ‘Amar es para siempre’, en ‘¿Se puede?’ (con Lina Morgan, su amor juvenil), ‘Aquí no hay quien viva’, ‘Hospital Central’, ‘Curro Jiménez’, ‘Las aventuras de Pepe Carvalho’, ‘Segunda enseñanza’, ‘Ramón y Cajal’ o ‘Fortunata y Jacinta’. Y a esa popularidad de cara conocida le añadía el carisma de cara alegre. La Academia del Cine le hizo un homenaje hace poco más de un año en el que se proyectó ‘Los guardiamarinas’, de Pedro Lazaga, y en el que se mostró tan divertido y lúcido como siempre.Nunca fue una estrella, pero a Manolo Zarzo no será fácil olvidarle porque, en cualquier escena de cualquier película, ahí estará para recordarlo.

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