«Hay mensajes que debemos evitar cuando nuestro hijo cambia de etapa escolar»

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«Hay mensajes que debemos evitar cuando nuestro hijo cambia de etapa escolar»

Con la llegada del calor y el cierre de curso a la vuelta de la esquina, los escolares celebran con gran ilusión la llegada de las vacaciones, el descanso y, sobre todo, no tener que madrugar ni estudiar. Aún así, no son pocos los que se inquietan al pensar que acaban de cerrar una etapa porque , a la vuelta, comienzan una nueva etapa escolar. Según Blanca Arias , psicóloga transpersonal especializada en neurodesarrollo infantil, esto ocurre porque «nuestro cerebro está configurado para gastar las menores calorías posibles, y esto se traduce en que aquello que le resulta conocido va a ser más sencillo que enfrentarse a nuevos desafíos, escenarios, caras, aprendizajes… Y, como en todo, hay quien tiene mayor predisposición a los cambios y hay quién tiene más predisposición al mantenimiento». ¿Es habitual sentirse contento por el hecho de ‘ser mayor’ y superar etapas?Sí. En el trasfondo de todo el revoltijo de emociones y de incertidumbre o rechazo al cambio, todo niño, toda persona, quiere sentirse autónomo y percibir que avanza y evoluciona; es intrínseco a nuestra naturaleza. Además, también son momentos que a nivel social se reconocen y que otorgan un lugar especial al protagonista de ese cambio, por lo que entran en juego también otros factores sociales y de recompensa en términos de reconocimiento. Y esto, en realidad, sucede en ambas direcciones. Tanto para los que pasan a la siguiente etapa como para los que no, acorde a lo estipulado. Así que también está la otra cara de la moneda. Noticias relacionadas estandar Si El mensaje detrás de una beca: «No solo creemos en ti, estamos aquí para caminar contigo» Laura Peraita estandar No Oriol Plans El ingeniero que lucha para que los niños amen las matemáticas Laura Peraita¿Cuándo este cambio de etapa es motivo de tristeza?Sería generalizar mucho dar una respuesta cerrada ya que va a depender de múltiples factores personales y circunstanciales, pero un motivo de tristeza podría ser, por ejemplo, un cambio de escuela no deseado, dejar atrás las amistades o las retenciones de curso. ¿Qué mensajes deben dar los padres y cuáles deben evitar?En relación al curso que dejan atrás es recomendable lanzar mensajes de ánimo, enfocados en la expansión, preguntas orientadas a cultivar el criterio del niño en cuanto a ser protagonista de su propio proceso, cómo lo valora él, de qué cosas se siente orgulloso, en qué cosas piensa que tiene que poner especial atención… y evitar todos aquellos mensajes que no aporten valor, que infravaloren los esfuerzos, que señalen de forma estigmatizada. Hacerse la pregunta «¿qué voy a aportar diciéndole a mi hijo estas cosas?«. Si la respuesta a esa pregunta va en la dirección de los valores de respeto y amor, adelante. Si la respuesta va a ser más controvertida y no vemos que realmente le vaya a ser beneficiosa, es mejor replantearnos nuestras palabras y pensar de qué modo podemos transmitirle el mensaje para preservar su autoconcepto y autoestima, en lugar de cohibirle con nuestras expectativas y/o exigencias.El problema, llegados a esta conclusión, es que muchas veces se dicen las cosas pensando que son las correctas porque se parte de la base equivocada. Me explico: creencias como «si le digo esto le voy a hacer más fuerte» pueden generar mucha confusión a la hora de saber cómo transmitir un buen mensaje. Para ejemplificar esto, esa creencia puede estar sustentando frases como «tienes que esforzarte todavía más», cuando a lo mejor ha tenido un recorrido bastante notable, o pensamientos como «no le muestro mi alegría para que el próximo curso no se relaje», a pesar de que quizá en el fondo esa mamá o ese papá están ultra orgullosos de lo que ha logrado el último año. También, en la otra mano podemos tener ejemplos de un peque que ha pasado por dificultades para lograr sus objetivos o los esperados y, en lugar de animarle, o tratar de comprender qué ha podido suceder, desde el amor y el cariño, se le recrimina que no lo haya hecho o se enfadan con él porque se piensa que así es como va a aprender a «aplicarse» más de ahora en adelante. Lo mismo si no se le ayuda a cultivar ese criterio y se evita el tema o se le resta importancia, como fruto, por ejemplo, de la sobreprotección. ¿Esto le estaría beneficiando o perjudicando? ¿Realmente sería algo respetuoso y amoroso? De nuevo, se hacen y dicen las cosas pensando que son adecuadas cuando lo que no es tan adecuado es la base sobre la que partimos. ¿Qué es más amoroso y respetuoso, evitar que se pase por el mal trago, o permitir vivir la experiencia aunque sea incómoda, para que también se elaboren los recursos de superación y aprendizaje? 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