Napoleón, tras los enigmas de Egipto: el tormento final en la pirámide de Keops

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Napoleón, tras los enigmas de Egipto: el tormento final en la pirámide de Keops

MrBeast ha vuelto a sembrar la polémica. El pasado 2024, el ‘youtuber’ se convirtió en el primero de la lista de la reconocida Forbes Top Creator debido a las cifras que ha logrado amasar a lo largo de su trayectoria en internet en los últimos años. Popular por sus vídeos de retos con premios de cantidades ingentes de dinero, con su canal de YouTube Jimmy Donaldson, nombre real, ganó a sus 26 años de edad casi 85 millones de euros y acumuló más de 500 millones de seguidores.El martes, el creador de contenido publicó un video en el que recorría las zonas arqueológicas de Calakmul, en Campeche, y Chichén Itzá y Balamcanché, en Yucatán. No iba solo, le acompañaban dos amigos, varios camarógrafos y personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Esta ‘invasión’ a un lugar tan sagrado de México generó numerosas protestas en las redes sociales contra el INAH por permitir que Donaldson entrara, pisara y grabara sitios en los que «nadie más puede entrar», según reconoció el mismo MrBeast en su vídeo, con un titular tan vistoso como ‘Sobreviví 100 horas dentro de un templo antiguo’. Poco antes, en febrero, Donalson volvió a sorprender a su audiencia con un vídeo histórico en el que accedió a zonas restringidas de las pirámides de Egipto, incluyendo túneles, tumbas y espacios ocultos a los que apenas ha tenido acceso nadie en tiempos modernos. Su equipo recorrió desde los niveles más bajos hasta la parte más alta de la Gran Pirámide de Giza, grabando imágenes nunca vistas. Durante el recorrido, el creador de contenido visitó también el supuesto lugar de descanso del faraón Keops, aunque los expertos aún no tienen claro que lo sea dentro de esa estructura de 4.500 años de antigüedad, y se internó en la pirámide de Kefrén , donde exploraron galerías subterráneas de difícil acceso. Noticia Relacionada Lecciones de la historia estandar Si El Napoleón «inspirado por Alá» que se ganó el amor de los fanáticos del Islam Israel VianaAl parecer, para lograr su objetivo MrBeast ha tenido que alquilar los monumentos al Gobierno egipcio, en un hecho sin precedentes del que no se ha hecho pública la cantidad pagada. Lo insólito de este hecho es que a este polémico creador ce contenidos se le ha llegado a comparar con Napoleón Bonaparte , porque ambos son dos de las poquísimas personas que, a lo largo de la historia, han tenido el privilegio de pasar una noche dentro de la Gran Pirámide de Giza. Pero el interés del emperador francés, en lo que respecta a su obsesión por desentrañar los misterios del Antiguo Egipto, fue mucho más que el de cualquier ser humano. 400 barcosBaste como prueba, en primer lugar, el contingente que se llevó a Egipto a finales del siglo XVIII. Más de cincuenta mil soldados, casi cuatrocientos barcos, algo más de dos mil oficiales y unas trescientas mujeres entre esposas de militares y prostitutas embarcadas ilegalmente. Al atardecer del 1 de julio de 1798, esta flota de guerra, una de las más grandes jamás armada, puso pie en las playas egipcias de Alejandría, Rosetta y Damieta. Hasta ese momento, salvo una reducidísima élite, nadie sabía muy bien a dónde iba o qué se esperaba de ellos al otro extremo del Mediterráneo. En especial, el pequeño ejército de ingenieros, científicos, arquitectos, músicos, poetas, matemáticos, químicos, médicos, botánicos y pintores que se había unido a aquella aventura aunque no fueran a empuñar un solo arma.En apenas veinte días, parte de esos efectivos se hicieron con el control del Delta del Nilo y descendió rumbo a El Cairo. Al ver las impresionantes pirámides de Giza por primera vez, se estremecieron. Y, a continuación, bajo las sombras picudas de aquellas gigantescas moles de piedra, derrotaron a las poco organizadas hordas de mamelucos. Se dice pronto, pero en menos de dos horas pusieron fin a tres siglos de dominio otomano en Egipto. Cuando Napoleón dirigió aquella colosal conquista era un prometedor general de solo 29 años que, en realidad, tenía un propósito diferente al militar e, incluso, al de su propia gloria: aprender todo lo que pudiera de los misterios de aquel país prácticamente desconocido en Europa para enseñárselo al mundo.Por eso reclutó a los mejores científicos, artistas e intelectuales de aquella Francia de la Ilustración, a los que hace menos de dos años se les dedicó la exposición ‘Una tierra prometida. Del Siglo de las Luces al nacimiento de la fotografía’. Una muestra ingente de más de 900 láminas, dibujos, grabados y fotografías antiguas que pertenecían, sobre todo, a esta expedición. En realidad, la idea era documentar aquellos cien años en los que los europeos desarrollaron un tremendo interés por conocer el mundo y plasmarlo de la manera más científica y rigurosa posible, sin artificios, a través de estos documentos hasta desembocar en el nacimiento de la fotografía en 1839. Cuatro años de expediciónHacía tiempo que Napoleón estaba obsesionado con la idea de descubrir, en su caso, Oriente. Durante el viaje se leyó el Corán y lo consideró «sublime». Y, nada más llegar a Giza, comentó fascinado: «Soldados, desde lo alto de estas pirámides, cuarenta siglos os contemplan». En su afán civilizador, además, publicó una serie de decretos como nuevo gobernador de Egipto que era, con los que creó el primer sistema postal regular del país, un servicio de diligencias entre El Cairo y Alejandría, una casa de moneda para convertir el oro de los mamelucos en escudos franceses, construyó molinos de viento para elevar el agua y moler el trigo, trazó mapas e instaló las primeras lámparas de la capital.El viaje duró cuatro años y fue, posiblemente, el que desplegó un mayor poder transformador de todas las que se llevaron a cabo en la Ilustración, En la citada muestra, de hecho, se recogía el trabajo realizado por el ejército de sabios de Napoleón, durante su viaje por las tierras del Nilo desde 1798 hasta 1802. Entre ellos figuraban el matemático Gaspard Monge, fundador de la Escuela Politécnica; el barón Dominique Vivant Denon, artista que años más tarde dirigió el Museo del Louvre, el geólogo Déodat de Dolomieu, uno de los más grandes exploradores de las regiones volcánicas de Sicilia, Calabria y los Alpes; el físico Étienne-Louis Malus, que descubrió la polarización de la luz, y el químico Claude Louis Berthollet, inventor de la lejía.Un total de 167 expertos, encargados de llevar a cabo la exhaustiva investigación científica y etnográfica sobre el terreno, que fue continuada después en Francia por otro grupo de artistas e intelectuales, y que dio como resultado los 23 volúmenes con textos y láminas que la componen. Estos, a su vez, fueron divididos en tres tomos: ‘Antigüedades’, dedicado a los monumentos; ‘Historia Natural’, a la flora y la fauna, y ‘Estado Moderno’, a las actividades y costumbres tanto del Egipto antiguo como del moderno.KeopsNapoleón llegó a la pirámide de Keops , la única construcción que perdura de las siete maravillas del mundo antiguo, en agosto de 1799 y supuestamente pasó una noche en su interior. Su séquito habitual y un religioso musulmán le acompañaron hasta la Cámara del Rey, la habitación noble de difícil acceso en aquel momento, con pasillos muy estrechos y sin ninguna iluminación. Se trataba de una sala rectangular de 10 metros de largo y 5 de ancho, que únicamente contenía un sarcófago vacío de granito depositado allí durante su construcción. Bonaparte pasó siete horas rodeado solo de murciélagos, ratas y escorpiones en la pirámide. Al amanecer, salió de al exterior con el resotro pálido y asustado y, cuando le preguntaron si le había ocurrido algo, simplemente respondió: «Aunque os lo contara no me ibais a creer». Nada más. No volvió a hablar de ello y nunca se supo cuál había sido la experiencia allí vivida que, según algunas obras de ficción como las novelas ‘El Ocho’ (1988), de Katherine Neville, y ‘El secreto egipcio de Napoleón’ (2002), de Javier Sierra , le cambiaron el carácter para siempre. Según el periodista Peter Tompkins en su ensayo ‘Secretos de la gran pirámide’ (1971), Bonaparte quiso quedarse solo en la Cámara del Rey para imitar lo que siglos antes había hecho Alejandro Magno o Julio César.

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