Las casas de Madrid son en verano el refugio contra el asfalto en llamas de nuestra ciudad. Si no se tiene jardín no pasa nada, se compra usted un pingüino en el super y a bajar las persianas. Este hecho no ha pasado desapercibido en el mundo del postureo y, por eso, algunas marcas buscan la máxima exclusividad, dejando que sean sus embajadoras las anfitrionas de las cenas en ‘petí comité’.La estrategia está bien pensada. Por un lado, organizarse en casa de alguien es una garantía de privacidad. No se va a colar ningún pretencioso del montón ni tampoco te topas con alguien a quien no querías ver. Porque, madre mía, la de rencillas que se tienen juradas los influyentes de las redes sociales. También cuenta con el aliciente de las pequeñas reuniones. Eso le da un punto más exclusivo, más molón. Son cenas para ocho, diez o doce personas. Y esos invitados no se ven tan forzados a entregarse a una marca, porque en el fondo suben contenido que les gusta manejar: «Aquí, cenando con la gran Amaia Salamanca, buena amiga». O «tipos elegantes en cenas únicas: gracias Carolina Herrera por estar cerca». Pero, vamos, que la mercancía ya está vendida o en proceso de embalaje. Detrás de ese gesto de famoso a famoso está todo lo que te gustaría ser a ti, ¡oh pobre hambriento de fama! Y en eso consiste el timo del tocomocho. En que la gente se crea especial mientras una marca se gasta dinero en cosas que no les importa. Esto de la moda es tan efímero como ridículo. Pero qué de pasta mueve. Aunque esta nueva moda de cenas de empresa para ‘guapes’, es un buen uso de las casas en verano. Seguro que a más de uno le ha pagado la factura del jardinero.Esta semana hace calor, sí. Ustedes lo habrán notado. Uno ya no puede estar tranquilo ni en su propia casa. Imaginen la situación: te levantas, te pones una camiseta cualquiera, llamas a una meretriz que «se enrolla que te cagas» y cuando pensabas que estabas a salvo del calorro y del cotilleo, va y aparece un chorro de miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y te estropean el polvo. Ya no se respeta nada. Me gusta pensar que la política y el cine porno están más unidos que nunca. No sería de extrañar que, en pocos meses, aparezca el Niño Polla en alguna conversación de Koldo . Sería algo así: «Olvídalo, Niño, este jueves el señor ministro estará con Adri pase lo que pase. Tenemos que ver eso del congreso. Hablo ahora con Cerdán y lo dejamos encarrilado». Y pretendían prohibir la prostitución, qué chachondos. Si es que se ponen piedras en el camino ellos solitos. Se habla en Madrid de la fiesta que organizaron el dúo de emprendedores apodados los ‘mojabragas’ (sin ofender), para presentar su último sueño empresarial. Porque hoy en día comprar no es gastar, es invertir, o eso pretenden colarte. La presentación de esta experiencia única incluía también una cena en el restaurante Kabuki. Si quieres triunfar, déjate la lana en conseguir que la gente a la que siguen millones de personas, cuelgue fotos y comentarios que obliguen a la masa a sacar la cartera. Personas como Marta Sánchez a Joaquín Prat no quisieron perderse esta apuesta por las tendencias de una de las más prometedoras cuchipandas en el ámbito masculino de la cosa. ¡Ay! este Madrid que no para ni para el postureo. Se cuenta que ha estado Johnny Depp (visitando a los niños en un hospital) y Tom Cruise. Uno en el Reina Sofía y el otro cenando en A´barra. Mientras todo esto sucedía, mientras los chicos guapos cenaban en el japo, mientras las chicas monas organizaban cenas en el jardín de casa y el calor avanzaba como un rayo que fulmina la ciudad, el pobre exministro colocaba ahí abajo de la amiga de Jordi, un disco duro para indicar a las autoridades por donde empezar a descifrar. De esto no se libra ni el fundador del PSOE. Como el otro día dijo uno: lo bonito de las caídas de un gobierno es, que mientras unos caen y otros llegan, al menos, se pasarán dos meses sin robarnos. Y lo que nos divertimos.

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