Suma y suma Carlos Alcaraz , que se planta en semifinales del ATP 500 de Queen’s con un partido alegre, activo y lleno de energía. Supera al intrincado Arthur Rinderknech, un rival que incomoda por su buen servicio y ese juego de saque y red con el que potencia sus 196 centímetros de altura. Pero el murciano acaba por derribar la torre con zambombazos de derecha y delicatessen de dejada, y con un servicio muy firme que lo lleva a la decimosexta victoria consecutiva; la mejor racha de su carrera, por el momento.ATP 500 Queen’s Cuartos Carlos Alcaraz 7 6 Arthur Rinderknech 5 4Después del sufrimiento, el bajón, las tres horas y media y el partido de oficio ante un fantástico Jaume Munar, toca calibrar el nivel de físico y de ímpetu en Alcaraz. Toca, además, con un rival comprometido, este Rinderknech, 29 años y 80 del mundo, que aprovecha su altura (1,96) en la hierba; así, espigado y correoso, se ha plantado en esta ronda tras ser repescado de la fase previa y después de que hubiera despachado a Ben Shelton y a Reilly Opelka. Por eso, a Alcaraz, que le costó desbordar a Munar desde el fondo, una roca el mallorquín atrás, le tocaba desequilibrar al francés en los dos primeros puntos, porque ofrece muy poco peloteo. Fuerte con su servicio, encadena saques directos y apenas hay dos o tres contestaciones; pero también atiza con el resto, así que le toca al murciano apelar de nuevo a la paciencia, a la disciplina, a afianzar su propio servicio y a coger cualquier mínima oportunidad que se presente.No hay muchas en el tenis del francés, que no escatima palos de lado a lado ni carreras hacia la red para acortar aún más los puntos. Potencia su altura con este tenis típico de hierba que se va diluyendo ante la velocidad de pelota. Y no encuentra Alcaraz por dónde entrarle en los primeros ocho juegos aunque solventa sus turnos con solvencia.Munar había enseñado al resto que este Alcaraz no está al nivel del de la Philippe Chatrier, que es muy bueno, sí, el 2 del mundo y cinco Grand Slams, pero que tiene sus días de desconfianza y errores. Y que, además, está en Queen’s y no en Wimbledon, que no va a sacar sus mejores armas todavía. Y se empeña el francés en encontrar esas grietas que abrió Munar en la previa. Hasta se destapa con dos latigazos al resto con el que consigue un 0-30 con 5-4, a dos puntos del set. Pero esto es Alcaraz, aunque sea menos que en la Chatrier. El que se levanta del sustito con dos buenos primeros servicios y una dejada que deja, valga la redundancia, clavado a Rinderknech. Una lección de que ha hecho bastante, pero tendrá que hacer más, e incluso así, no tiene ninguna garantía de que consiga doblegar al murciano.Al contrario, ese sustito es lo que anima a Alcaraz, que después de cuarenta minutos sin poder encontrar huecos en el saque del rival, encuentra un agujero enorme en la mano, fruto de la tensión y el nerviosismo, y entra con todo lo que es en el ‘break’. En el punto necesario, en el momento adecuado, aprovechar la oportunidad adecuada, la primera, la única, el Alcaraz superior a todos. Porque ya no tiembla con su servicio (90 % de puntos ganados con el primero) y atiza con su derecha (seis ganadores), y con solo ese pequeño acelerón logra el set sin compasión por el buen desempeño del rival.Así continúa el murciano en el segundo set, que ya ha descifrado el saque del rival y el resto de su tenis acaba por horadar su resistencia. Hay otra rotura en el sexto juego que se gana Alcaraz con un punto más de intensidad, mucho más despierto y activo que en la ronda anterior. Acribilla con dejadas y con derechas largas, profundas y violentas hasta que la torre francesa cae.Camino despejado a partir de entonces porque no cede el murciano con su primer servicio, tan efectivo en la hierba aunque no llegue a las velocidades de otros compañeros de profesión. No le hace falta, porque hay alturas y efectos y hay ya poquito que pueda hacer Rinderknech, que ya no corre con orden sino a la desesperada, superado por todos los lados.Se divierte Alcaraz, porque tiene todo bajo control, y el servicio le permite subir a la red, o descerrajar la derecha, o mover al rival con el revés o sentenciarlo con un bombazo o con un truco cerca de la red. El Alcaraz del espectáculo. Centrado y sin bajar ya el nivel, permite que el francés sume en blanco su último turno de saque porque sabe que el suyo, para la victoria, no lo va a ceder, aunque firme una última doble falta. Hechos los deberes, aprovechar las oportunidades ante Rinderknech al resto, tumba definitivamente al francés con un buen intercambio en el que manda la derecha, cómo no. Sólido, activo, con energía, triunfo 16, en semifinales.

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