Estados Unidos ha bombardeado directamente tres instalaciones nucleares iraníes, sumándose de forma directa a la guerra iniciada por Israel el 13 de junio. El presidente Donald Trump regresó este sábado a la Casa Blanca desde su residencia Nueva Jersey, se reunió con su equipo en la sala de crisis, y ordenó el ataque, que justifica como necesario para impedir que Irán se dote de una bomba nuclear. En un mensaje en redes sociales, el presidente detalló que se lanzaron bombas sobre Fordo, Natanz y Esfahan, y aseguró que «todos los aviones están ya fuera del espacio aéreo iraní». La acción marca un giro decisivo en el conflicto y podría provocar una escalada regional de consecuencias imprevisibles.Antes, decenas de aviones cisterna partieron desde el centro del país rumbo al Pacífico y al Índico, y el mismo sábado se detectaron vuelos de B-2 desde la base de Whiteman (Misuri) a Andersen (Guam) y a la isla de Diego García. El Pentágono no ha informado aun de los detalles, pero el patrón de despliegue apuntaba a una preparación inminente.«Se ha completado con éxito nuestro ataque contra los tres sitios nucleares de Irán», escribió Trump. «Se lanzó una carga completa de bombas sobre el objetivo principal, Fordo. Todos los aviones están en camino de regreso». La instalación nuclear de Fordo es uno de los sitios más protegidos del programa nuclear iraní. Está ubicada cerca de la ciudad de Qom, en el norte de Irán, fue construida dentro de una montaña, a más de 80 metros de profundidad bajo roca sólida, según estimaciones de la inteligencia estadounidense. Este grado de fortificación la convierte en un objetivo difícil incluso para armas diseñadas para destruir búnkeres.El ataque se produce después de días de especulación sobre la implicación directa de EE.UU. en la guerra de Israel contra Irán, y tras intensos movimientos logísticos: decenas de aviones cisterna partieron desde el centro del país rumbo al Pacífico y al Índico, y se detectaron vuelos de B-2 desde la base de Whiteman (Misuri) a Andersen (Guam) y posiblemente a Diego García. El Pentágono no ha confirmado los detalles, pero el patrón de despliegue apuntaba a una preparación inminente.Para penetrar tan profundo como exige un objetivo como Fordo, se requieren bombas de gran capacidad destructiva. La única en el arsenal convencional estadounidense capaz de alcanzar esa profundidad es la GBU-57, conocida como Massive Ordnance Penetrator (MOP), diseñada para atravesar más de 60 metros de roca y cemento antes de detonar. Solo los bombarderos B-2 Spirit, por su diseño furtivo y capacidad de carga, están preparados para transportarla y lanzarla con precisión sobre instalaciones fuertemente protegidas como esta, excavada dentro de una montaña al norte de Irán.El presidente Trump había dicho el jueves por medio de su portavoz que se daba dos semanas de plazo para decidir si atacaba. Fue finalmente una distracción ante un ataque inminente, al que se oponían buena parte de sus partidarios, muchos de los desafectos de la fase neoconservadora del Partido Republicano, que facilitó las fallidas invasiones de Afganistán e Irak.El bombardeo llega en medio de un clima de alta tensión mundial. Israel ha atacado sistemáticamente las capacidades misilísticas y nucleares de Irán desde el 13 de junio, y el gobierno iraní ha prometido represalias si Washington se sumaba al conflicto. El ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, advirtió desde Turquía que la entrada de EE.UU. sería «muy, muy peligrosa para todos», informa la agencia Anadolu. Según la televisión estatal iraní, cientos de civiles han muerto desde el inicio de los ataques.En paralelo, los rebeldes hutíes en Yemen, apoyados por Irán, han amenazado con retomar los ataques contra barcos estadounidenses en el mar Rojo. EE.UU. ya atacó bajo Joie Biden a esos rebeldes tras que interrumpieran el tráfico marítimo en esa ruta y lanzaran misiles a Israel. Trump ha desoído las recomendaciones de algunos de sus asesores, como la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, que ha puesto en duda que Irán esté cerca de desarrollar un arma nuclear. El presidente la desautorizó públicamente. «Se equivoca, y punto», dijo el viernes. Trump ha insistido en que el ataque es una respuesta proporcionada y que Estados Unidos no busca una guerra a gran escala, aunque no ha descartado nuevas operaciones si Teherán no detiene su programa nuclear. No ha dicho abiertamente que el objetivo sea un cambio de régimen en Teherán. Irán, que en el pasado limitó el enriquecimiento de uranio bajo el acuerdo nuclear de 2015 —roto por Trump en su primer mandato—, ha alcanzado niveles del 60%, cerca del umbral para uso militar. Israel, que nunca ha reconocido oficialmente poseer armas nucleares, considera ese avance como una amenaza existencial.Desde el inicio de la campaña, Irán ha lanzado más de 450 misiles y 1.000 drones contra territorio israelí, de los cuales la mayoría han sido interceptados. En Israel se cuentan 24 muertos y más de un millar de heridos. La población civil en Tel Aviv y Jerusalén ha buscado refugio en los últimos días, mientras el Gobierno de Benjamin Netanyahu insiste en que la operación continuará «todo el tiempo que sea necesario», informa AP.En EE.UU., la implicación directa abre un nuevo capítulo en la presidencia de Trump, que había prometido evitar conflictos militares en el exterior. Ahora se expone al riesgo de una guerra prolongada en Oriente Medio, tras haber criticado a Biden por no impedir las guerras en Gaza y en Ucrania. Este mismo sábado se proponía en redes para el Nobel de la Paz por su capacidad de solucionar conflictos. Según han dicho estos días funcionarios estadounidenses, el objetivo inmediato de una posible entrada de EE.UU. en la guerra es disuadir a Irán de reconstruir su programa nuclear y dar margen a la diplomacia internacional. Pero en Teherán, las declaraciones son de resistencia: el presidente iraní Masoud Pezeshkian ha dicho que su país «jamás renunciará a su derecho al uso pacífico de la energía nuclear» y ha ofrecido garantías a Francia sobre la naturaleza civil de sus actividades atómicas, informa AP.El ataque estadounidense sobre Fordo, Natanz y Esfahan inaugura una fase impredecible del conflicto. En el pasado, la teocracia iraní ya ha recurrido a ataques de corte terrorista en el exterior por medio de su Guardia Revolucionaria y la milicia Hezbolá. Mientras se multiplican las protestas en las calles de Bagdad, Estambul y Beirut, los mercados internacionales reaccionan con nerviosismo ante una escalada que podría alterar el equilibrio de poder en la región.

Leave a Reply