El niño que sobrevivió al horror nazi solo en el bosque: «Yo soy el Holocausto»

Home People El niño que sobrevivió al horror nazi solo en el bosque: «Yo soy el Holocausto»
El niño que sobrevivió al horror nazi solo en el bosque: «Yo soy el Holocausto»

Para cualquier niño, la noche o la lluvia suelen dar miedo, pero para Maxwell Smart eran sinónimo de alivio . Con apenas 9 años tuvo que esconderse en un bosque completamente solo para escapar de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y cuando caía la oscuridad o había tormenta significaba que no iban a ir a por él. Ahora, con 95 recién cumplidos, sigue pensando en ello a menudo cuando conduce bajo la lluvia, la nieve o el viento. «Recuerdo aquella sensación de seguridad . Vuelvo a sentir esa felicidad. Nadie iba a cazar judíos -yo, para ellos, era un animal, no un ser humano- en esas condiciones», explica a ABC el superviviente, que publica ahora en español su sobrecogedor testimonio, ‘El niño del bosque’ (Aguilar). En el libro, Smart -antes Oziac Fromm- narra cómo, siendo apenas un preadolescente, logró salir con vida de un infierno que se tragó a millones de personas, 62 miembros de su familia incluidos, y, además, salvó a una bebé de una muerte segura. El trauma le hizo mantener su historia en secreto durante décadas. Hasta que su segunda mujer, Tina, le convenció de lo contrario. Cuando por fin tuvo ‘El niño del bosque’ en sus manos, «sentí que hice lo correcto. Era como el primer paso de todo lo que tendría que haber hecho desde el principio », revela. Noticia Relacionada 1945-2025 estandar Si La generación sin culpa en la Alemania: los bisnietos de los nazis quieren olvidar Rosalía Sánchez | CORRESPONSAL EN BERLÍNSacar su historia del silencio cobra aún más fuerza en este 2025, cuando apenas quedan supervivientes y se conmemoran los 80 años de la rendición incondicional de Hitler . «El Holocausto soy yo. Es lo que soy. Cuando pienso en lo que me hizo… Destruyó mi vida, a mi familia, a mi padre, a mi madre, a mi hermana… Lo he convertido en un día en el que cada año celebro la memoria y el recuerdo. Enciendo 62 velas para todos mis familiares fallecidos en el Holocausto. No sé qué les pasó. No sé qué día murieron. No sé dónde están enterrados», afirma. La pesadilla para Smart comenzó cuando los nazis ocuparon Búchach (entonces Polonia, hoy Ucrania ) en julio de 1941. Un día citaron en el centro del pueblo a todos los hombres judíos de entre 18 y 50 años. Entre ellos estaba el padre de Smart, al que ya no volvió a ver. Años después supo que fue fusilado en una colina cercana, aunque a su madre le dijeron que seguía vivo para exigirle dinero por su liberación. La comunidad judía fue llevada a un gueto y Smart construyó entonces un búnker en la habitación que ocupaban bajo unos escalones para que él, su madre, su hermana y su abuelo se ocultaran de las periódicas redadas nazis . Durante una de ellas, un saqueador quiso robar la cómoda tras la que se escondía la entrada y les descubrieron. Cuando bajaban las escaleras escoltados, a su abuelo le pegaron un tiro , algo que dejó a Smart en shock.Cadena de milagrosDespués de aquello, les subieron a un camión y su madre le dijo las palabras que marcarían su existencia de ahí en adelante: «Tienes que huir» . «Ella me hablaba a mí, a un niño de nueve años, como si fuese una persona adulta. Y yo pensaba: ‘¿Por qué no me llevan a mí también?’ Pero mi madre me decía que no me podía proteger. Y yo le preguntaba: ‘¿cómo lo hago yo?’ Y ella me decía, tienes que salvarte a ti mismo. No sabía qué hacer, pero me di la vuelta y salí corriendo. Así escapé de un círculo de muerte». Se quitó la estrella de David y llegó a un puente, pero le paró un oficial alemán que le apuntó con una pistola mientras le preguntaba varias veces si era judío. Él contestó que no. «En ese momento la única cosa que tenía que hacer era mostrar seguridad . Él decidió no matarme y crucé el puente hacia la libertad».No fue la única vez que salvó su vida gracias a giros casi imposibles del destino. «Me rodeaban los milagros. Era algo que sucedía día a día . Sentía que alguien me cuidaba», rememora. Los tíos de Smart pagaron a un granjero, Jasko Rudnicki, para que lo escondiera. Lo trató como a sus propios hijos, y eso volvió a significar sobrevivir. Un vecino le delató y, cuando irrumpieron en la casa en su busca, él tenía al pequeño de los Rudnicki en brazos, pero, como le vestían como a un niño polaco, se pensaron que era uno más de la familia . «Jasko les contestó que no escondía judíos. No sé qué tipo de fuerza le llevó a decir eso, pero arriesgó su vida y la de su familia », dice Smart.Después le pidió a Smart que se escondiera en el bosque, pero antes le enseñó cómo sobrevivir : qué hongos comer, cómo cazar conejos, hacer fuego o resistir el invierno. La clave fue volver a la casa de Jasko solo en momentos de hambre o frío extremos. Muchos judíos fueron asesinados al salir a las casas en busca de comida y otros tantos más, cuando descubrieron sus refugios. «El bosque me protegía . Si alguien extraño se internaba, los pájaros se callaban», señala. En esa soledad, desarrolló la habilidad de desconectarse de sí mismo. «Podía volar como si fuese un pájaro, era todo libertad. Tenía hambre, estaba sucio, vivía como un animal , comía con las manos, bebía agua que intentaba calentar en mis manos del río…, pero en esos momentos no había tensión. Pintaba en mi mente cuadros preciosos» relata.ReencuentroTras la liberación, Smart perseveró hasta hacer esos cuadros realidad . Incluso tiene una galería para exponer su obra en Montreal, donde viajó después de la guerra. Y aún hoy sigue pintando en su jardín. Sus cuadros son vibrantes y expresivos, pero en ellos no hay ni rastro de presencia humana . «Elimino al ser humano vivo porque era un enemigo para mí. Tenía miedo de que me encontrase hasta cuando iba a casa de Jasko a pedirle un trozo de pan», explica.Su soledad se vio interrumpida por otro niño que escapó al bosque, Janek, cuyos padres habían ido a buscar comida y nunca más regresaron. Construyeron un refugio y convivieron durante seis meses. Tras oír gritos y disparos, y esperar durante horas, salieron a investigar y encontraron una matanza . Se iban a marchar, pero entonces Smart vio movimiento: un bebé seguía con vida en brazos de una de las víctimas en el río nevado. Un bebé era peligrosísimo, ya que podía delatarles fácilmente con el llanto, pero convenció a Janek de que debían rescatarla. Poco después, lograron entregar a la bebé a su tía, que también se escondía en el bosque, pero Janek enfermó y falleció cuando tan solo faltaban cuatro meses para la liberación. «No podía perdonarme porque me sentía culpable de haberle forzado a meterse en el río, pero significó un mundo para mí salvar a la bebé. Esto es algo que llevo recordando más de 80 años». En 2019, un documental le reunió con la familia de Janek y con la de la bebé que salvó, Tova Barkai -hoy con alzhéimer -. Poco después, en 2023 Smart publicaban sus memorias en Canadá. Pronto se convirtió en un superventas y, al año siguiente, se estrenaba su adaptación cinematográfica. Con la repercusión de todo ello alberga la esperanza de dar finalmente con Rudnicki. «Espero que alguien de la familia Jasko esté ahí y le llegue mi historia. Me dio la vida que tengo a día de hoy. Sin él, hubiera desaparecido de este mundo hace mucho». A sus 95 años, Smart observa con tristeza cómo las tierras que han marcado su vida – Ucrania e Israel – vuelven a ser escenario de guerra. «Fue real. Y se está repitiendo», lamenta. Su deseo final, sin embargo, no habla de rabia: «No quiero que me llamen judío, ni blanco, ni chino, ni árabe, ni musulmán. Lo único que quiero es ser persona. Y vivir ».

Leave a Reply

Your email address will not be published.