Yolanda Díaz ha pronunciado una de las frases más llamativas de la sesión de control al Gobierno de este miércoles en el Congreso de los Diputados. En respuesta al popular Elías Bendodo, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo le ha retado a que preguntase a su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo, por « cómo se ‘hackeaba’ el resultado electoral en Galicia, cómo votaban vivos y muertos » así como por el «carretaxe» de votos en esta Comunidad. La primera acusación parece una referencia velada a las irregularidades que durante años hubo en el voto de los emigrantes, que emitían sus papeletas sin las debidas garantías, pero se da la circunstancia que en los dos comicios autonómicos en los que Feijóo concurría en las listas, el sufragio exterior no le fue precisamente beneficioso, más bien al contrario. En 2005 confirmó que Manuel Fraga perdía la mayoría absoluta, y cuatro años más tarde, ya con Feijóo como candidato a la Xunta, el PP vio cómo los 39 escaños obtenidos en la Galicia peninsular se rebajaba a 38, en la barrera para alcanzar el gobierno. En los siguientes tres comicios autonómicos (2012, 2016 y 2020), con victorias por mayoría absoluta del PP gallego, el peso del voto exterior en el resultado final fue irrelevante.En 2011, el legislador estatal introdujo una reforma en profundidad del sufragio exterior, con la figura del voto rogado, que exigía una serie de trámites burocráticos previos para poder participar en los procesos electorales. Esta medida hizo que se desplomara la participación de la ciudadanía española en el exterior, y fue derogado en septiembre de 2022 , incorporando una serie de reformas que facilitaban la participación. Sin embargo, las palabras de Yolanda Díaz -que tampoco son nuevas- se refieren a cómo se hacían las cosas antes de ese 2011 en una Comunidad como la gallega, en el que casi una quinta parte de su cuerpo electoral reside en el exterior, fruto de los procesos de emigración a Sudamérica y Centroeuropa de mediados del siglo pasado. La modificación legal de 2011 también cortó de raíz la participación de los emigrantes en las elecciones municipales, de modo que a día de hoy solo pueden ejercer su derecho al voto en autonómicas, generales y europeas.Noticias relacionadas estandar Si Veinte años del bipartito que se traicionó a sí mismo José Luis Jiménez estandar Si Congreso La ausencia de Sánchez no rebaja la tensión en otra bronca sesión marcada por la corrupción Juan Casillas BayoLa ausencia de garantías en la emisión del voto antes de la reforma de 2011 era una realidad conocida por todos los partidos. Las papeletas se enviaban a los domicilios de los españoles inscritos en el Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA), un registro que rara vez se actualizaba, y en el que no había garantía alguna de que quien depositaba el voto fuera realmente su emisor, o que estuviera viva. Pero en lo que se refiere a la etapa de Núñez Feijóo, este fue cabeza de lista en las autonómicas de junio de 2005 por la provincia de Pontevedra, con Fraga como candidato a la Xunta liderando la papeleta de La Coruña. En aquellas elecciones de las que se acaban de cumplir 20 años , el PP obtuvo 37 diputados, a uno de la mayoría absoluta que en la noche electoral tenían PSOE (25) y BNG (13). Todo quedaba pendiente del voto emigrante, que llegaría una semana más tarde, y concretamente de la provincia de Pontevedra. Si el PP doblaba a los socialistas y alcanzaba el 60%, recuperaría el diputado. Cuatro años antes había logrado el 65%, y había esperanzas. Sin embargo, en un agónico recuento en la sede de la Audiencia Provincial, Fraga se quedó en un 49% frente al 43% de los socialistas, y allí acabó su ciclo político.Pocos días más tarde, el diario argentino Clarín informaba de que el Palacio de la Moncloa, con José Luis Rodríguez Zapatero como inquilino, había solicitado al entonces presidente argentino, Néstor Kirchner, ayuda para movilizar a la colectividad gallega en Argentina y concretamente en Buenos Aires, donde se tenían censados a alrededor de 100.000 gallegos, muchos de ellos de segunda generación que disponían de la doble nacionalidad. Se desplegaron hasta 1.200 agentes electorales. No fue el único movimiento de aquel Gobierno socialista. Una de sus primeras decisiones fue nombrar a un exdiputado gallego, Miguel Cortizo , Embajador en Misión Especial para la Coordinación de las Relaciones con las Comunidades Españolas en Iberoamérica, un puesto sin sede física en país alguno y que desde el PP se consideró como una designación política para actuar sobre las colectividades gallegas. Cuatro años más tarde, el voto exterior volvió a ser decisivo, pero tampoco benefició al PPdeG de Alberto Núñez Feijóo. La noche electoral de aquel 1 de marzo de 2009, los populares conseguían 39 escaños del Parlamento, uno por encima del umbral de la mayoría absoluta. Una semana más tarde, con el recuento del sufragio exterior, cedían un acta por Orense para quedarse en 38. Feijóo se ha referido en diversas ocasiones a que tanto él como su partido tenían interiorizado que necesitaban un suelo de 39 para garantizarse el regreso al gobierno, porque el voto emigrante iba a restarles un escaño, como así acabó siendo. En aquellas elecciones, el PSOE ganó el sufragio exterior en tres de las cuatro provincias .La segunda acusación formulada desde la bancada azul por Yolanda Díaz tiene que ver con el denominado ‘carretaxe’ de votos, una práctica que denuncia de manera recurrente en las campañas electorales gallegas. Consiste en el transporte de personas mayores, muchas de ellas ingresadas en residencias, con dificultades de movilidad y las más diversas circunstancias personales, hasta los colegios electorales para que puedan introducir su papeleta en la urna. En 2017 la Audiencia Provincial de Lugo archivo una denuncia contra varios cargos del PP de esta provincia acusados de llevar a votar a ancianos con demencias de una residencia, pero no consideró que hubiera ninguna tipificación delictiva.

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