El Real Madrid, contundente campeón de liga al imponer su criterio en La Fonteta

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El Real Madrid, contundente campeón de liga al imponer su criterio en La Fonteta

Silencia el Real Madrid La Fonteta con una victoria ante el Valencia Basket en la que siempre imperó su criterio. Un triunfo de fiabilidad, poder, confianza y efectividad con el que levanta el título de liga en el tercer duelo de la eliminatoria. El 38 de su palmarés, y uno de los más especiales. «Un alivio», como decía después Chus Mateo. Porque la temporada empezó regular, con muchos momentos bajos, eliminados de la Final Four, con sufrimiento en la Euroliga, pero que termina con un final feliz, exhibición de solidez y compañerismo en el que apenas encontraron resistencia en el rival en el segundo cuarto.No les importó la oleada naranja que pitó cada una de sus acciones y discutió cada una de las decisiones arbitrales. Hubo un Campazzo y un Feliz y un Llull y un Hezonja y un Bruno Fernandez y un Tavares espectaculares que pudieron con el ímpetu de los valencianistas. Demasiado precipitados en su anhelo por alargar la eliminatoria de la final y la estancia en este pabellón Fuente de San Luis que cierra la puerta después de más de treinta años de alegrías y emociones. No fue suficiente esta vez para frenar a los de Chus Mateo, ligeros y ordenados de principio a fin, del partido, de los playoff. Y por fin del curso.Salió el Valencia con las ganas y la energía de quien quiere alargar la eliminatoria todo lo posible. Revolucionado con el empuje de la grada para intentar meter encauzar el choque y mantener a raya a los blancos. Intensidad frenética en los primeros instantes y cambios rápidos para mantener la defensa activa, férrea con Tavares, y piernas ligeras para los rebotes. Orden y rapidez a los que añadieron valentía y agresividad para empezar a ilusionar al personal. Pero el Madrid, sin tanto correr, con más mesura y efectividad, encontraba los tiros con facilidad presionando el nerviosismo de los locales. Con la ventaja del 2-0 en la eliminatoria, los de Chus Mateo respondieron para mantener la calma y el marcador igualado. Los valencianistas pudieron minimizar el peligro de Tavares, pero ahí se soltaron Abalde y Hezonja para liderar el final del primer cuarto y un parcial de 2-11, forzando la precipitación de los locales en defensa, demasiadas prisas en los lanzamientos y sin acierto en los triples.Como en el choque anterior, también hubo protagonismo para el trío arbitral, con una decisión controvertida que desató la rabia en la grada. «Así gana el Madrid», se desató La Fonteta. Tras varios minutos de incertidumbre, la falta se saldó con una recuperación anímica para el Valencia, que afinó la puntería y minimizó la desventaja a cuatro puntos.Hubo llamada al orden por parte de Pablo Martínez, y costó encontrar el efecto deseado. Buenas ideas, sí, pero sin entrada en canasta clara, cinco tapones en los primeros doce minutos. Demasiado pobre el conteo, solo 29 puntos en 20 minutos de juego. Pero la confianza cambió de bando y el Valencia empezó a sentirse poderoso en su casa, mirada más clara y lanzamientos más limpios. Por fin se veían los huecos en la defensa rival y se minimizaron los propios, por fin surgió el triple (2/12 en el primer cuarto, 18 en el duelo anterior) y La Fonteta volvió a despertar con el mate de Soriano. 8-0 de parcial, control, comodidad, paciencia y un cambio de ritmo para reencontrarse y empequeñecer a los blancos. Por delante del marcador justo para el descanso de la mano firme de López-Aróstegui.Fue una ilusión, despejada como un golpe de realidad con Feliz y un Campazzo desatado que tomó el mando del conjunto blanco para desbaratar en dos minutos el buen trabajo valencianista de los últimos diez minutos. Defensa cerrada a ultranza y siete puntos en contragolpe, y un parcial de 14-0 antes de que Pedro Martínez pidiera tiempo muerto para frenar la caída al desánimo. Y frenar la sangría.Tiró la grada de los suyos en el último cuarto. Había tiempo para la reacción, parecían gritarles entre ánimos, aplausos y cánticos. Y entraron en el orgullo de los valencianistas. Más férreos, más valentía, más agresividad. No se podía hacer otra cosa con la diferencia que había abierto el Madrid. Pero fue imposible. El Madrid expuso lo que le faltó al Valencia: paciencia, solidez, muro en la pintura y de concentración que fue infranqueable a partir de ese arreón tras el descanso. El éxito, más que en las canastas espectaculares y el ataque, estribó en la defensa, en la capacidad de frenar, de dejar en 70 puntos a un equipo que promediaba casi 100, de bajar el ritmo y las pulsaciones, de medir los lanzamientos con tiempo y no con prisas, como las que atenazaron las manos locales, orgullo al final, pero secos en acierto. Después de una temporada con muy malos momentos, sobre todo en la Euroliga, celebra el Real Madrid su título 38 de la liga ACB con un partido equilibrado, serio, sobrio, como ha sido su caminar en esta temporada. «No es fácil no emocionarse, hay muchas cosas en el camino, muchos momentos amargos, hemos peleado hasta el final, y hemos podido sacar tres partidos seguidos a un rival muy difícil por batir. Me alegro por los chicos, nos hemos caído muchas veces a la lona y jugar en el Madrid no es fácil. Todos te quieren ganar y cuando no ganas parece no trabajas bien. Que solo ganar justifica lo que haces. Me alegro por los chicos. También por los que han estado menos visibles, pero han hecho un trabajo extraordinario. Yo sufro mucho, no por el juego, eso lo disfruto. Sufro porque los que están ahí, los que nos animan, la afición del Real Madrid, que está deseando que les demos alegrías, siempre aspiran a lo máximo, es una responsabilidad muy grande. Así que casi siento alivio cuando estas victorias pasan», admitió después Chus Mateo.

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