El fusil que ha arrebatado más vidas que las bombas atómicas

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El fusil que ha arrebatado más vidas que las bombas atómicas

Nadie imaginaba que, dos décadas después de que abrieran sus puertas allá por 1920, las tres mayores fábricas de la Unión Soviética iban a terminar produciendo un solo tipo de arma: el ligero, barato y, sobre todo, fácil de fabricar AK-47. Tan icónico como una botella de Coca-Cola, tan conocido como un Smartphone, este fusil se ha convertido en uno de los más populares del mundo. Los ochenta millones de unidades que riegan los cinco continentes así lo atestiguan; cifras a las que ni siquiera se acercan su inmediato perseguidor, el M-16 norteamericano. Y es que, en la práctica, ha segado más vidas que las bombas atómicas. Aunque, si hubo una época en la que se ganó su fama, esa fue la guerra de Vietnam.Según explica Max Hastings en ‘La Guerra de Vietnam’, el AK-47 fue un pionero alumbrado mucho antes que sus adversarios norteamericanos. El número, de hecho, se corresponde con el año en el que se obtuvo el primer prototipo: 1947, poco después del final de la Segunda Guerra Mundial . Su diseño fue esbozado por el equipo de Mijaíl Kaláshnikov, un veterano del Ejército Rojo que había combatido como carrista en el Frente del Este contra Adolf Hitler y que, tras el enfrentamiento, se propuso crear un arma que mejorara las prestaciones de la eficiente STG-44 del Tercer Reich. De ella copió los materiales, el diseño y su característico cargador curvo.Noticia Relacionada Se defendió durante tres años estandar No El loco invento de los romanos para acabar con la fortaleza mejor defendida de Israel Manuel P. Villatoro Masada, en Oriente Próximo, se defendió durante tres años del general Flavio Silva, pero un curioso ingenio abrió sus puertasKaláshnikov se inspiró además en el sistema de disparo del fusil M-1 Garand estadounidense, una de las armas que, según confesó el general Dwight D. Eisenhower, había resultado clave para la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial por su gran cadencia de fuego. La máxima era ofrecer al Ejército Rojo una potencia de fuego equiparable para evitar una hecatombe como la que se dio en los primeros días de la Operación Barbarroja . «Cuando nos invadieron los alemanes vi sufrir a mis camaradas. Les llevaban en sillas de ruedas al hospital, heridos en defensa de su patria contra los fascistas. El valor no bastaba, los nazis tenían un arsenal superior y yo quería equilibrar la balanza», desveló el inventor en la revista ‘Blanco y negro’.RevoluciónEl resultado fue el nacimiento del AK-47 (Avtomat Kaláshnikova) apenas dos años después, en pleno conflicto entre Oriente y Occidente, como bien confirma Juan José Primo Jurado en ‘Eso no estaba en mi libro de la Guerra Fría’. «Las primeras unidades de la nueva arma llegaron con el máximo secreto en 1949 y, en 1951, el Ejército Rojo lo adoptó como arma principal de infantería, sustituyendo al fusil PPSH.-41, aunque no fue hasta 1954 cuando entró en servicio a gran escala», desvela en doctor en Historia en su obra. Poco a poco, el fusil fue adoptado por los países del Pacto de Varsovia y, a la larga, también por las regiones alineadas con la URSS en África, Asia y América.Mijaíl Kaláshnikov posa junto a su invento ABCEn Vietnam, el AK-47 no tardó en hacer su aparición gracias a la afinidad del régimen de la URSS con el gobierno del norte y las guerrillas comunistas del Viet Cong. A su vez, a partir de 1965 arribó hasta la región una versión de Corea del Norte (el Tipo 58). Sus características eran idóneas para el combate en la zona, como bien explica Hastings en su obra. Para empezar, el arma de Kaláshnikov era el paradigma de la fiabilidad y rara vez se atascaba o se encasquillaba debido a las malas condiciones climatológicas. «Era tan fiable porque solo disponía de ocho grandes piezas móviles, ajustadas con tanto margen que el polvo no les afectaba», explica el experto.Desde entonces, las pruebas que se han hecho para dirimir la resistencia del AK-47 han sido una infinidad. En 2013, por ejemplo, el canal Discovery Channel sometió este arma a un test de resistencia difícil de superar. En una serie de pruebas extremas, los expertos llenaron el fusil de barro, lo sumergieron en agua y hasta hicieron que un coche pasara por encima suyo varias veces. El resultado: tras sufrir todo tipo de penurias, el Kaláshnikov siguió disparando. Una resistencia idónea para una región de temperaturas cambiantes y en la que la probabilidad de lluvia supera el 70% entre octubre y noviembre.Virtudes supremasLa sencillez de los materiales, acero y madera, hacían además que fuese muy fácil de fabricar en serie. En la actualidad, de hecho, se puede llegar a construir en un taller mecánico con la paciencia adecuada. «El revestimiento cromado del cañón, la cámara de gas y el pistón aumentaron su durabilidad», añade experto anglosajón. A todo ello se sumaba que era muy sencillo de disparar. «La virtud suprema del AK comunista era que permitía que un campesino de escasa formación militar lanzara disparos automáticos después de haber pasado, él y el arma, por arena, barro o agua, y a pesar de un mantenimiento insuficiente», añade el historiador.Otra de las bondades que supieron aprovechar los vietnamitas del AK-47 fue la ligereza del arma, apenas 3,8 kilogramos vacío y sin cargador. Un peso similar al del actual fusil de asalto G-36 europeo y que, en la época, redujo en casi dos kilos el de su hermana mayor, la STG-44 . Para terminar con sus bondades, permitía a las guerrillas disparar hasta 600 balas del calibre 7,62×39 mm, de tamaño medio, por minuto tanto en modo automático como de ráfagas.Noticias relacionadas estandar No Un experto destruye las cuatro mentiras más extendidas sobre Colón Manuel P. Villatoro estandar Si Dos semanas de recreación extrema como soldado de la IIGM: sin móvil, sin ducha y con hambre Manuel P. VillatoroAunque los soviéticos no se detuvieron en lo que a desarrollo armamentístico se refiere, los Estados Unidos sí se quedaron atrás. Y no solo eso, sino que el país se negó a dotar a su ejército con una variante del AK-47 allá por 1953. En principio optaron por el M-14, una evolución natural del Garand que tantas alegrías les había ofrecido en la Segunda Guerra Mundial, pero que tenía un peso de 5,5 kilos y medía nada menos que 1,1 metros de largo. Es decir: de dimensiones excesivas para combatir en la selva. Algo que confirmó el secretario de defensa nortemaericano Robert McNamara en una misiva enviada a su homólogo en el ejército allá por 1962, cinco después del comienzo de la Guerra de Vietnam.En la misiva, McNamara admitió que, tras ver algunas pruebas, tenía que admitir que estaban «equipando a las fuerzas con un arma inferior, en potencia de tiro y eficacia, al fusil de asalto con el que los soviéticos han equipado a sus propias fuerzas, y a sus satélites en todo el mundo, desde 1950». Fue un golpe de realidad que no logró superar el nuevo modelo M-16. Aunque eso, como se suele decir, es otra historia.

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