No sé interpretar si es bueno o malo, pero lo cierto es que los inversores cada vez ignoran más a los políticos. La semana comenzaba con la duda puesta en cómo reaccionarían los mercados al ataque de EE.UU. a las instalaciones nucleares iraníes y a la amenaza de Irán de cerrar el estrecho de Ormuz. Pues oigan, nada y menos. El petróleo abrió la sesión bajando, pero después recuperó lo perdido y al acabar la semana nueve dólares por debajo de la cotización del pasado viernes. Y las oscilaciones fueron incluso menores en las Bolsas, que el lunes cerraron con pérdidas, pero inferiores al 1%. En este caso, los inversores no se creían que Irán fuera a cerrar el estrecho de Ormuz, que absorbe el 20% del comercio mundial de crudo, entre otras cosas porque los más perjudicados serían ellos mismos. Las exportaciones de crudo y productos petrolíferos constituyen una importante fuente de ingresos para el gobierno. Representan más del 17% de las exportaciones totales, según la Agencia Internacional de la Energía. Si hubiera cerrado el estrecho, por un lado se le habrían hundido los ingresos por la venta de crudo, pero a la vez hubiera disgustado a su socio chino, que se beneficia de un petróleo barato. Y si tras contener el aliento en esas primeras horas del lunes, enseguida volvimos a respirar, otro tanto ocurre con las nuevas amenazas arancelarias del presidente Trump, en este caso a España. Enfadado el líder norteamericano con el trilerismo de Pedro Sánchez, que insiste en que solo gastará en defensa un 2,1% del PIB, amenaza a España con castigos comerciales. Pero olvida Donald Trump que la política comercial está cedida a la Comisión Europea y, por tanto, es con Europa con quien tiene que negociar. Los inversores, una vez más, han hecho oídos sordos a las amenazas porque no creen en el castigo. Es cierto que si quisiera Estados Unidos podría poner aranceles a productos que nos dañen más a nosotros que al resto de europeos, pero olvida Trump que España compra más a Norteamérica de lo que le vende, con lo que su argumento de que se están aprovechando de los estadounidenses, en este caso hace aguas. También olvida Trump que el presidente Sánchez, acorralado por los casos de corrupción en España, y por la necesidad de satisfacer a sus socios, se ha sacado de la manga ese 2,1% que veremos después qué cifra es… Desde un punto de vista diplomático hubiera sido mejor que hubiera aceptado las cifras, como los demás socios de la OTAN, –que por cierto lo ha hecho al firmar el acuerdo–, y luego ya veríamos. Porque un 5% del PIB no hay ni donde gastarlo. Pero de puertas adentro no podía permitírselo, sus socios no lo hubieran aceptado.Estoy con el presidente, eso sí, en que lo importante son los proyectos y las capacidades. Antes de comprometer miles de millones de euros, que tendremos que pagar entre todos, recortando otros gastos o incrementando impuestos, tendríamos que saber a qué se va a destinar ese dinero, en qué proyectos, para comprar qué armas… Es como cuando el independentismo dice que el Estado español debe invertir un 18% del PIB en el territorio catalán sin poner encima proyectos… ¿No tendría más sentido primero diseñar los proyectos y luego destinar el dinero que sea necesario?Pero lo dicho, los inversores no se han creído las amenazas de Trump a Sánchez y a pesar de todo, incluido el intervencionismo del Gobierno en las operaciones empresariales, como la opa del BBVA a Sabadell, el Ibex 35 ha cerrado la semana en positivo y avanza un 20% en el año, increíble.

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