Atrapada en el AVE: una vergüenza nacional

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Atrapada en el AVE: una vergüenza nacional

Lo de los trenes ya no tiene nombre en España. Pasa demasiado a menudo: averías técnicas que paralizan los trenes de alta velocidad o problemas en la infraestructura ferroviaria como la rotura de la catenaria -cada vez más habitual- que provocan retrasos durante horas . Los usuarios que lo sufren lo denuncian constantemente. Fotos, videos, experiencias de todo tipo. Y, sobre todo, mucho cabreo. Que el AVE hace mucho que dejó de ser lo que era ya lo sabemos. Que se ha convertido en una aventura de riesgo que nadie quiere vivir cada vez lo tenemos más claro. Y que cuando tienes un viaje importante o una cita a la que llegar desplazarte en un AVE te genera nerviosismo también parece estar asumido. Pero no debería ser así. Lo de los trenes es ya una vergüenza nacional .Este lunes estuve en la cumbre de la ONU en Sevilla -el caos en el que quedó sumida la ciudad anfitriona del evento tampoco tiene nombre-. Me volvía a Madrid en el último tren y llegué a la estación de Santa Justa con tiempo. Era un AVLO (versión de alta velocidad low cost de Renfe) y salía a las 20.54. Tenía que llegar a Atocha a las 23.50 de la noche. Se conocía la avería en la catenaria entre los municipios de Yeles y La Sagra en Toledo. Estuvimos una hora y cuarto parados en la estación -a mi juicio, con buen criterio- y Renfe comunicó que tenían autorización para que el tren arrancara. Contábamos con retrasos, pero nadie podía imaginarse que no llegaríamos a Madrid hasta las 5.20 de la mañana , cinco horas y media después de la hora programada, con varias horas parados en Villanueva de Córdoba sin información ni expectativas de ningún tipo.Noticia Relacionada Claves estandar No Más de 50 trenes afectados, graves retrasos y algunas cancelaciones entre Madrid y el sur Antonio Ramírez Cerezo Un problema en la catenaria a la altura de La Sagra vuelve a provocar el caos en algunas de las principales estaciones del país y solo hoy afecta a más de 70 trenesPor megafonía lanzaban mensajes tan tranquilizadores como «no tenemos estimación de cuándo podremos retomar» o «previsiblemente podremos salir en 60 minutos». No pasó. Luego fueron otros 45 y después se volvería a parar en Castilla-La Mancha. Los trenes AVLO no tienen servicio de cafetería y solo cuentan con algunas máquinas de vending que quedaron arrasadas en la primera media hora de trayecto. La mayoría de pasajeros no tuvimos ni una botella de agua en las ocho horas que pasamos en el tren. El aire acondicionado perdió fuerza, por fin, sobre las dos de la mañana y fue el único respiro en mitad de la odisea.Lo que no podía parar de pensar es que, como Carmen, otra pasajera de mi vagón, estuve a punto de bajarme en Santa Justa . Llegué a coger la mochila y salí al andén. «Nos dicen que en 10 o 15 minutos arrancamos», me advirtió una empleada de Renfe. Volví al asiento. No había vivido en mis propias carnes uno de estos episodios que tanto comentamos en los programas de televisión. «Esta noche va a ser dura» , me soltó Carmen, veterana en el lío de los trenes y en quedarse atrapada varias horas. Las dos fuimos ingenuas por pensar en que si habíamos estado parados una hora y media y autorizaban la salida, es que el tren estaba en disposición de llegar razonablemente bien. Es imposible tener garantías. Y las averías tardan en resolverse. Pero Renfe no debería autorizar la salida de trenes que pueden quedarse ocho horas parados si por delante, además, como era el caso, tenía otros muchos que habían salido y seguían en cola. Al menos, deberían haber advertido de la situación real para que la gente pudiera tomar una decisión distinta a quedarse ocho horas atrapados en un tren en el que no había ni agua. El nuestro no perdió la luz en ningún momento y aún tenemos que dar gracias. Me sorprendió la educación de la gente -muchos chavales jóvenes, personas muy mayores, otros que tenían un avión a las 8 de la mañana y que no sé si llegarían a cogerlo- sin perder los nervios. Y que la preocupación de muchos fuera que iban a llegar tarde al trabajo. El desastre de Renfe necesita una solución. La vergüenza nacional de los trenes no puede seguir.

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