Sonia Encinas, reconocida sexóloga especializada en la etapa de la maternidad y la crianza, acaba de publicar su último libro, «El sexo de las madres» . reconoce a ABC que sexo y maternidad son dos conceptos que «no solo no son incompatibles, sino que, de hecho, con complementarios». Explica que, por un lado, la maternidad biológica. «que no es la única vía de llegar a la maternidad», -matiza-, implica atravesar una etapa de nuestra sexualidad: embarazo, parto y posparto. «Todas estas experiencias se dan gracias a nuestra respuesta sexual. Un error con el que me topo habitualmente es el de creer que cuando hablamos de ‘sexualidad’ estamos hablando de coito. La sexualidad es más amplia, el sexo es una parte de la misma y el coito una práctica sexual como otras. El problema es que el relato normativo de la sexualidad recoge únicamente el sexo, y si me apuras, el sexo compartido. Pero no contempla las diversas experiencias vitales de las mujeres como, por ejemplo, la menarquía, el ciclo menstrual, el embarazo, la lactancia, el climario o la menopausia. Y vaya, todas son experiencias relacionadas con nuestra salud sexual».Sin embargo, ¿existe la creencia de que una mujer cuando es madre es menos sexual? ¿Cómo cambia exactamente su percepción como mujer?Es que, por otro lado, también chocamos con una herencia cultural que entiende la maternidad como una experiencia de pureza y amorosidad, casi de abnegación, que se nos inculca a las mujeres desde que somos niñas. También heredamos la idea de que el sexo es vergonzoso o sucio, parece que la maternidad no es sexual, que lo es, y que las madres no son sujetos deseantes y eróticos, con sus propias fantasías y placeres. Cosa que, por supuesto, aunque esa energía más erótica puede disminuir durante el posparto y reaparecer durante el despuerperio, ¡ojo! No podemos valorar esa energía en base a las expectativas de la pareja. La energía o disponibilidad erótica aparece antes de desear compartirla, y que desees compartirla o no depende de muchos factores como, por ejemplo, el rol que ejerce la pareja en la crianza, si es o no corresponsable, si te cuida, si te escucha, etc.Noticias relacionadas estandar No Mario Alonso Puig: «Todos tenemos un potencial dormido que permite lograr lo imposible. No es que lo crea, lo he visto» Laura Peraita estandar No Conciliación Miguel, empleado de Repsol: «Nadie me echa en cara que vaya a por mis hijos porque hay una cultura en la empresa establecida» Laura PeraitaSuelo explicar dos cosas que, a mi parecer, son fundamentales. La primera, que no podemos «no ser sexuales», tampoco ser mucho o poco sexuales. Somos sexuales por el hecho de ser humanos y lo somos desde que nacemos hasta que morimos, independientemente de nuestras prácticas. La segunda, en relación a lo que decía de que la sexualidad no es igual a sexo ni sexo igual a coito, es que la sexualidad es nuestro potencial para conectar con el placer y forma parte de nuestra salud. Esa cuantificación de muchos o pocos, responde a ese error que señalaba de hacer sexualidad un sinónimo de sexo y encima pensar que satisfacción sexual es igual a cantidad de sexo. Demasiados errores juntos que nos llevan a analizar la sexualidad, en lugar de vivirla, y a contar el sexo, en lugar de sentirlo.Con ese guion de lo sexual tan estrecho, las mujeres llegan a un posparto y junto al cansancio, su foco de atención ha cambiado y ahora se dirige, principalmente, al bebé. Y en vez de pensar que es normal, que están en su proceso de enamoramiento de la criatura, que se merecen ese derroche de oxitocina tan importante, se preocupan por no prestar atención a la pareja, sobre todo cuando la pareja no entiende el funcionamiento del posparto y reprocha o se enfada por esa falta de atención, en vez de formar parte de la experiencia sosteniendo, cuidando y admirando a la diada mamá-bebé.¿Por qué no se habla del sexo de las madres? ¿Es de peor calidad… y cantidad?No se habla porque hablar de sexo es un tabú, sobre todo cuando se sale del guion sexual normativo (ese que tiene al hombre como protagonista). Pero tampoco se habla, bajo mi perspectiva, porque muchas veces las mujeres creen que «no hay nada sexual que hablar» por el hecho de no estar teniendo prácticas sexuales con la frecuencia con las que se tenían antes de ser madres. Otro error, creer que el sexo de verdad es el compartido o no poner en valor el sexo con una misma o, sencillamente, lo que a una le despierta el cuerpo o potencia sus fantasías. La sexualidad es, en primer lugar, un espacio propio que, a veces, desearemos compartir y otras no. Pero es que cuando una respeta sus ritmos tras la maternidad, cuando no pasa por encima de su deseo y no cae en practicar sexo porque toca, llega el despuerperio y aparece un fuego impresionante. Si la pareja ha sido corresponsable, ha cuidado y acompañado… el reencuentro llega con mucha fuerza. Pero, claro, si la pareja te ha decepcionado o no asume sus responsabilidades, provoca más carga mental y entonces es normal que no apetezca el sexo. Para nada creo que el sexo sea de peor calidad, de hecho, puede ser justo lo contrario porque la maternidad te pone en contacto con el lenguaje del cuerpo a todo volumen, intensificado. Si le das lo que necesitas, ¡uf! ¡Qué potente! La maternidad nos abre en canal para lo bueno (todo lo gozoso) y para lo malo (lo difícil o doloroso). Que la cantidad disminuye cuando el cansancio aumenta es, cuanto menos, esperable. En vez de preocuparnos tanto por el sexo, ocupémonos de descansar más y mejor.¿Es cierto que se tienen menos ganas de mantener relaciones sexuales?Para unas mujeres será cierto y para otras no, depende. Lo que sí es habitual. Es decir, la mayoría de las mujeres ven disminuido su deseo de prácticas sexuales genitales compartidas con sus parejas (es importante poner conciencia en toda esta frase completa y no quedarnos solo en la disminución del deseo) durante el posparto y, de estas, también a la mayoría le cuesta recuperar ese deseo de prácticas sexuales genitales compartidas con sus parejas por las actitudes y comportamientos que la pareja ha tenido y tiene en la crianza y las tareas de cuidados. Sin embargo, cabe decir que necesitamos ampliar la idea de lo que significa «relaciones sexuales», porque, a lo mejor, durante el posparto, o en épocas de mayor cansancio o de responsabilidades, apetecen menos las prácticas genitales, también requieren más energía, pero sí te apetecen caricias, besos, abrazos… Ojalá entendiésemos que también forman parte de nuestra sexualidad y que son tremendamente gozosas, además de que nos conectan profundamente. Si cuando hablásemos de «relaciones sexuales» saliésemos de la mirada coitocentrista, quizás descubriríamos que sí tenemos ganas.Insistes mucho en la actitud de la pareja durante el embarazo, postparto… ¿En qué medida el deseo sexual depende también de la implicación de la pareja?El deseo sexual es multifactorial y, por supuesto, está absolutamente relacionado. ¿Cómo desear a una persona que tiene una actitud de desinterés o que no te cuida o que no cultiva la relación? Y, por el contrario, ¿no es más fácil admirar, sentirse cerca y fascinarse por quien te cuida, se responsabiliza de lo que le corresponde y cuida la relación? Pasa una cosa, una mala actitud (entendiendo esta como falta de cuidado, desinterés, mal humor constante, dejadez, inmadurez, irresponsabilidad…) es antilibido, pero una buena actitud (lo contrario) es el mínimo del que partir. Quizás con ese mínimo ya aparece el deseo, sobre todo al inicio de la relación, pero después tenemos que poner también de nuestra parte, entrenar un poco la disponibilidad erótica propia, potenciar el deseo propio y aprender también a explorarlo y encenderlo en pareja. El deseo se cultiva cotidianamente para que, en ocasiones, nos lleve a las prácticas sexuales.MÁS INFORMACIÓN noticia Si «El verano es para descansar, no se trata de tener a los niños ocupados todo el rato» noticia No Sonia Encinas, sexóloga: «Hay una manera de mantener las ganas de sexo tras ser madre» noticia No Marian Rojas Estapé: «El ser humano no está diseñado para ser feliz, sino para sobrevivir»¿Cómo aumentar el deseo? ¿De qué manera volver a poner el foco en la relación de pareja?En el contexto de los primeros años de crianza, lo primero es bajar la exigencia y confiar en que, si sabemos hacer equipo y nos acompañamos bien, poco a poco el espacio sexual compartido volverá a ocupar espacio. Y no se trata de valorar en qué frecuencia o cantidad, sino en qué nivel de satisfacción. Partiendo de todo lo que he señalado hay que construir un vínculo de pareja horizontal y equilibrado, en el que haya un reparto justo de las responsabilidad y tareas cotidianas, toca respetar los ritmos de quien ha gestado para que, con el despuerperio, vuelva la energía erótica que permitirá compartirse desde el deseo, ¡con placer! Una vez que esa disponibilidad sexual para la pareja vuelve, entonces ambas partes deben hacer por cuidarla. ¿Cómo? Sobre todo, priorizando espacios y tiempos de calidad cotidianos que nos hagan sentir cerca, vistos, deseados. Y en esos espacios, explora la corporalidad no exigente, busca el placer y el disfrute sin pretender llegar siempre al mismo lado. Es la mejor forma de tener vivas las ganas del sexo. Parece obvio, pero en la práctica no lo es tanto: para tener ganas de sexo, el sexo que practicamos nos tiene que gustar y nuestra pareja, con sus actitudes y comportamientos, también.

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