Uno de mis primeros jefes me insistía que el mejor oficio del mundo, no tengan duda de que es este, se reduce a las tres eses: Sangre, Salud y Sexo. Solas o solapadas, funcionan siempre para conseguir antes venta de ejemplares y ahora tráfico en la red. Creo que no se equivocaba. Con la mano en el ratón, hagan ustedes mismos la prueba. Comprobarán que se acerca bastante a la realidad. Queremos crónica negra, de donde ha surgido una pléyade de magníficos reporteros; nos paramos ante una tragedia, del tipo que sea, y nada supera a una muerte a pie de quirófano; poco que teclear para explicar que los líos de faldas, las pasiones y las acrobacias amatorias, ciertas o fabuladas, también se cuentan entre lo más leído en cualquiera de los formatos y plataformas.Entonces, ¿a qué dedicarle todo un especial, ¡en papel!, a compartir con ustedes un buen puñado de buenas noticias ? No sé si calificarlo de exótico o sería más apropiado tildarlo de ‘freak’, pero estas páginas que tienen entre sus manos abjuran del aserto de Douglas Adams sobre que «nada viaja más rápido que las malas noticias».Paren un momento, disfruten de algunas de las que han seleccionado mis compañeros, porque todas son de lo mejor que nos ha ocurrido, ‘urbi et orbe’, nada menos que en los 40.000 números que lleva publicándose ABC, su diario desde el 1 de enero de 1903. Es, claro, una selección subjetiva, faltan muchas buenas y, probablemente, cada lector echará de menos, o de más, alguna de las que hemos escogido no sé si con orden pero sin ningún concierto más allá de las estrecheces del papel impreso.Culpa nuestra, sin duda. Pero el ejercicio de elegir, que de eso también va el periodismo, no es fácil. Supone cribar entre el ruido para escoger aquello que merece la pena ser contado. Esta vez hemos preferido no ser artilleros de tinta, sino algo menos ambiciosos: simplemente recordar aquello que de normal arrumbamos ante la dictadura de las eses. Hay cosas que celebrar, de las que sentirse orgullosos, esperanzados, cómplices, protagonistas y hasta algunas servirán para que, si volvemos a tropezar, sepamos mirando hacia atrás cómo levantarnos y seguir hacia adelante. Que de lo bueno también se aprende.Mi película preferida es ‘Primera Plana’ y a ella, seguramente de manera errónea, se le atribuye eso de que no dejes que la realidad (o la verdad) te arruine un buen titular. Que me perdone Walter Burns, pero hoy no toca amarillear las páginas, aunque la obra maestra de Billy Wilder va precisamente de esa parte más terrenal y retorcida de un oficio que nosotros mismos tendemos a sacralizar. Es cierto, no les habremos parecido siempre veraces y honestos, mucho menos objetivos y nos creen capaces de todo con tal de agarrar de la grapa la mayor de las exclusivas. En estos tiempos artillados de corrala, vociferio y andanas de trinchera a trinchera, seguro que no vivimos la época más dorada del periodismo, pero este rimero de noticias quiere ser también el recordatorio de que había que estar allí para contarlo. Y lo hicimos, así los hombres de negro a los que tanto tememos y esquivamos en las redacciones, clamaran al cielo por el enorme gasto de enviar reporteros allí donde el director considerara necesario, incluso cuando no había ni cadáveres, ni bisturís ni alcobas que remover.Vale, es naif, pelín absurdo y muy alejado del mundo real, pero les juro, con el magnífico archivo de ABC como fiel notario, que todo lo aquí narrado ocurrió, fueron buenas noticias y quienes nos precedieron en esta redacción consideraron pertinente publicarlas. Varias de ellas hasta las criticamos en este diario y no creo que exagere si les digo que alguno de nuestros opinadores de cabecera las consideró una aberración impropia de una cabecera de tanto tronío. Fuimos, seguro, más lentos en aceptar algunos avances sociales que nuestros propios lectores. A ratos, huérfanos espero de cualquier pedantería, también tuvimos que tirar de pedagogía para trasladarles como necesario lo que entonces parte de ustedes vieron como superfluo o prescindible, que a todos nos escoció eso de que el euro convirtiera el café de la mañana en un lujo inalcanzable para nuestros bolsillos. Pero rectificar es de sabios, y de honestos, y lo segundo debería ser de obligada prescripción para la grey periodística . Lo primero, no se lo niego, también creemos serlo con frecuencia, pero ya se encargan de ponernos en nuestro sitio muchas veces los lectores y siempre la mismita realidad, tozuda e implacable.No he hecho el ejercicio de revisar todas las portadas publicadas por ABC. Mucho menos el de constatar cuántas de ellas ilustraban una buena noticia, tanto como para merecer ocupar la ‘zona vip’ de la cabecera en detrimento del inigualable y tentador tirón informativo de la sangre, la corrupción o el navajazo político. Quizá fueron brotes verdes en medio del lodazal, pero precisamente por eso, porque estamos de celebración, hemos decidido darnos un capricho que espero que no les moleste. Si encuentran un momento, rememoren con nosotros el fin de guerras, la caída de muros, el nacimiento de empresas, la conquista de derechos, el avance científico o la consagración literaria.Ahora que estamos solos, comprueben cómo nuestra forma de narrar la actualidad ha ido mutando con el correr de la tinta y los años, que en esto de ser notarios de la actualidad a veces se nos fue la mano del engolamiento y el escribir ‘jondo’. Sobre las ínfulas del oficio también recibí en el Cretácico una gran lección que ahora, con el pasar de los años, creo que comparto: de escritores están las tumbas llenas, nosotros somos los que estamos a pie de lápida contándolo . El mismo jefe que pacientemente me enseñó los rudimentos del oficio me fustigaba ante mis textos torpemente elevados e insufriblemente pedantes, recordando al becario plantado ante su mesa que un tal Cyril Connolly dejó dicho que «la literatura es el arte de escribir algo que se lee dos veces; el periodismo, el de escribir algo que se lee una vez». Ahí no le di la razón, porque este y cualquier otro periódico está cuajado de piezas tan relevantes como magníficamente escritas. Cualquiera de los que nos precedieron en la redacción de ABC se consagraron a que lo que contado lo fuera de la mejor manera posible.Espero que sigamos haciéndolo, con las mejores plumas y el convencimiento de que cruzar el Rubicón del periodismo consiste en Ir, Ver y Contarlo. Que nos permitan hacerlo por lo menos otros 40.000 números más. Celebrarlo con los lectores será la mejor de las noticias.Seguimos.

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