La advertencia que lanzó Javier Tebas al comienzo de esta semana -«el Barça no podría inscribir hoy a Nico Williams»- ha acabado por convertirse en premonición. El extremo no será compañero de su amigo Lamine Yamal en el conjunto azulgrana después de renovar por sorpresa con el Athletic Club hasta 2035, con una cláusula que se incrementa en más de un 50 % respecto a la actual de 58 millones que el Barcelona estaba dispuesto a pagar.En el mural de Lutxana, el mismo que fue vandalizado hasta en tres ocasiones por quienes daban por hecha su traición, se oyó la noche del jueves el silbido de un espray. Una silueta encapuchada garabateó ‘WIN 2035’ junto al rostro del menor de los Williams. Después, la capucha cayó y apareció Nico, con la rojiblanca puesta: «Cuando hay que tomar decisiones, para mí, lo que pesa más es el corazón. Estoy donde quiero estar, con los míos. Esta es mi casa. Aúpa Athletic». Una renovación cargada de simbolismo. Después de dos veranos de incertidumbre, Nico Williams parece cerrar definitivamente la puerta del Barça.Noticia Relacionada FÚTBOL estandar No El Barça, multado con 60 millones por incumplir el ‘fair play’ financiero de la UEFA Daniel Cebreiro El club azulgrana, sancionado con una cantidad fija de 15 millones, mientras que los 45 restantes quedan pendientes de su evolución económica en los próximos dos añosEl fichaje, el que debía ser el gran golpe del verano culé, murió antes de llegar a puerto. Y no por una oferta mejor, ni por un volantazo romántico de última hora. Murió por miedo. El miedo de Nico a ser un nuevo ‘caso Olmo’, al que el Barça tardó semanas en inscribir tras pagar una fortuna y que solo pudo competir gracias a la lesión de un compañero. Murió por la falta de garantías de la entidad azulgrana, incapaz de asegurarle por escrito una ficha federativa antes del cierre del plazo.Desde el entorno de Nico, su agente Félix Tainta había exigido incluir una cláusula de escape si el jugador no era inscrito antes de una fecha concreta. El Barcelona, que había aceptado todo: salario, duración y comisiones (el pamplonés iba a cobrar un sueldo de 7-8 millones por cada una de las seis temporadas de contrato), se negó en ese punto. No quiso firmar una salida automática en caso de bloqueo burocrático. Y ahí se quebró todo.La incredulidad en las oficinas del club azulgrana fue total. Durante quince días, Deco y su equipo habían maniobrado con sigilo, convencidos de tener a Nico en el bolsillo. Aparentemente todo estaba listo para el pago de la cláusula la próxima semana. Laporta , entusiasmado, había definido el fichaje como una gran oportunidad de mercado. No era solo un refuerzo para Flick: era un guiño a Lamine Yamal, un golpe publicitario, un símbolo de crecimiento… El fracaso de la operación deja heridas en Barcelona. Ya no tanto porque se esfume un fichaje clave, sino por la imagen dada. El Barcelona, a día de hoy, sigue en el alambre financiero. Un aviso para cualquier otro jugador a quien le llegue el interés de los culés.El Athletic , en cambio, sale reforzado. Nunca dejó de trabajar en la continuidad del navarro pese a tener claro desde mediados de junio que el deseo del jugador era dar por finalizada su etapa en San Mamés. Su presidente, Jon Uriarte, tejió un plan a fuego lento. Acudieron a LaLiga y a la RFEF para advertir de que fiscalizarían cada euro de la operación si el Barça trataba de pagar la cláusula. Y mantuvieron el apoyo a Nico en público y en privado, pese al ambiente hostil que se generó en su contra en Bilbao. Jamás dieron la espalda a la posibilidad que se acabó fraguando ayer.Ese respaldo decidido ha acabado siendo clave para la continuidad de Nico. Tras comunicar su voluntad de marcharse, el jugador ha visto cómo su cara desaparecía una y otra vez del mural de Barakaldo y se le acusaba de traidor y de vendido. Aún podría haber tratado de forzar otro traspaso -el Bayern estaba interesado-, pero ha apostado por seguir en su club de toda la vida. A su afición le tocará perdonar.

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