Faustino Oro, niño y maestro a la vez

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Faustino Oro, niño y maestro a la vez

El ‘pibe de oro’, ‘Faustinator’, el ‘Messi del ajedrez’… Inteligencia, precocidad, apellido llamativo y nacionalidad ocurrente convierten a Faustino Oro (Buenos Aires, 14 de octubre de 2013) en blanco tentador para titulares más o menos ingeniosos en los cuales intentar condensar su descomunal talento. Objetiva y friamente, es un niño argentino de 11 años que juega bien, excepcionalmente bien, al ajedez. Subjetivamente, es un joven y deslumbrante deportista que apunta a fenómeno mundial. En un breve lustro ha pasado de volver locos a sus padres como cualquier chaval inquieto a obligarlos a recorrer el mundo controlando su progresión en la élite del deporte de los 64 escaques. En mayo de 2020, cuando el maldito Covid había encerrado a la humanidad, Faustino, aburrido, corría por el pasillo, daba balonazos y rompía alguna cosa. Su madre, Romina, desesperada le pidió al papá de la criatura, Alejadro, jugador aficionado de ajedrez, que le enseñara al niño, a ver si así se entretenía.Le costó provocar el interés de su hijo, pero Alejandro tiró de tecnología. Empleó programas informáticos, le creó una cuenta en la web especializada ‘chess.com’ y Faustino aprendió rápidamente la teoría y la práctica de aperturas, defensa, ataque y, por supuesto, los infinitos misterios de cada pieza.«Al principio me parecía aburrido, empecé con 800 puntos Elo -sistema que determina el nivel de cada jugador-, pero bajé hasta 200 en una semana», recuerda Oro. «Mi padre me dijo que por cada 100 puntos que subiera me daría un premio. Me empecé a motivar y a sumar puntos». Por la competitividad llegó a la diversión. «Me gusta el juego en sí, sobre todo plantear diferentes tácticas». Y en esa progresión natural siguió mejorando. Y sumando puntos. Muchos puntos. Tantos, que en 2024 se convirtió en el Maestro Internacional más joven de la historia con 10 años, 8 meses y 16 días. Poco después, otro niño prodigio, el ruso Roman Shogdzhiev, le arrebató ese récord. Pero ya daba igual. Faustino había entrado de lleno en el circuito de los grandes y se codeaba con ellos.Ya ganó a Carlsen y a Nakamura, números 1 y 2 del mundoSe ha enfrentado, por ejemplo, a una leyenda viviente y en activo, el noruego Magnus Carlsen, pentacampeón del mundo y actual número 1. Y le ganó. También venció al número 2, Hikaru Nakamura, japonés nacionalizado estadounidense. Después de esos espectaculares triunfos, Faustino se despojó del traje de maestro y sacó al niño que lleva dentro. Hizo una transmisión vía Internet y se lanzó a bailar moviendo las manos, con una sonrisa pícara y mirando fijamente a cámara tras sus características gafas de pasta.«Siento mucha emoción al jugar con ellos. Y cuando les gano me pongo muy contento, me siento muy feliz», declara satisfecho. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Egoitz Bijueska: el oro más precoz del skate noticia Si Paula Ostiz, pura ambición con 18 años noticia Si Víctor Muñoz, de portada segura al linchamientoTambién se ha sentado , tablero mediante, con otro ganador de cinco entorchados universales, el indio Vhiswanathan Anand. Y, con esa mezcla de avidez deportiva e ilusión infantil, tiene en mente una ambiciosa lista de oponentes a quienes le gustaría retar, casos del indio Gukesh Dommaraju o del chino Ding Liren, vigentes campeón y subcampeón del mundo respectivamente. «Quizá con alguno más también, pero esos dos serían el top», confiesa.Faustino Oro reside en Badalona (Barcelona) y tiene otra meta cada vez más próxima: convertirse en Gran Maestro, la elite del ajedrez. Para ello hacen falta 2.500 puntos Elo ( actualmente tiene 2.465), así que seguirá combinando sus estudios de niño con las seis horas de práctica ajedrecística de maestro. Y, como desvelan sus padres, madrugando a diario para estudiar de forma concienzuda a su próximo rival.

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