El macho alfa que somete al grupo, especialmente a las hembras que lo componen, tiene más de mito que de realidad. Ellos no mandan siempre, ni siquiera con frecuencia. Durante mucho tiempo se ha asumido que las pocas especies de primates en las que el dominio es femenino, como los lémures de cola anillada o los bonobos , representaban una excepción que requería una explicación especial. No es así.En la mayoría de las especies de primates, ningún sexo se impone claramente al otro, según un estudio llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Montpellier, el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig y el Centro Alemán de Primates de Gotinga.Los investigadores recopilaron observaciones detalladas de la agresión entre machos y hembras en 253 poblaciones de 121 especies de primates. Al revisar los datos, se dieron cuenta de que, al contrario de lo que se creía, las luchas entre ambos sexos son sorprendentemente comunes. En promedio, casi la mitad de las interacciones agresivas en grupos sociales involucraban a un macho y una hembra.Noticia Relacionada Por aburrimiento estandar No Nueva ‘moda’ entre los monos: secuestran crías de otros primates Judith de Jorge«La observación de que en la mayoría de las poblaciones un individuo dado tiene más probabilidades de involucrarse en una pelea contra otro individuo del sexo opuesto que del mismo resalta que la batalla de los sexos es común en otros animales», afirma Dieter Lukas, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Pero, ¿cuáles fueron los resultados de esos encontronazos violentos? Los machos dominan a las hembras -ganan más del 90 por ciento de las peleas-, en solo 25 de las 151 poblaciones estudiadas. Por el contrario, se observa una clara dominancia femenina en 16 poblaciones, lo que deja al 70 por ciento del resto con sesgos sexuales moderados o nulos en el poder. Es decir, en la mayoría de los casos a veces mandan ellas, a veces lo hacen ellos.La monogamia da poder a las hembrasEl equipo de investigación probó cinco hipótesis para explicar los sesgos sexuales en las relaciones de dominancia y descubrió que el poder femenino se observa principalmente en especies donde las hembras son monógamas, de tamaño similar al de los machos o se alimentan principalmente en árboles. Todas estas situaciones permiten que las hembras tengan mayor capacidad de decisión al aparearse con un macho en particular. Dos lémures de frente roja asoman desde un árbol: un macho a la izquierda y una hembra a la derecha. En esta especie, los machos tienen el mismo tamaño que las hembras, y estas últimas dominan sobre los machos Claudia FichtelAdemás, la dominancia femenina también se facilita en situaciones donde las hembras se enfrentan a una intensa competencia por los recursos, como en especies solitarias o en pareja, así como cuando los conflictos entre machos son menos riesgosos para sus crías, por ejemplo, porque las madres las mantienen en un lugar seguro mientras buscan alimento en lugar de llevarlas consigo.Por el contrario, el dominio masculino prevalece en especies terrestres, donde los machos tienen cuerpos o armas más grandes que las hembras, y donde se aparean con múltiples hembras. «Mientras que los machos de primates obtienen poder mediante la fuerza física y la coerción, el empoderamiento femenino se basa en vías alternativas, como las estrategias reproductivas para controlar los apareamientos», explica Elise Huchard, de la Universidad de Montpellier.Un grupo de babuinos chacma en plena sesión de acicalamiento. A la izquierda, una hembra más pequeña con una cría limpia el pelaje del macho más grande. En esta especie, los machos dominan a las hembras Élise HuchardLos hallazgos del estudio, publicados en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’ (PNAS) , tienen importantes implicaciones para nuestra comprensión de la evolución del comportamiento social en los animales y también podrían arrojar luz sobre nuestra comprensión de la dinámica social humana. Según los investigadores, estos hallazgos desafían las perspectivas tradicionales sobre el origen natural de los roles de género. Los humanos no comparten todos los rasgos que caracterizan a las especies donde los machos dominan estrictamente a las hembras. En cambio, el conjunto de rasgos humanos los acerca a especies que muestran relaciones más matizadas, donde individuos de ambos sexos pueden llegar a ser dominantes. En consecuencia, dicen los autores, los argumentos que presentan el patriarcado humano como un legado de los primates parecen erróneos, y las relaciones de género deberían considerarse en relación con sus contextos sociales y ecológicos.»Es muy interesante que en la mayoría de las poblaciones de primates no encuentren una clara dominancia de un sexo u otro. Pero cuando se produce ocurre porque un sexo domina sobre otro en el control de la reproducción. Ese control se alcanza de diversas formas: desde el poder huir de los pretendientes no deseados, hasta el vivir en una sociedad monógama en lugar de polígama», explica al Science Media Centre (SMC) Antonio J. Osuna Mascaró, investigador especialista en cognición animal de la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena (Austria).Los bonobos, «una rareza»Mascaró también destaca cómo el abandonar la vida arborícola ha favorecido la dominancia de los machos. «La incapacidad de las hembras de huir entre las ramas, la posibilidad de que se den importantes diferencias de tamaño entre machos y hembras, el desarrollo de ‘armas’ (como los colmillos) y otros rasgos como resultado de la vida a nivel del suelo han dado algo de ventaja a los machos sobre las hembras», continúa.MÁS INFORMACIÓN noticia Si Un nuevo tipo de estrella podría revelar la naturaleza de la materia oscura noticia No El ADN revela los ingredientes del garum, la salsa más olorosa y popular del Imperio RomanoEl investigador subraya cómo el estudio contempla a los bonobos «como una rareza». Durante mucho tiempo se ha asumido que el origen de la dominancia de las hembras en los bonobos se debía a las coaliciones que son capaces de formar para enfrentarse a los machos, «pero, después de estudiar a las 121 especies que se analizan en este estudio, parece ser que las coaliciones de hembras no son ni necesarias ni suficientes para explicar la dominancia de las hembras. Parece ser que los bonobos son una excepción, una rareza entre los primates y no porque las hembras dominan a los machos (porque esto ocurre en muchas otras especies, como se muestra aquí) sino por la forma en la que lo han conseguido”.

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