No hay duda: para la mayoría de nosotros, las vacaciones de verano son el evento más esperado del año y el que planificamos al milímetro, aunque también nos dejemos llevar. Este período del año nos da la oportunidad de relajarnos: en la playa, en el sofá de casa, en un hotel, en un avión rumbo a la otra punta del mundo… En definitiva, el descanso estival nos aporta tiempo de ocio y cada uno lo invierte en lo que más le apetece. Sin embargo, muchas personas parecen necesitar unas vacaciones de sus vacaciones … Noticia Relacionada reportaje Si Oda a las vacaciones imperfectas: cómo sobrevivir a los conflictos de verano Raquel AlcoleaDesde síntomas parecidos a los de la gripe hasta constipados, cansancio, dolor de cabeza, problemas digestivos aparecen en muchas personas cuando llega el momento de descansar. ¿Por qué tanta gente se pone mala cuando están aquí sus merecidas vacaciones ?El estrés acumuladoNo solo enfermarnos cuando pillamos un virus o en un periodo de estrés. También es común tener migrañas, dolores musculares, molestias digestivas o un cansancio profundo cuando se nos avecina un tiempo de inactividad. Aunque el estrés ha bajado, el cortisol aún circula en el cuerpo, y el sistema inmunológico empieza a mostrar signos de agotamiento, y ahí es cuando enfermamos, en vacaciones. Tal como advierte Cinthya González, directora de Aure Psicología, es como si, al soltar el acelerador, «nos diéramos cuenta de que el depósito está casi vacío y que se había encendido una luz de advertencia hacía un rato… pero no la vimos porque íbamos demasiado rápido». La psicóloga Lidia G. Asensi indica que el cuerpo y la mente se acostumbran a estar en un estado constante de alerta y estrés y muchas veces llegamos a nuestro último día de trabajo, previo a nuestras vacaciones con una gran sobrecarga: «Intentamos dejar todo terminado para que no haya nada pendiente, así que cuando por fin podemos relajarnos, lo hacemos de golpe. El cuerpo al relajarse de golpe puede debilitar nuestro sistema inmune, pues este ha estado trabajado en exceso para que podamos gestionar y estar al cien por cien , pero después esto nos pasa factura y nuestro sistema necesita dejar de trabajar». También, al relajarnos, el cuerpo responde con fatiga y cansancio e incluso muchas de las dolencias que aparecen podían estar presentes previamente, pero, como ya hemos advertido, no éramos conscientes porque no lo notábamos por el estrés sostenido.Cómo no llegar agotadosCinthya González señala que «nuestro cuerpo no está diseñado para sostener el estrés durante largos periodos»; está preparado para enfrentar picos breves de estrés , responder a ellos y luego volver reequilibrarse, esto es lo que acaba pasando factura tanto a nivel físico como emocional. Para prevenir ese agotamiento en vacaciones, el primer paso es ponernos límites a nosotros mismos: «Respetar de manera real nuestros tiempos de descanso, priorizar lo que sostiene nuestra salud (una alimentación adecuada, un buen descanso nocturno, movimiento regular y relaciones que nos sostienen) y aprender a identificar las señales del estrés antes de que se cronfique», dice.Además, es fundamental establecer límites hacia afuera: aprender a decir que no, delegar responsabilidades, pedir ayuda cuando lo necesitamos y protegernos de esos entornos que no valoran a las personas, sino que refuerzan dinámicas de sobrecarga y exigencia permanente.En momentos de alta demanda o estrés intenso, la psicóloga indica que conviene realizar pequeñas pausas a lo largo del día: tomarte cinco minutos cada dos horas para bajar el ritmo, respirar de forma consciente y sentir tu cuerpo. También es útil apoyar al organismo con alimentos y complementos ricos en magnesio y triptófano, que ayudan a regular los niveles de cortisol y mejoran la recuperación física.Consejos de expertaLidia Asensi recuerda que para no llegar agotados a las vacaciones es necesario tener un equilibrio durante todo el año. «A veces nos pasamos el año completo esperando a que lleguen esos días de vacaciones, necesitamos vivir y descansar a lo largo de todos esos meses».Es importante mantener una buena gestión del tiempo, dormir las horas necesaria, realizar deporte, permitirnos tiempo individual, hacer pausas activas durante el trabajo. Tener periodos vacacionales y tiempo de ocio en la época laboral, no sólo en verano. Es importante no acumular o dejarse tareas para justo el momento previo de coger las vacaciones.Nuestro cuerpo necesita desacelerar poco a poco para recuperarse y adaptarse al nuevo ritmo.Cuando nos relajamos de golpe:- Bajan nuestras defensas. – Aparecen síntomas físicos como dolores musculares, dolor de cabeza o cansancio extremo, liberando así toda la tensión acumulada- Es normal experimentar cambios emocionales, debido a que la mente deja de estar ocupada y da paso a ciertas emociones que no hemos atendido.- Aburrimiento o frustraciónVacaciones de las vacacionesMuchas personas planifican las vacaciones como si fueran la solución a todo el agotamiento acumulado durante el año. Llenan esos días de actividades, viajes, compromisos sociales o familiares, intentando «aprovechar». Pero esto, lejos de ser reparador, genera un tipo distinto de estrés: el vacacional. «Se sustituye la presión del trabajo por la presión de disfrutar, sin dejar espacio real para el descanso. Digamos que así el sistema reparador del cuerpo no podrá activarse», cuenta Cinthya González.Esperar que en dos semanas se pueda revertir el impacto de meses (o incluso años) de estrés acumulado no es realista. El cortisol, la hormona del estrés, no desaparece con solo dormir más o cambiar de escenario por unos días.A esto se suma otro factor importante: el cuerpo no siempre interpreta el ocio como descanso si se produce de forma abrupta. Cambiar de golpe los horarios, rutinas y ritmos biológicos también provoca una carga adaptativa. Aunque estemos haciendo cosas agradables, ese cambio brusco puede ser un nuevo esfuerzo.Por eso, más allá de las vacaciones, lo que realmente es importante es «integrar el autocuidado y los límites como una práctica constante durante todo el año». Cuando el descanso se convierte en parte del día a día, y no solo en una pausa puntual, entonces sí estamos en condiciones de disfrutar totalmente de lo que las vacaciones nos ofrecen.

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